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Pan de mujer con historia: la fe y el esfuerzo de María Estela en Culiacán

Junto con su esposo, María Estela Cervantes retoma el oficio de hacer pan de mujer en Culiacán, convirtiéndolo en sustento y tradición familiar

26 septiembre, 2025
La historia de María Estela Cervantes Solorio se refleja en cada pieza, recordando que detrás del pan hay madrugadas de amasado, paciencia, fe y un compromiso inquebrantable. | Imágenes de Francisco Castro
La historia de María Estela Cervantes Solorio se refleja en cada pieza, recordando que detrás del pan hay madrugadas de amasado, paciencia, fe y un compromiso inquebrantable. | Imágenes de Francisco Castro

En una esquina de la colonia Plutarco Elías Calles, al sur de Culiacán, el aroma a pan recién horneado anuncia la presencia de María Estela Cervantes Solorio

Sobre una mesa sencilla, en la esquina de Hilario Medina y Cándido Avilés, coloca las bandejas de pinturitas, coricos y pan de mujer que, con dedicación y fe, prepara junto a su esposo para sostener la economía familiar.

El caso de María Estela refleja el papel que juegan los pequeños negocios en la vida de las colonias. Más allá de lo económico, generan vínculos y fortalecen la identidad comunitaria.
El caso de María Estela refleja el papel que juegan los pequeños negocios en la vida de las colonias. Más allá de lo económico, generan vínculos y fortalecen la identidad comunitaria.
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María Estela, próxima a cumplir 48 años y originaria de La Piedad, Michoacán, llegó a Culiacán hace varias décadas, donde ha formado su familia. Desde hace 32 años comparte la vida con su esposo Fernando, con quien ha criado a cuatro hijos: una hija de 31 años, y tres varones de 28, 24 y 10.

El comienzo de María Estela en el oficio de la panadería

Hace veinte años iniciaron juntos en la panadería como alternativa para mejorar el ingreso familiar. Sin conocimientos, aprendieron a base de intentos fallidos

“Echamos a perder muchos kilos de harina”, recuerda entre sonrisas para Tus Buenas Noticias.


Fue gracias a la guía silenciosa de una vecina panadera, a quien observaba trabajar, que poco a poco fueron puliendo la técnica hasta lograr el pan que hoy los identifica al sur de Culiacán.

La llegada de su hijo menor los llevó a pausar el proyecto. Ahora, con él ya adolescente, han retomado el oficio como un camino de sustento y, al mismo tiempo, de orgullo personal.

Madrugadas de amasado y disciplina familiar

El día comienza temprano en casa de los Cervantes. A las 3:30 de la mañana, María Estela amasa la harina y deja todo listo para que su esposo, a partir de las 7, se encargue de hornear. 

“Él tiene bien medidos los tiempos”, explica. Son un equipo en el que cada quien aporta lo mejor de sí: ella prepara, él hornea, y juntos cuidan cada detalle para ofrecer un producto fresco y de calidad.


Entre 5 y 7 kilos de harina se convierten diariamente en pan de mujer, coricos y conchas que se venden en la esquina de Hilario Medina y Cándido Avilés. La jornada inicia a las 9 de la mañana y concluye hacia las 5 de la tarde, aunque muchas veces se agota antes.

El precio es accesible: 18 pesos por pieza de pan y 20 pesos por un paquete de 15 coricos.

La historia de María Estela demuestra que el esfuerzo, cuando se mezcla con pasión y fe, puede transformarse en un pan que alimenta mucho más que el cuerpo: alimenta también el espíritu.
La historia de María Estela demuestra que el esfuerzo, cuando se mezcla con pasión y fe, puede transformarse en un pan que alimenta mucho más que el cuerpo: alimenta también el espíritu.

El favorito de muchos es el pan con calabaza, aunque los jóvenes prefieren el de queso philadelphia, comparte. La variedad también incluye pan con piloncillo y el tradicional natural. “La gente me dice que no hay otro pan tan rico como este”, asegura con orgullo.


El pan como símbolo de fe y esperanza

Más allá del ingreso, para María Estela, la panadería es un recordatorio de la importancia de la fe y la esperanza. “Siempre pienso en positivo. Todos los días salgo de casa con la idea de que voy a vender todo, y casi siempre sucede”, afirma convencida.

Esa mentalidad, acompañada de su fe, ha sido la clave para resistir momentos difíciles, como el desempleo que recientemente golpeó a la familia. Con esa fuerza, incluso construyeron con sus propias manos el horno que hoy utilizan.

“El sacrificio trae frutos”, comenta, y al decirlo transmite la certeza de quien sabe que el trabajo constante y la confianza en Dios son motores poderosos.


De los inicios en el centro a la esquina de su colonia

Cuando recuerda sus primeros años como vendedora, evoca las jornadas en pleno centro de Culiacán, frente a la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Rosario.

“Llevaba dos bandejas con pan y una cubeta para sentarme”, cuenta. Eran días de esfuerzo intenso, pero también de aprendizaje, que hoy la impulsan a valorar lo que han construido.

Su experiencia le genera empatía hacia quienes empiezan un negocio. “Cuando veo a alguien que inicia, me conmueve porque sé lo que significa. Es un camino de sacrificios y retos, pero al final da fruto”, comparte.


Una tradición con futuro

El negocio no solo representa ingresos, también ha forjado un legado para sus hijos, quienes han visto de cerca la disciplina y la entrega de sus padres. Cada pieza de pan lleva impreso ese mensaje: que con trabajo, unidad familiar y fe se puede salir adelante.

En una época marcada por la incertidumbre laboral, la decisión de retomar la panadería muestra cómo un oficio tradicional puede convertirse en fuente de estabilidad. Su mesa en la banqueta no es simplemente un punto de venta: es también símbolo de resistencia y creatividad frente a las adversidades.

Pan que alimenta cuerpo y espíritu

Vecinos, clientes ocasionales y familias enteras llegan hasta la esquina para comprar. Más allá del sabor, se llevan la calidez del trato de María Estela.

En Culiacán, el pan de mujer de María Estela y su esposo ya no es solo un alimento: es también un lazo comunitario que une a vecinos y da esperanza.


Una muestra de que el esfuerzo, cuando se hornea con pasión y optimismo, sabe a futuro. Nos demuestra que el trabajo honesto y la calidad rinden frutos.



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