Se sacó la lotería y puso su reparadora de calzado, con un remolino de suerte ha cosido sueños durante tres décadas en Culiacán
Con un golpe de suerte y mucho trabajo, Magdaleno Quintero levantó El Remolino, un taller en Villa Universidad donde, desde hace más de treinta años, repara calzado, fabrica llaves y conserva la esencia del oficio artesanal


En el fraccionamiento Villa Universidad, en el sector Las Américas de Culiacán, un pequeño taller mantiene vivo el oficio del zapatero. Entre martillazos, olor a cuero y piezas de cerrajería, Magdaleno Quintero trabaja cada día en El Remolino.
Todo comenzó cuando participó en un sorteo de la Lotería Nacional llamado El Remolino de la Suerte. Mandó dos boletos y ganó cincuenta mil pesos en 1995, con los cuales compró el local donde soñaba trabajar, el mismo frente al que pasaba todos los días rumbo a su empleo en El Dorado.
Desde entonces el taller se volvió parte de su vida. En ese espacio pequeño, lleno de herramientas y recuerdos, ha arreglado miles de zapatos y compartido historias con sus clientes.
“Yo trabajaba en el Dorado y pasaba por aquí todos los días. Cuando iba y venía, veía este local y decía: que ese local fuera mío y no tener que ir hasta el Dorado. [...] Cuando llego de Ciudad de México con el premio del sorteo, veo que tenía el letrero de: se vende”, añade con emoción al recordar el golpe de suerte que tuvo.
“Empecé con el calzado, pero después aprendí cerrajería, ya que siempre había estudiantes que venían de fuera y olvidaban sus llaves al regresar. No cualquiera enseña, toqué muchas puertas para que me enseñaran aunque sea lo básico [...] lo demás lo tuve que aprender solo, a base de errores”, menciona.
El local ubicado sobre Calzada de las Américas, en el fraccionamiento Villa Universidad de Culiacán, es un punto muy conocido por los vecinos. Desde ahí brinda reparación de zapatos, cerrajería, venta de artículos electrónicos e impresión 3D. Atiende de lunes a viernes de 9:00 a 6:00, y sábados de 9:00 a 2:00.
Su hijo Sebastián también participa en el negocio familiar, donde ha incorporado impresión 3D y piezas personalizadas para estudiantes de mecatrónica, aeronáutica y medicina. “Yo no quise enseñarles el oficio a mis hijos [...] por eso les dejé que estudiaran lo que quisieran”, añade. Para Magdaleno, el oficio ha sido siempre noble
A sus 56 años se siente agradecido con el camino recorrido. En su taller El Remolino, los zapatos gastados recuperan camino, las llaves vuelven a abrir historias y nuevos rumbos se siguen trazando. Con un trabajo honesto y dedicación, construye comunidad.
“Queremos hacer un negocio familiar enfocado a los jóvenes, continuar con las impresiones y seguir creciendo”, cuenta Magdaleno.
Los momentos clave en la historia de El Remolino
Ganó 50 mil pesos en “El Remolino de la Suerte”, origen del taller.
Priorizó invertir en un lugar de trabajo.
Compró el local que siempre soñó tener en Villa Universidad.
Aprendió cerrajería tocando puertas y perfeccionando el oficio por su cuenta.
Treinta años de servicio continuo en el mismo punto de Culiacán.













