Entre fe y constancia, Reynaldo levantó su taquería “El Rey” en La Conquista

Reynaldo Ortiz no se detiene, aunque el día esté flojo o la venta no levante. “Mientras Dios me preste salud, tengo que estar”, dice, convencido de que la constancia es la base de cualquier negocio.

Durante 15 años trabajó como vendedor, hasta que un recorte lo dejó sin empleo. La necesidad lo empujó a buscar otra manera de salir adelante.

Un amigo lo invitó a ayudarle en un negocio de comida y ahí comenzó todo. Observando, se dio cuenta de que no había tacos de buche.

“Ahí me llamó la atención y dije: ‘voy a poner tacos de buche’”.

Inspiración y fe en Dios

No hubo quien le enseñara. “Nadie me enseñó, la pura voluntad de Dios”, asegura. Esa fe lo acompaña todos los días y también está en el nombre de su taquería.

El Rey nace de su nombre, del de su hija Reina y de su confianza en Dios.

“Ese nombre ya no me pertenece, se lo doy a Él”.

Durante la pandemia no cerró. “Uno no se puede parar”, afirma. Trabajó normal, confiando en que el esfuerzo diario daría frutos. Hoy reconoce que la temporada es baja y que a la gente no le alcanza como antes, pero él no falla. “Tienes que estar todos los días”.

En la Taquería El Rey, ubicada por la calle Cometa esquina con el bulevar Conquistadores, el taco cuesta 50 pesos, pero Reynaldo se adapta a las circunstancias de cada cliente.

“Dependiendo cómo vea a la gente”. Para él, vender también es entender.

El trato es tan importante como la comida. “Si la actitud es buena, la gente vuelve”, dice. Esa forma de trabajar se refleja en su familia. Su hija Angie lo resume así: “Siempre está en su negocio, cumpliendo. Es muy disciplinado”.

La taquería abre de 7 de la mañana a 1 de la tarde, de jueves a martes, y descansa los miércoles. Reynaldo insiste en que el consejo para quien quiere emprender es sencillo: consistencia, actitud y paciencia. “La gente pone un negocio y quiere hacerse rica al mes, y así no es”.

Antes de volver a atender, lo dice con la misma calma con la que trabaja: “Si trabajas, no te alcanza; si no trabajas, menos”.

Y regresa al comal, convencido de que el resto, como su fe le ha enseñado, ya no depende de uno. Con su entrega y entusiasmo, Reynaldo diversifica la gastronomía de La Conquista, aportando un distintivo al sector.