La historia de la tumba que sobresale en un cerro en Sinaloa
La Capilla del Diablo es una de las leyendas más conocidas de San Ignacio, un lugar que sea vuelto importante en la cultura y folclore local del municipio
Sinaloa es un estado que cuenta con varias leyendas e historias interesantes que han sido pasadas de generación en generación. Tal es el caso de La Capilla del Diablo, uno de los relatos más conocidos del municipio de San Ignacio, teniendo una gran importancia en el folclore del pueblo.
Y es que desde el momento que se entra a San Ignacio, a cien metros del crucero que conduce a la sindicatura de San Juan, sobre una pequeña colina se puede observar en lo alto una descuidada capilla blanca que se encuentra a la vista de todos, generando una curiosidad inmediata en los turistas.
Si quieres conocer la historia completa de La Capilla del Diablo, así como su importancia en el Pueblo Mágico de San Ignacio, aquí te compartimos el relato.
La historia detrás de la misteriosa capilla de San Ignacio
El origen de esta leyenda se remonta al siglo XIX, y se centra en un mercader español llamado Bernardo Escobosa, quien llegó a Sinaloa con el objetivo de hacer riqueza, ya que trajo consigo telas, perfumes, espejos y otros productos para comercializar.
El punto que marcaría la historia del mercader sería cuando decidió hacer un pacto con el diablo para ser más rico, ya que la ambición de Escobosa no conocía límites. Se dice que desde ese momento, el mercader nunca dejó de ganar y acumular más y más tesoros.
De esta manera, y según cuentan los habitantes, Bernardo Escobosa gozó de una enorme riqueza, llegando incluso a intercambiar mercancía con los mineros de Piaxtla, quienes le terminaban entregando el oro a cambio de productos. El precioso metal terminaría en sus manos para volverlo cada vez y cada vez más rico.
No obstante, la suerte de Bernardo Escobosa se agotaría y acabaría por fallecer. Tras ello, sus familiares quisieron darle una santa sepultura, sin embargo, ese día no parecía ser el adecuado, debido a que supuestamente se formaron nubes y se arremolinaron en el cielo, generando un paisaje sombrío.
Aún con estas extrañas condiciones, los familiares habrían decidido sepultar el cuerpo. Lo que nadie esperaba es que cuando se dirigían al cementerio, un fuerte viento arremetió contra todas las personas, arrancando el ataúd de las manos de quienes lo venían cargando, azotándolo contra una colina a las afueras del pueblo.
La sorpresa de los presentes no podía ser más grande, pues les parecía imposible que un simple viento, por más fuerte que fuera, pudiera arrojar con tanto ahínco un objeto tan pesado con el ataúd que llevaban.
Ante esta situación, los familiares decidieron huir dejando abandonado el féretro en la cima de la colina, puesto que muchos comenzaron a recordar lo que se decía de Escobosa y su supuesto pacto, es decir, estos acontecimientos significaban que El Diablo había reclamado su parte del trato.
A pesar de todo lo ocurrido, los familiares decidieron no tocar nuevamente el féretro, pero sí construir una pequeña capilla que pudiera proteger al ataúd de las inclemencias, siendo la capilla que se puede apreciar hoy en día cerca de la entrada de San Ignacio.
Creas o no en la leyenda, lo cierto es que la historia ha recorrido todos los rincones de Sinaloa, siendo esta uno de los relatos más conocidos de San Ignacio.
En la actualidad, muchas personas curiosas asisten a visitar la edificación, algunas buscando si la historia es real, mientras que otras solo porque es una locación importante en la cultura del municipio.