HUMANISMO NO ES BUENISMO

Hace unos días alguien me dijo: “Eres muy exigente.” Lo dijo como si fuera un defecto, y me hizo pensar.

Por: Ildefonso Avilez

Vivimos en una época donde exigir se confunde con agredir, y donde muchos directores creen que ser humanista es no incomodar a nadie. Pero a veces, liderar también es generar incomodidad.

En toda organización sana hay una dosis de incomodidad. Es la tensión que impulsa a mejorar.

El verdadero liderazgo humanista es el que sabe distinguir entre humanismo y buenismo. No hay que confundirse.

El buenismo evita el conflicto y huye de las conversaciones difíciles. El buenismo no supervisa y exige poco. El buenismo es la tolerancia excesiva ante malos resultados. 

Despedir a los empleados tóxicos no te hace menos humanista. El liderazgo humanista evita que los tóxicos impongan su ley.

Exigir y sacar lo mejor de las personas, tampoco te hace menos humano. El liderazgo humanista es el que impulsa a los demás a la mejor versión de sí mismos. Y distinguir entre quienes tienen talento y quienes no, tampoco te hace menos humano.

El liderazgo humanista no es una teoría bonita, es una práctica exigente y difícil. Se trata de dirigir organizaciones que den resultados, pero no de cualquier manera. Dar resultados sin destruir a las personas en el camino. 

Ser humanista es respetar, crecer, acompañar, pero también exigir, evaluar, decidir y evitar la mediocridad. El verdadero liderazgo humanista hace crecer la empresa haciendo crecer a las personas.

¿Cuál es nuestro reto como líderes? Hacer empresas humanistas y competitivas, las dos cosas.

Porque pensar que podemos liderar con buenismo, y al mismo tiempo, ganarle a nuestra competencia es un error garrafal.

Hay que poner compromiso, exigencia y talento en todo lo que hacemos para que nos genere resultados.

Y eso no se logra con buenismo.  No nos engañemos.

El liderazgo humanista no busca que todos estén cómodos, sino que todos crezcan.

Ildefonso Avilez

Fundador de GANAR Podcast

@ildeavilezb

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