Barrancos II: un parque que florece con la comunidad del sur de Culiacán
En Barrancos II, la comunidad del sur de Culiacán encuentra un lugar para convivir, jugar y crecer


En la zona sur de Culiacán, entre la avenida Antonio Nakayama y Enrique González, justo frente al Jardín de Niños Mariano Escobedo, se encuentra un espacio que ha comenzado a cambiar la dinámica de las colonias Barrancos y Nakayama: el Parque Público Barrancos II.
En un sector como Las Torres, donde por años los espacios públicos eran escasos o poco adecuados para el esparcimiento infantil, la existencia de un parque como este representa mucho más que un lugar con juegos.

Es una pequeña conquista urbana, una oportunidad para que las familias encuentren un punto de encuentro seguro, y para que niñas y niños se apropien del espacio público con juegos, risas y convivencia al aire libre.
Un pulmón vecinal
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El parque cuenta con una techumbre que protege del sol durante las horas más intensas, algunos juegos infantiles que invitan a la actividad física y a la imaginación, y un área verde que, aunque modesta, aporta color y vida con su jardín de plantas de ornato.
Para quienes caminan por la zona o llegan con carriolas y bicicletas, es imposible no notar el contraste entre el asfalto citadino y este respiro natural.
Un espacio que fortalece el tejido social
Vecinas y vecinos del área destacan que el parque ha servido para fortalecer el tejido social.
“Antes cada quien estaba en su casa, pero ahora los niños se juntan a jugar, y nosotros aprovechamos para platicar entre vecinos”, comenta Claudia, madre de dos pequeños que acuden regularmente por las tardes.
Este tipo de infraestructura, aunque sencilla, tiene un impacto tangible en la calidad de vida de las comunidades.
Diversos estudios apuntan a que los espacios públicos bien aprovechados no solo mejoran la salud física, sino también la salud mental y emocional de quienes los frecuentan, especialmente en zonas con alta densidad poblacional y con limitado acceso a espacios verdes.
La importancia de un uso responsable
El reto ahora es dar continuidad al mantenimiento del lugar y promover su uso responsable.
En la medida en que las familias hagan suyo el Parque Barrancos II, podrá consolidarse como un modelo replicable para otros sectores de la ciudad: un recordatorio de que, a veces, el cambio comienza con algo tan simple —y tan necesario— como un parque donde jugar. Que los parques sean espacios de convivencia y paz.