La Pasadita de Paty: sabor y corazón en el Mercado del Conchi, en Mazatlán
Una cocina económica con alma, 30 años de tradición y buena sazón en cada platillo que Paty prepara con amor y mucho orgullo para sus clientes, manteniendo vivo el espíritu del mercado y haciendo comunidad en el sector Flores Magón de Mazatlán


Todas las mañanas desde muy temprano los clientes del Mercado del Conchi pueden escuchar el llamado de Paty, que saluda e invita a las personas a desayunar en su cocina económica, ubicada en el local 141de ese concurrido centro de abastos.
“Buenos días, ¿quieres desayunar, hijo?” dice con voz fuerte y alegre, la originaria de San Marcos, que desde hace 35 años es vecina de la colonia Flores Magón y abrió su cocina económica “La pasadita de Paty” hace ya 30 años.
Paty aprendió a cocinar desde los 6 años por gusto y este hobbie se ha convertido en su pasión y su forma de vida, pues desde los 13 años entró a trabajar en el área de restaurantes del Mercado Municipal Pino Suárez, donde aprendió gran parte de lo que hoy sabe del arte culinario.
“Estoy muy agradecida con las personas que me tendieron la mano para que yo aprendiera, esas personas ya partieron de esta tierra, yo aprendí en el mercado Pino Suárez, esas señoras me apoyaron mucho empecé a trabajar a los 13 años”, recuerda.
Luego de algunos años trabajando en el “Mercado grande” como ella lo llama, Paty se casó con un joven de Guadalajara y juntos se fueron a vivir allá, donde Paty fue ama de casa y tuvo tres hijos.
Después de 17 años de matrimonio, Paty se divorció y se dispuso a regresar a Mazatlán, donde la esperaba toda su familia. Dejando prácticamente todo su patrimonio en Guadalajara regresó a su tierra para empezar de cero. 
Un viaje de regreso: la historia de Paty y su amor por la cocina
Paty y sus tres hijos llegaron a Mazatlán un 5 de noviembre y al día siguiente ella inició un nuevo emprendimiento, debajo de un árbol donde puso una sábana como carpa empezó a vender pollos asados.
“Cuando llegué a Mazatlán de Guadalajara mi fuerte era el pollo asado yo llegué un 5 de noviembre, para el 6 de noviembre empecé a trabajar debajo de un árbol cerca de la Clínica del Conchi, debajo de una sábana que era mi carpa porque yo me vine en ceros, tuve que dejar todo mi patrimonio en Guadalajara por venirme con mi familia”, platica con una sonrisa.
Con el apoyo de sus hermanas Paty puso todo su empeño en la venta de pollos, su trato amable y su sazón característico fueron la base de su negocio que se mantuvo por cinco años con éxito, hasta que no la dejaron trabajar más en ese lugar.
“Dios me dio la fortaleza, cuando el gobierno me quitó todo lo que tenía en el puesto de pollos, braceros y todo, anduve buscando locales y llegué a este lugar donde tengo treinta años feliz y contenta, agradezco más que nada a Dios y después a todos mis buenos clientes”, dice Paty orgullosa en entrevista con Tus Buenas Noticias.
Más que un negocio: Paty y su conexión con la comunidad
En estos 30 años de la cocina económica “La Pasadita de Paty”, su propietaria ha reafirmado su espíritu de comerciante, emprendedora, pero sobre todo su amor por la cocina. 
El negocio trabaja los 365 días del año, sin importar días feriados o situaciones extraordinarias.
Paty llega a abrir la cocina a las 4:00 am y empieza a cocinar, hace a diario alrededor de 20 guisos distintos para que los clientes encuentren lo que sea que se les antoje.
“Yo te hago 20 guisados diarios, en poca cantidad, pero hago diferentes platillos para que las personas tengan opciones para escoger. Preparo: frijol con hueso, birria, barbacoa, caldo de res, caldo de pollo, pechugas, milanesas, filetes, bistec ranchero, carne asada, machaca, marlín, hígado encebollado, huevos, chilaquiles, para que la gente pida lo que quiera”, explica.
Los clientes de “La pasadita de Paty” no son solo mazatlecos, también llegan a desayunar o comer quienes traen mercancías de diferentes estados de la República y ya conocen el buen sabor de los platillos de la mazatleca.
“Tengo clientes que han venido hasta quince años después y les da un gusto tremendo regresar a comer. Aquí se buscan mucho los caldos a pesar del calor de Mazatlán, les encantan” asegura.
En el negocio, una de las hijas de Paty y dos personas más le ayudan a atender a los comensales, ella saluda alegre a todo el que pasa y les manda bendiciones a todos los que la saludan.
Paty asegura que estos 30 años de trabajo en el Mercado del Conchi han sido buenos, ninguna adversidad la hace flaquear o pensar en cerrar su amada cocina económica.
“Nunca he querido tirar la toalla porque yo tengo mucha confianza en Dios, yo no tengo porque sufrir, no tengo porque quejarme, aunque venga todo adverso, aquí se trabaja todos los días del año”, expresa con seguridad.

Su negocio le ha dado la oportunidad a Paty no solo de alimentar a cientos, quizá miles de personas de muchos lugares diferentes, también le permite seguir experimentando en la cocina, donde se siente cómoda y feliz.
“A mí me gusta cocinar de todo, no me gusta trabajar, pero me gusta mucho mi trabajo. No hay mejor cocinera que la que inventa, no hace falta preguntar recetas, tú sabes bien qué ponerle a la comida para que sepa rico al prepararla y eso es mi hobbie”, asegura mientras sigue invitando a quienes pasan a sentarse y deleitarse con sus guisos.
Paty también ha incursionado en la preparación de banquetes para eventos, aunque no es su fuerte, si alguno de sus clientes le pide ese servicio ella con gusto prepara taquizas o comida de fiesta.
Así Paty y su cocina económica son un sello distintivo del Mercado del Conchi, en su local #141 el aroma de sus guisos y el sabor inigualable de su comida hace las delicias de propios y extraños.
Los clientes se acercan a despedirse de Paty cuando terminan de comer y no falta el comentario de “muy rico, muchas gracias”, que a Paty le “da pa´arriba” como ella les responde seguido de una gran sonrisa y una bendición desde el corazón. 
En el Mercado del Conchi, Paty no solo ha construido un negocio, sino una comunidad en torno a su cocina económica “La Pasadita de Paty”.
El bullicio de su cocina, donde cada guiso cuenta una historia, refleja la esencia de Mazatlán: un lugar donde la tradición y el sabor se entrelazan.
Paty no solo alimenta a sus clientes; ella nutre la conexión humana, creando un espacio donde todos son bienvenidos y apreciados.
Con cada platillo que sirve, Paty reafirma su compromiso con la comunidad, manteniendo vivo el sabor de su hogar y el espíritu del mercado. Con su persistencia, la sazón y sus ricos platillos hace comunidad.









