Esperanza Rocha: 33 años hilando sueños y transformando vidas en El Palmito
Con 33 años de experiencia, Esperanza Rocha transforma vidas en El Palmito, enseñando costura y creando comunidad en el DIF Sinaloa


Por más de tres décadas, Esperanza Rocha Agramón ha tejido mucho más que prendas: ha hilvanado historias, oportunidades y amistades.
Desde hace 14 años, esta instructora de corte y confección del Centro de Desarrollo Integral No.1 “Margarita Maza de Juárez” del DIF Sinaloa en El Palmito ha dedicado su experiencia a capacitar a mujeres adultas mayores, brindándoles no solo habilidades técnicas, también un espacio de convivencia y motivación.

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El impulso de su mamá la hizo encontrar su vocación
Con 33 años de trayectoria en el oficio y un convenio de colaboración entre ICATSIN y el DIF, Esperanza encontró en la enseñanza una vocación que, aunque llegó por impulso de su madre, terminó marcando el rumbo de su vida.
“Si mi mamá no me empuja y no me lleva, yo no hubiera trabajado para el ICATSIN. Ella me dio ese empujón que necesitaba”, recuerda.
Su camino comenzó entre telas y máquinas de coser desde niña, observando a su madre costurera.
Al principio, confiesa, no era una pasión, sino una necesidad. Con una hija pequeña y responsabilidades económicas, empezó a confeccionar ropa por encargo, incluso hasta altas horas de la madrugada. Sin saberlo, ya estaba adquiriendo la destreza que después pondría al servicio de otras mujeres.

Esperanza comparte su conocimiento
En sus clases, Esperanza prioriza el aprendizaje formal: nada de improvisaciones sobre prendas ya hechas. Sus alumnas trabajan con trazos a medida, aprendiendo desde la base. El resultado se refleja no solo en la calidad de las prendas, sino en el orgullo con el que las portan.
“Es muy bonito cuando las alumnas hacen algo y se lo ponen. Verlas felices con lo que crean es mi mayor satisfacción”, afirma.
Más allá de la técnica, su aula es un punto de encuentro. Muchas de sus alumnas encuentran en el curso un escape al estrés, una oportunidad para socializar y, como bromea una de ellas, “robar juventud”.
Para Esperanza, el grupo se ha convertido en una familia: “Ellas son mi terapia, mis psicólogas. Me dan tanto como yo les doy a ellas”.
Oportunidad, activación y sueños
A sus 64 años, la maestra no planea detenerse. Su consejo para quienes dudan en dar un paso hacia nuevas oportunidades es claro: “Que se activen. Aquí en el DIF hay muchas opciones: costura, belleza, manualidades… todo lo que puede ayudarles a aprender, distraerse y crecer”.
En cada puntada, Esperanza Rocha no solo cose telas: teje confianza, independencia y un sentido de comunidad que ha cambiado la vida de decenas de mujeres en El Palmito.
Su historia es la prueba de que, con voluntad y apoyo, las oportunidades pueden transformarse en segundas familias y en un legado que trasciende generaciones.