El menudo de Armando Márquez, una tradición del Mercadito Humaya en Culiacán
Con esfuerzo, Armando Márquez ha convertido su lonchería en el Mercadito Humaya en un punto de encuentro para quienes buscan caldos y antojitos con sabor auténtico en Culiacán


A las cuatro de la madrugada, cuando Culiacán apenas despierta, Armando Márquez ya está en su cocina del Mercadito Humaya. Desde hace décadas, este cocinero ha hecho de la gastronomía no solo un oficio, sino un estilo de vida que le ha dado identidad, sustento y un lugar en la comunidad.
Su historia con la cocina comenzó hace décadas, mucho antes de abrir su negocio actual, la “Lonchería de lo Mejor”, donde lleva ya diez años ofreciendo caldos y antojitos.

Los inicios de Armando en la cocina
En sus inicios, Armando trabajaba en comedores improvisados para alimentar a trabajadores de obras importantes en la ciudad, como Soriana, Walmart y otros proyectos que marcaron el desarrollo urbano de Culiacán.
En estos lugares alimentaba a cuadrillas de entre 40 y 100 obreros. “Era duro, pero bonito; aprendí que la comida no solo llena el estómago, también da ánimo para seguir trabajando”, recuerda en entrevista para Tus Buenas Noticias.
Aunque proviene de una familia dedicada al comercio y a la venta de pescados, Armando encontró en la cocina su verdadera vocación.
Los viajes que realizó por Centroamérica, Sudamérica y hasta Italia le permitieron conocer otras culturas gastronómicas, sabores y técnicas que luego integró a su sazón. “La vida me enseñó a cocinar; en cada lugar aprendí algo nuevo”, dice.
El menudo, su especialidad
En el Mercadito Humaya, su carta es variada, pero hay un sello que lo distingue: los caldos. El menudo, el pozole, la cabeza de res y la birria son su carta fuerte, aquellos platillos que lo han convertido en referencia para quienes buscan un desayuno robusto y reconfortante.
“Aquí a la gente le gusta que les dé gusto, lo que en casa no les preparan, yo aquí se los hago”, comenta con orgullo desde su lonchería en el Infonavit Humaya.
La cocina, una profesión de retos
El camino no ha sido fácil. En estos diez años, su local ha enfrentado inundaciones, inseguridad y la pandemia de COVID-19. Tres veces el agua arrasó con parte de su inversión, y aun así volvió a levantarse.
Durante la crisis sanitaria, cuando muchos locatarios cerraron, Armando resistió gracias a la clientela fiel que le pedía comida para llevar.
Hoy, se sostiene con el apoyo de vecinos, cafeteros y clientes habituales, muchos de los cuales lo llaman desde temprano para apartar su menudo o su pozole. Su jornada termina a las dos de la tarde, cuando cierra el local después de haber alimentado a decenas de comensales.
Para Armando, la clave de permanecer ha sido la constancia, la atención cercana y el sabor auténtico. “No estudié para chef, pero la vida me hizo cocinero”, resume.