Cada temporada de frío, Paulino Soto y su familia llenan de sabor Culiacán, compartiendo amor, esfuerzo y tradición
Entre aromas, sabores y cariño, Paulino Soto convierte su puesto en un refugio de tradición y alegría, donde cada vaso de atole, chocolate, avena, gordita y pan con mantequilla se comparte con amor sobre el bulevar Agricultores esquina con Sanalona en Culiacán


Culiacán, Sinaloa. - Cuando el fresco de la mañana despierta a la capital sinaloense, las calles se llenan de un aroma que abraza el corazón: atole recién hecho, chocolate caliente y gorditas doraditas que invitan a sonreír. El chisporroteo del disco y el vapor que se eleva de las bebidas crean un pequeño ritual matutino que chicos y grandes esperan con alegría.

Gorditas, atole y tradición familiar: Paulino Soto inspira a Culiacán con sabor y esfuerzo
En medio de este calor de tradición, Paulino Soto y su familia transforman cada día en un acto de amor y esfuerzo. Desde finales de octubre, comparten sus gorditas y bebidas calientes en su puesto sobre el bulevar Agricultores esquina con Sanalona, recordándonos que los sueños se construyen con manos trabajadoras y un corazón lleno de fe.
Para Paulino, dedicarse a este negocio no fue casualidad, sino un legado familiar: “Esto viene de familia. Mi papá toda su vida fue comerciante. Hace un par de años, al estar desempleado, decidí empezar a vender atole en la temporada de frío”, relató con cariño y gratitud.
Con nostalgia y orgullo, recordó que inició con lo que tenía a mano: una mesa y un disco más pequeño, hecho por él mismo. Su pasión por la cocina se combina con sus habilidades en soldadura y herrería, transformando con esfuerzo y creatividad su pequeño sueño en un proyecto lleno de sabor y tradición.
El resto del año, Paulino se dedica a la elaboración y venta de pan, aunque guarda con cariño los recuerdos de cuando vendía tacos, birria y hasta raspados, aprendiendo desde niño que el esfuerzo y la perseverancia son la base para salir adelante.

“Mi papá, Ramón Soto (QEPD), fue de los pioneros en vender tacos en Culiacán. De niño yo y mis hermanos lo acompañábamos a la feria y verbena; mientras él trabajaba, nos tendía cartones y cobijas para dormir. Ahí crecimos entre comercio y esfuerzo”, recordó.
El corazón de su vida y de su esfuerzo es su familia: su esposa Alba Elena Ponce y sus hijas Paulina y Dunia. Todos participan en la preparación y venta de atole, chocolate, avena, gorditas y pan con mantequilla.
“Mi esposa siempre ha estado a mi lado, incluso embarazada de mi segunda hija ayudando. Ahora mis hijas también me apoyan mucho, sin descuidar sus estudios”, afirmó el admirable padre de familia.
Para Paulino, el secreto del éxito está en la constancia, la honestidad y el amor por lo que hace: “Trato de mantener el mismo sabor y calidad cada día. La mayor satisfacción es ver cómo nuestros clientes disfrutan lo que preparamos. Dependemos de ellos y, primero que nada, de Dios”.

Ha habido días difíciles, desvelos y dolores de cabeza, pero la fe y las ganas de salir adelante nunca han faltado. Su mensaje para quienes sueñan con emprender es claro y motivador:
“No necesitas mucho para empezar, solo fe, constancia y amor por lo que haces. Cada esfuerzo suma y cada paso te acerca a tu sueño. Cree en ti, confía en tu talento y valora la solidaridad de quienes te rodean”, recomendó el vendedor de bebidas tradicionales.
Cada mañana, personas de todas las edades llegan con ilusión a saborear sus gorditas, pan con mantequilla, avena, chocolate y atole calientito. Y Paulino Soto, junto a su familia, sigue transmitiendo más que sabor: comparte perseverancia, gratitud y amor.
En cada sorbo y bocado se siente el abrazo de una familia unida, que con humildad y dedicación inspira a toda Culiacán a creer que, con esfuerzo y amor, todo es posible.

Paulino te espera en el bulevar Agricultores, de mañana y tarde, con avena, atole y gorditas llenas de sabor y cariño
Cada día, Paulino comparte el sabor y la tradición de su familia sobre el bulevar Agricultores, esquina con Sanalona (Bulevar Madero), desde temprano en la mañana, de 6:00 a 10:00 a.m., y al caer la tarde, de 6:00 a 9:00 p.m.
Entre el aroma de avena, atole, chocolate y gorditas, el puesto de Paulino se convierte en un refugio de calidez, donde cada visitante recibe más que comida: un abrazo de amor, esfuerzo y dedicación.

























