Primaria Ana Isabel Sáenz Unger: un modelo de educación ecológica desde Pradera Dorada en Mazatlán
Una comunidad educativa que ha demostrado que la conciencia ecológica puede impactar más que la infraestructura, sembrando la esperanza de un mañana más verde y consciente, donde cada pequeño esfuerzo cuenta.


Al inicio del ciclo escolar 2018-2019 abrió sus puertas la escuela Primaria Ana Isabel Sáenz Unger, un plantel ubicado en Pradera Dorada 6, que fue denominado como la primera escuela ecológica de Sinaloa por la administración en turno.
El plantel, construido con materiales ecológicos, cuenta con 12 aulas, plaza cívica con techumbre, áreas verdes y sala de usos múltiples.
La Directora de la Primaria, Cindy Marisela González Beltrán, quien funge en el puesto desde que el plantel empezó a trabajar, asegura que esta escuela fue un verdadero regalo para la comunidad, pues la necesidad de un espacio de enseñanza para cientos de niños del sector era evidente.
“La escuela fue un regalo para la comunidad y para todos los que trabajamos aquí pues nos las entregaron recién construida, con todo el mobiliario, en excelentes condiciones, con todo lo necesario para trabajar”, señala.
La construcción de esta institución educativa fue una iniciativa conjunta del Gobierno del Estado con la iniciativa privada, a través de Fundación El Cid, con la finalidad de beneficiar a la población estudiantil de la zona y a la vez fomentar la conciencia ecológica y el cuidado del medio ambiente. 
Desafíos y compromisos: manteniendo la visión ecológica a pesar de las limitaciones
Sin embargo, el proyecto de la “escuela ecológica” iba, en un principio, más allá de haber utilizado materiales amigables con el medio ambiente.
Con la finalidad de ahorrar energía se instalaron paneles solares en algunos de los edificios y se pretendía tener un sistema de riego para reutilizar el agua de los lavamanos en el riego de las áreas verdes del plantel.
La maestra Cindy, recuerda que el recibir la escuela estos proyectos estaban en ciernes, pues los paneles solares no estaban funcionando y el sistema de riego no se había instalado, por lo que esperó para que los planes se concretaran.
“Contaba (el plantel) con todas las características para ser la primera escuela ecológica, la primera en su tipo en el estado de Sinaloa, sin embargo, esas características tienen un costo alto de mantenimiento, se pretendía poner paneles solares en todos los edificios para el cuidado de la electricidad pero no se concluyó con ese trabajo, los paneles sólo los tienen algunos edificios y ponerlos a funcionar es muy costoso, es un equipo caro”, explica.

La directora asegura que, lejos de quedarse de brazos cruzados en la escuela decidieron poner manos a la obra para ser esa primaria ecológica que fue anunciada, aún sin la infraestructura, ella y los docentes iniciaron diversas actividades encaminadas al cuidado del medio ambiente.
“Esperé un tiempo para que esto se diera, pero no se concretó, sin embargo, nosotros tenemos un manejo de recursos, así le llamamos, que es cuidado de la electricidad tal cual, esa es una de las cosas que seguimos manteniendo, aunque los paneles no funcionan nosotros tenemos un manejo de recursos adecuado con cosas tan simples como apagar el equipo o si no estás en el aula o no prender los aires si el clima lo permite, los equipos tienen su mantenimiento regular, los propios maestros revisan constantemente los filtros”, señala convencida de que estos hábitos aportan al cuidado del medio ambiente.
Cultura ecológica en acción: iniciativas que transforman a los estudiantes y a la comunidad
El sistema de riego que se planeaba requería de una tubería especial y el uso de un jabón específico para que el agua se pudiera reutilizar y aunque este proyecto no llegó a cristalizarse, la comunidad escolar también aprendió a cuidar el agua y no desperdiciar el líquido vital.
Entre otros hábitos y programas que se mantienen en la Primaria Ana Isabel Sáenz Unger, están el separado de basura, el reciclaje y el uso de pintura ecológica para el mantenimiento del plantel.
Aunque en ocasiones mantener el ritmo en estas acciones ha sido complicado, la maestra asegura que el apoyo de los padres de familia para llevar a cabo estas prácticas en casa ayuda mucho a que los pequeños mantengan la conciencia ecológica que se les inculca en la escuela. 
“La separación de basura es un ejemplo, es cuestión de cultura y aquí lo hacemos desde principio, es complicado y batallamos mucho a veces damos un paso adelante y dos para atrás, pero seguimos trabajando en ello. En las aulas tenemos botes para la separación de desechos con letreros”, explica.
El programa de reciclado se mantiene año con año, el intendente reúne todo el cartón, papel y otros materiales reciclables y cuando acumula una buena cantidad los lleva a vender.
De igual manera se ha hecho tradición dedicar un día especial al finalizar cada ciclo escolar para que los niños lleven sus libros de texto a la escuela y todo el papel recolectado se lleve a un centro de reciclaje.
“De esto obtenemos un recurso muy simbólico, pero es importante que los niños sepan que aquí se recicla y con el dinero hacemos algo en la escuela”, asegura la maestra.
Un futuro sostenible: la importancia del apoyo familiar en la educación ambiental
Todas estas actividades y el apoyo de los padres de familia comprometidos con la vocación ecológica de la escuela donde estudian sus hijos ha creado una comunidad estudiantil muy participativa, que alcanza sus metas y va por más cada ciclo escolar.
“Yo agradezco es lo que se sembró en la comunidad con la idea de una escuela ecológica en este sector, porque los padres son muy comprometidos y si los papás lo hacen en casa (cuidar el medio ambiente) es obvio que los niños también lo hagan”, dice con orgullo.
La maestra Cindy asegura que esta dinámica de la comunidad educativa se refleja en cosas simples pero muy significativas, en las que los niños demuestran su cultura ecológica y más allá de eso sus valores de respeto y cuidado de su entorno. 
“Yo siempre digo esto porque me parece increíble, la escuela tiene ocho años y yo no he vuelto a comprar otro bote de basura. Los niños cuidan mucho todo, cuidan mucho sus materiales, también el mobiliario yo creo que los niños tienen esa conciencia gracias a sus padres y eso ha sido lo mejor de todo”, señala motivada.
A pesar de tener ya ocho años trabajando, la Primaria Ana Isabel Sáenz Unger luce casi como el primer ciclo escolar, las instalaciones cuidadas y los niños felices de pertenecer a un plantel ejemplar son características que se notan a primera vista.
“La escuela nos la dieron nueva pero después de ocho años de sigue manteniendo en perfectas condiciones y eso es gracias a los niños. Estoy segura de que si trabajamos aún más y tuviéramos los recursos que se requieren para echar a andar esa infraestructura para el cuidado ecológico, segura estoy de que nos iría bien”, dice la profesora esperanzada.
Actualmente la primaria tiene una población estudiantil de 480 alumnos en el turno matutino y el ciclo escolar pasado abrió el turno vespertino que también está lleno, pues la demanda de espacios educativos en el sector es creciente.
“Los papás nos han recibido muy bien, nos lo dicen siempre, que están felices porque aquí sus hijos aprenden muchas cosas y están bien cuidados”, asegura la directora.
De la mano de las actividades ecológicas en la primaria se realizan muchas otras actividades con diversos propósitos que van desde el académico, hasta la convivencia de la comunidad educativa y la recaudación de fondos.
“Cada año variamos las actividades. Durante dos años hicimos dos kermes en el ciclo escolar, se fue juntando dinero y se equipó a todos los salones de proyectores. Este año nuestra primera actividad es una gala navideña”, señala.
La Primaria Ana Isabel Sáenz Unger no solo se destaca como un ejemplo de infraestructura ecológica, sino que también se ha convertido en ejemplo de conciencia ambiental y comunidad unida. 
A pesar de los desafíos que ha enfrentado en la implementación de sus iniciativas ecológicas, la dedicación de la directora Cindy Marisela González Beltrán y el compromiso de alumnos, maestros y padres de familia ha permitido que los valores de cuidado y respeto por el entorno florezcan en la comunidad.
Los hábitos de reciclaje, la separación de basura y el uso consciente de los recursos demuestran que, aunque los proyectos iniciales no se hayan concretado completamente, el espíritu de una escuela ecológica está vivo y presente en cada rincón del plantel.
La historia de la Primaria Ana Isabel Sáenz Unger es un testimonio de lo que se puede lograr cuando la comunidad se une en torno a un objetivo común: educar a las nuevas generaciones en el respeto y cuidado del medio ambiente.
Así, se siembra la esperanza de un mañana más verde y consciente, donde cada pequeño esfuerzo cuenta.














