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Carmelita encontró en los tianguis alegría, color y vida

Hace 23 años descubrió una forma distinta de ganarse la vida.

1 julio, 2022
Carmelita encontró en los tianguis alegría, color y vida

Culiacán, Sinaloa.- Desde muy joven, María del Carmen Hidalgo Delgado ha sido una mujer muy trabajadora. Ejemplo de dedicación y pasión por la labor que desempeña.

Durante sus años de juventud se desarrolló como agente de viajes. 30 años le fueron reconocidos en esta labor.

Así, con mucho esfuerzo logró sacar adelante a su única hija Fernanda, a quién educó y guio con todo el amor que solo una buena madre sabe hacerlo.

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La incursión de Carmelita en el mundo de la venta en los tianguis surgió como una oportunidad repentina.

Mientras aún se desempeñaba como agente de viajes, durante una plática casual con una de sus amigas sobre la complejidad de la situación económica, su amiga respondió que para muchas personas la venta en los tianguis era una buena opción y le extendió la invitación a “probar suerte”.

Carmelita jamás había pensado en dedicarse a la venta de artículos de segunda mano y menos en un tianguis.

“Yo sabía lo que era un tianguis, pero no me imaginaba todo lo que significaba poner un puesto de venta de artículos de segunda mano”, para ella fue una experiencia agradable.

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Entendió que con los artículos que ya no utilizaba podía obtener un dinerito extra y le gustó la idea.

“Me gustó la venta. El trato con la gente y sobre todo que vi la oportunidad de ganar un dinero extra aparte de mi sueldo, que, aunque no era un mal sueldo, a nadie le cae mal una entrada extra”, dice con una voz reflexiva.

Carmelita recuerda cómo es que al llegar a casa juntó los juguetes que su niña ya no utilizaba, ropa que ya no le quedaba a la pequeña y emprendió su aventura.

Esperó a que llegara el domingo y ya estaba lista para irse a conocer ese nuevo mundo.

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“Yo me inicié vendiendo en un tianguis lejísimos en la 5 de febrero. Me subía en un camión Petróleos y hasta donde terminaba la ruta me bajaba. Había que caminar al menos 12 cuadras a las 6:00 de la mañana cargando una bolsota, y allá iba a vender”, dice mientras hace memoria de aquellos ayeres.

Los tiempos han cambiado y también las necesidades de las personas, de eso  está segura Carmelita, pero en el comercio hay que adaptarse a las  tendencias.

“Es que al tianguis van personas de todas clases sociales. Tanto a vender como a comprar. Todos vamos buscando buenos productos y por supuesto que a precios accesibles”, menciona Carmelita.

A sus 72 años, es una señora que en su hablar denota elegancia, cortesía y buenos modales.

Por lo que ella es una de las vendedoras más distinguidas del lugar. Desde hace 23 años tomó la decisión de vender ropa, zapatos y bolsas de segunda mano. No sólo busca buena mercancía, también le gusta lucir buena apariencia.

“A mí, me ubican por dos cosas. Primero por el cabello rojo, y porque las cosas que vendo están muy buenas condiciones. Todo va limpio, desinfectado y sobre todo a muy buen precio. Es que a mí me encanta esto. Lo hago con amor”, dice con una sonrisa.

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Para Carmelita y su familia, el tianguis ha sido “una bendición”. Le ha permitido aportar al sostén de su hogar.

Como dice, hay personas que se dedican a la venta de productos en los tianguis y que tienen que invertir y comprar lo que posteriormente van a vender.

En su caso es diferente, porque sus amistades y familiares le proveen muchos de los artículos que tiene a la venta.

“Yo no gasto nada. Todo es ganancia. Mi familia me trae muchas cosas en muy buen estado y yo rápido lavo, limpio y desinfecto todo. Incluso si es necesario ajusto algunas puntadas o cualquier detalle para que la prenda vaya en las mejores condiciones”, dice con orgullo.

Es que, según su experiencia, los clientes que se acercan en busca de alguna prenda lo hacen esperando un buen producto y a un precio accesible. Para ella vender sus artículos en las mejores condiciones es lo óptimo para generar mayores ganancias y sobre todo la confianza de la gente.

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“Lo que puedo decir con orgullo es que a mí nunca me han devuelto nada. Yo arreglo cada detalle, si tiene un hoyo, yo lo arreglo. Que no le falte un botón, ni un detalle. Porque la gente sabe que está comprando ropa usadita pero aun así se fija y busca ropa en buenas condiciones. Yo cuido cada detalle”. Dice con firmeza.

Ahora Carmelita ya no tiene que estar en punto de las 5:30 de la mañana en el tianguis. Solo tiene que salir de su casa y exhibir sus artículos para que los clientes lleguen.

“Ya tengo mucho tiempo poniéndome aquí. Me da permiso el vecino de ponerme en la banqueta de su casa que está por el boulevard Las Torres. Ahí saco mis “tiliches”, hago mi colgadero y ya la gente sabe y viene a buscarme”, dice.

En la colonia Barrancos, de Culiacán, Sinaloa, Carmelita se ha convertido en un ejemplo de perseverancia, de lucha y sobre todo de dedicación y disciplina.

Las situaciones difíciles de la vida no le han impedido salir adelante y ha encontrado en los tianguis un lugar donde obtiene todo lo que necesita.

Para ella, es como un refugio de los días difíciles. Y sobre todo es un sustento que la ayuda a salir adelante.

Con cloro, bicarbonato y vinagre no solo limpia y da vida a sus productos que deja como nuevos, también revitaliza su deseo de seguir trabajando y mantenerse en pie cada día.

Carmelita descubrió en los tianguis una alegre forma de ganarse la vida, con su pelo rojo brilla a la distancia en el tiempo. El tianguis también es vida.

 

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