Con un emotivo concierto, niños y niñas de los talleres Ukecuentos demostraron cómo la música y la literatura fortalecen la convivencia, la identidad comunitaria y la esperanza en Culiacán
Por: Juan Madrigal
Culiacán, Sinaloa. - Con sonrisas, acordes y aplausos que nacieron del corazón, la música se convirtió en puente de encuentro y esperanza en la plazuela Obregón. Ahí, en pleno centro de la ciudad, concluyeron con un emotivo concierto los talleres “Ukecuentos”, a cargo de Alejandra Angulo Lavín y Luis Ildefonso Núñez Valenzuela, una experiencia que durante meses sembró arte, imaginación y paz en las infancias de la periferia de Culiacán.
Concierto Ukecuentos llena de arte la plazuela Obregón
De marzo a diciembre, niñas y niños de tres escuelas primarias, “María Trinidad Dorame Ramos”, en la colonia Ilusiones; “Amparo Ochoa”, en la colonia 22 de Diciembre; y “Guadalupe Victoria”, en Loma de Rodriguera, encontraron en la música y la literatura una nueva forma de expresarse, soñar y creer en sí mismos.
A través del ukelele y los cuentos, descubrieron historias, autores y, sobre todo, su propia voz.
Cada taller, con una duración de tres meses, fue mucho más que un espacio de aprendizaje artístico. Fue un punto de encuentro comunitario que promovió la integración, la inclusión y la armonía social, fortaleciendo la identidad, la memoria colectiva y el amor por la diversidad cultural.
Una acción construida con y desde la comunidad, alineada al programa Proyectos Culturales Comunitarios 2025 “Cultura para la Paz”, impulsado por el Instituto Municipal de Cultura Culiacán (IMCC).
El concierto final fue la prueba viva de que el arte transforma. Padres y madres, visiblemente emocionados, aplaudieron con orgullo cada interpretación, celebrando no solo el talento de sus hijas e hijos, sino también el camino recorrido: uno de esfuerzo, disciplina y alegría compartida.
“Ukecuentos” cerró su ciclo dejando algo invaluable: la certeza de que cuando la cultura llega a las colonias, florecen la confianza, la convivencia y la esperanza. Porque en cada acorde tocado por estas niñas y niños, se escuchó un mensaje claro: la paz también se construye con música, cuentos y comunidad.