Vero y su carrito de snacks: un negocio que financió su sueño y hoy alimenta esperanzas en Los Ángeles
Con su carrito de snacks, Vero pagó la universidad, se convirtió en trabajadora social y hoy alimenta sueños en Culiacán


Todas las tardes, al caer el sol, una mesa llena de mangolocas, maruchans “mechudas” y papas locas recibe a los vecinos del fraccionamiento Los Ángeles, en el Parque Santa Cristina. Se trata de Snacks Anely.
Detrás de ese carrito de antojos está Verónica Zarco Ornelas, o simplemente "Vero", como la llaman con cariño sus clientes. A sus 35 años, es madre, trabajadora, vendedora ambulante y, desde hace poco, también licenciada en Trabajo Social.

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La herencia de su madre: el gusto por las ventas
El pequeño negocio de snacks que hoy le brinda sustento fue un regalo con propósito: su madre se lo pasó hace seis años, con una sola condición. “Úsalo para pagarte los estudios”, le dijo.
Así, entre salchichas, gomitas picosas y vasos de esquite, Vero construyó el camino que la llevaría a la universidad. Hoy, con orgullo, dice: “Gracias a este negocio, terminé la carrera”.
La constancia es clave frente a la adversidad
Su rutina no era sencilla. Entre semana hacía sus prácticas, por las tardes vendía snacks en el parque, los fines de semana estudiaba. Todo, mientras criaba a sus dos hijas —una adolescente de 19 años que ya trabaja y una pequeña de 8 que cursa la primaria—.
“No fue fácil, había días que no podía abrir por las prácticas o por las tareas de la escuela de mis niñas. Pero tener este negocio me permitió ser mi propia jefa, ajustar mis horarios y seguir”, relata.
El trayecto no estuvo libre de dificultades. Recuerda que al principio vendía apenas 500 pesos al día, y que su puesto improvisado con un tejabán no resistía las lluvias.
Con el tiempo, mejoró el espacio, contrató a una ayudante de confianza —Sara— y, lo más importante, se ganó el cariño de una clientela que hoy la busca por sus recetas únicas y por el trato cálido que ofrece.
La gestoría social, su otra pasión
Pero Vero no solo vende. También construye comunidad. Forma parte del comité vecinal del parque y organiza eventos para las infancias.
“No hay Día del Niño que no celebremos aquí”, dice con una sonrisa. Su vocación por ayudar comenzó en la carrera, cuando participó en proyectos de reforestación y reciclaje en la colonia CNOP junto a Parques Alegres IAP. Hoy, esos valores siguen guiando sus pasos.
La venta de snacks le ha cambiado la vida
El menú de Snacks Anely, lleno de creatividad, incluye delicias como la “mechuda”: una maruchan sin caldo, coronada con esquites y rodeada de tostitos. También ofrece cevicheros de cacahuate, chimichangas, gomitas y las favoritas de muchos: las mangolocas.
Abre de lunes a sábado, de 5 a 10 p.m. Y aunque la situación económica a veces se pone difícil, Vero sigue firme. “Si un día está muy solo, no abro. Pero nunca he pensado en cerrar. Este negocio me cambió la vida”.
Hoy, convertida en trabajadora social, Vero no solo logró superarse, también inspira a quienes pasan por su puesto. Porque en cada vaso de esquites, en cada maruchan mechuda, hay algo más que sabor: hay esfuerzo, hay comunidad, y sobre todo, hay una historia de esperanza.