Arely Zazueta: Odontóloga que transforma el dolor del duelo en una misión de ayuda en Culiacán
La odontóloga y consultora Arely Zazueta transforma su historia de pérdida en una misión de esperanza. Lidera en Culiacán la ceremonia Ola de Luz, un espacio para iluminar el duelo con esperanza


Entre instrumentos odontológicos y velas encendidas, Arely Zazueta Niebla, de 36 años, ha aprendido que sanar va más allá de lo físico.
Odontóloga de profesión y consultora en duelo gestacional, perinatal y neonatal, ha transformado su propia historia de pérdida en una misión de vida: acompañar con empatía a quienes transitan por el dolor más profundo, el de despedir a un hijo antes de tiempo.

De la odontología al servicio desde el corazón
Desde niña, Arely supo que quería dedicarse a la salud. “Siempre me llamó la atención la odontología porque veía la necesidad en mi familia de acudir a consultas preventivas”, recuerda.
Tras concluir la maestría, decidió abrir su primer consultorio en Tierra Blanca, una colonia emblemática de Culiacán, donde hoy combina su labor profesional con el trabajo en la universidad.
Su práctica odontológica, sin embargo, convive con una vocación más íntima: el acompañamiento en el duelo. Esa nueva etapa nació en medio de la adversidad. En 2021, Arely perdió a su hija Naomi, de casi tres meses de nacida, en plena pandemia.
Aquel golpe la sumió en una depresión que la llevó a buscar respuestas más allá de la medicina.
“Fui a terapia, pero no me caía el veinte. Era un duelo que no estaba bien acompañado”, comparte con serenidad.
Poco después, volvió a embarazarse, pero un nuevo diagnóstico adverso le advirtió que su bebé no sería compatible con la vida. Enfrentar dos pérdidas consecutivas la llevó a un punto de quiebre… y de transformación.
El nacimiento de una nueva vocación
A través del dolor, Arely descubrió el poder del acompañamiento. Se formó en consultoría de duelo gestacional, perinatal y neonatal, cursó diplomados en tanatología y actualmente busca certificarse en el Código Mariposa, un protocolo hospitalario internacional que promueve la atención integral a familias que viven una pérdida de este tipo.
“En los hospitales todavía hay muchos huecos. Falta empatía, información y herramientas para acompañar este tipo de muertes con sensibilidad”, explica.
Su objetivo es preparar al personal de salud en Sinaloa para que ningún padre o madre viva el duelo en soledad o bajo frases que, aunque bienintencionadas, hieren.
Arely lo dice sin dramatismo, pero con firmeza: “La muerte de un hijo no se supera, se aprende a vivir con ella. Y eso solo se logra reconociéndolos, hablándoles y amándolos desde otro lugar”.

Ola de Luz: iluminar el duelo con esperanza
Esa convicción la llevó a crear, hace tres años, la ceremonia “Ola de Luz” en Culiacán, un evento que el pasado 12 de octubre reunió a decenas de familias en el Parque Las Riberas para recordar a sus hijos fallecidos en etapa gestacional, perinatal o neonatal.
Vestidos de blanco, padres, madres y hermanos participaron en actividades de arteterapia, escribiendo los nombres de sus hijos en piedras y banderines. Al caer la tarde, todos formaron un círculo y encendieron velas mientras pronunciaban los nombres de sus pequeños.
Así nació una ola luminosa de amor y memoria que recorrió el parque y los corazones de los presentes.
“Hablar de la muerte sigue siendo incómodo, pero es lo más seguro que tenemos en la vida. Este espacio permite hacerlo sin miedo, sin culpa y sin vergüenza”, expresó Arely durante su mensaje.
El evento se suma a una tradición global que cada 15 de octubre recorre el mundo -por ello se denomina Ola de Luz-, conectando husos horarios y corazones.
En cada país, a las siete de la tarde, se encienden velas que permanecen prendidas por una hora, formando una cadena luminosa en memoria de los bebés que partieron demasiado pronto.

De la pérdida al propósito
Más allá de los rituales, el movimiento impulsado por Arely busca generar comunidad. “Muchas mujeres viven esto en silencio por miedo al juicio. Cuando empecé a hablar de mi historia, muchas amigas se acercaron a decirme: ‘A mí también me pasó, pero nunca lo dije’”, relata.
Ella misma ha experimentado el proceso de duelo tras la pérdida de cinco hijos (cuatro celestiales y uno terrenal), experiencia que la motivó a acompañar a otras familias.
Esa apertura dio origen a un círculo mensual de acompañamiento donde madres —y algunos padres— comparten su experiencia sin miedo a ser incomprendidos. “Es nuestra forma de mantenerlos presentes”, afirma tranquila.

Sanar corriendo
Arely también ha encontrado en el deporte una forma de liberar la mente. Desde joven, su padre la impulsó a participar en carreras y caminatas, hábito que hoy mantiene con su esposo, su hermana y su hija.
“Correr no es solo mover los pies, es liberar la mente, fortalecer el cuerpo y alimentar el alma”, dice.
El ejercicio ha sido clave para superar la depresión, afirma. “Es mi terapia. Me hace sentir viva y me recuerda que puedo llegar a la meta, aunque el camino sea duro.”
“Mi propósito es seguir creciendo profesional y humanamente, enseñar que del dolor también puede nacer la luz. Que no todo termina con la pérdida: a veces, apenas empieza”.























