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Entre hilos y suelas: la vida que Juan Carlos González ha forjado con el oficio de zapatero en el Humaya

Juan Carlos lleva 32 años reparando calzado en Culiacán, preservando un oficio tradicional con esfuerzo y dignidad

10 junio, 2025
Reparadora de Calzado Juan Carlos se encuentra por el bulevar Enrique Cabrera, entre las calles Antonio Topete y Mártires del Río Blanco, frente a la Clínica del IMSS No.36 en el sector Humaya.
Reparadora de Calzado Juan Carlos se encuentra por el bulevar Enrique Cabrera, entre las calles Antonio Topete y Mártires del Río Blanco, frente a la Clínica del IMSS No.36 en el sector Humaya.

En el corazón de Infonavit Humaya, justo frente al IMSS, hay un pequeño taller que guarda más de tres décadas de historias, esfuerzo y oficio. Allí, entre el sonido de las máquinas de coser y el aroma de cuero y pegamento, trabaja cada día Juan Carlos González Brambila, zapatero de profesión y convicción

A sus 52 años, Juan Carlos no solo ha reparado miles de pares de zapatos: ha reconstruido sueños, ha remendado el porvenir de su familia y ha dejado huellas firmes en una profesión que muchos consideran en extinción.

En sus más de 30 años de trabajo, ha enseñado el oficio a varios adolescentes y jóvenes. Algunos lo aprendieron solo de paso; otros lo recuerdan con gratitud.
En sus más de 30 años de trabajo, ha enseñado el oficio a varios adolescentes y jóvenes. Algunos lo aprendieron solo de paso; otros lo recuerdan con gratitud.

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Un oficio heredado de su padre

Todo comenzó cuando aún estaba en primaria. Juan Carlos recuerda con cariño aquellos días en los que su padre, Magdaleno González Gutiérrez, lo invitaba —o más bien, lo encauzaba— a acompañarlo al taller familiar en la colonia Flores Magón, por Juntas del Humaya.

“Me pedían que le llevara de comer a mi papá, y me quedaba observando lo que hacía. Poco a poco me fui involucrando en el oficio”, rememora con nostalgia para Tus Buenas Noticias.



En ese taller, el joven Juan Carlos descubrió su vocación y desarrolló una conexión profunda con su padre, quien reparaba y confeccionaba calzado desde cero, con una precisión artesanal que lo marcó para siempre.

"Mi papá era muy detallista", cuenta Juan Carlos con orgullo. "Hacía una pieza desde el corte hasta terminarla de una manera muy fina. Eso me gustaba mucho. Quizá no tengo la misma delicadeza, pero siempre busqué hacer las cosas lo mejor posible".


No solo repara calzado: Juan Carlos repara también la fe en que los oficios de toda la vida aún tienen futuro.
No solo repara calzado: Juan Carlos repara también la fe en que los oficios de toda la vida aún tienen futuro.

Juan Carlos decide poner su propio taller

Esa ética del trabajo —una mezcla de amor por el detalle y disciplina— fue la base sobre la cual Juan Carlos edificó su propio negocio. Hace 32 años, impulsado por la necesidad de sostener a su nueva familia, decidió independizarse.

El lugar, casi frente al IMSS Humaya, era familiar, lo cual facilitó su arranque. Desde entonces, no se ha movido de ahí. Y lo que comenzó como una necesidad se transformó en un proyecto de vida.

Juan Carlos tiene tres hijos, todos profesionistas: Juan Carlos, el primogénito, Victoria y Miranda Azucena, pero fue el hijo mayor, de profesión ingeniero industrial, quien tras años de experiencia en el sector industrial, decidió regresar a sus raíces.

Su hijo dejó la empresa donde trabajaba para sumarse al taller de su padre, aportando una nueva visión y un nuevo servicio: el lavado especializado de calzado.

“Ahora también ofrecemos servicios como personalización y lavado de tenis. Eso que antes me parecía extraño, ahora lo hacemos con gusto. Hay que adaptarse”, menciona.


Con mucho esmero y profesionalismo, Juan Carlos atiende diariamente a sus clientes en el Infonavit Humaya.
Con mucho esmero y profesionalismo, Juan Carlos atiende diariamente a sus clientes en el Infonavit Humaya.

Un oficio que se adapta a las modas

Esa capacidad de adaptación ha sido crucial para mantenerse en pie. Si bien el oficio zapatero conserva muchas de sus herramientas tradicionales —como sus antiguas máquinas Singer, una de las cuales lo ha acompañado por 27 años—, la forma de consumir calzado ha cambiado.

“Ahora muchos zapatos están hechos para durar poco. Usan materiales biodegradables que, aunque buenos para el ambiente, dificultan su reparación. Es un calzado desechable”, explica.


@tus.buenas.noticias El de Zapatero remendón es un oficio que poco a poco se ha ido perdiendo pero en el Humaya Culiacán, Juan Carlos lo mantiene vivo con pasión #culiacan #oficios ♬ sonido original - Tus Buenas Noticias


Aun así, encuentra oportunidades, pues los tenis deportivos son un producto muy solicitado para reparación, y la personalización se ha convertido en un plus que llama la atención de los más jóvenes.

Y aunque reconoce que la demanda ha bajado, Juan Carlos no cree que el oficio vaya a desaparecer por completo. “Hoy los jóvenes ya no se interesan por esto. Tienen otras formas de pensar. Pero siempre hay alguien que quiere aprender, y este oficio, aunque modesto, puede cambiar vidas”.

Entre hilos y suelas: la vida que Juan Carlos González ha forjado con el oficio de zapatero en el Humaya

Juan Carlos, un ejemplo de resiliencia

Más allá del cuero, las suelas o las agujas, el taller de Juan Carlos es un símbolo de resiliencia. Representa esa capacidad de sostener una familia con dignidad, con trabajo honesto y con las manos curtidas por el esfuerzo. 

“Este oficio ha sido el centro de mi vida. Me ha permitido solventar los gastos familiares, darles estudios a mis hijos, salir adelante”, afirma sin dudar.



Cuando se le pregunta qué le diría a quienes consideran que la reparación de calzado es una actividad en vías de extinción, Juan Carlos responde con la tranquilidad de quien ha encontrado sentido a su labor:

“Es un oficio muy bonito, tiene satisfacciones muy personales. También permite sostener una familia. Puede ser una fuente de ingresos digna, pero se necesita interés, se necesita querer aprenderlo y realizarlo”.



En un mundo cada vez más volcado al consumo rápido, a lo inmediato y lo desechable, historias como la de Juan Carlos González Brambila nos invitan a detenernos. A valorar lo hecho a mano, lo reparado con paciencia, lo rescatado del olvido.

Juan Carlos nos recuerda que detrás de cada zapato remendado hay una vida entera cosida con esfuerzo.

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