Resiliencia sobre ruedas y a pie de calle: cómo Antonio transformó la herrería en un negocio ambulante que resiste la competencia y la inseguridad
Hace seis años, Antonio Rafael Ponce Avitia, originario de Culiacán, tomó una decisión que cambiaría su vida: dejó atrás su taller de herrería, donde trabajaba con ayudantes y suficiente herramienta, para dedicarse a vender accesorios domésticos y herramienta usada en los tianguis.
Tomó una decisión que, aunque llena de altibajos, le ha permitido subsistir y conocer de cerca la dinámica económica de Villa Juárez.
Antonio probó suerte primero en los tianguis de Culiacán, pero pronto se dio cuenta de que los clientes buscaban precios demasiado bajos, lo que hacía imposible sostener su negocio.
Sin embargo, en Villa Juárez encontró un mercado distinto: las ferreterías locales venden más caro, lo que le permite ofrecer precios competitivos en su puesto callejero y mantener un margen de ganancia.
Herramienta para el hogar y el jornal: lo que más se vende
Su mercancía incluye desde llaves de fregadero, mangueras y tubería, hasta reguladores, parrillas de estufas portátiles —que él mismo limpia y arma— y una gran variedad de herramientas que los jornaleros agrícolas utilizan para habilitar sus casas temporales o para el trabajo diario.
Compra estos productos en ferreterías, y también en otros tianguis, donde adquiere material de reventa, tanto nuevo como usado.
El camino no ha sido fácil. Antonio lamenta que en los últimos dos años surgió competencia directa, pues más vendedores comenzaron a ofrecer productos similares.
“Aunque Dios da para todos, cuando hay mucha gente da menos”, reflexiona, mientras observa cómo cada fin de semana el tianguis se llena de puestos de ropa y herramienta.
La temporada baja del mes de julio golpeó duro este año:
“Estuvo más feo, con escaso trabajo y mal pagado”, cuenta
Muchos compañeros se arrepintieron de no haber migrado a otros campos del país, pues la falta de empleo afectó el movimiento económico local.
Sin embargo, confía en que durante agosto haya un repunte, cuando regresen los migrantes que se fueron a Hermosillo y Chihuahua para las cosechas.
Oficios múltiples para entender a los clientes
Además de comerciante, Antonio ha probado otros oficios en Villa Juárez: ha trabajado como jornalero agrícola y hasta como operador de camiones que transportan trabajadores del campo, buscando conocer mejor las necesidades de sus clientes.
Renta un cuarto en la localidad para guardar su mercancía y planea invertir más para ampliar su oferta de productos y explorar ventas en otros lugares.
Inseguridad, un obstáculo que no lo detiene
El tema de la inseguridad también ha hecho mella en las ventas; algunos clientes han dejado de asistir con regularidad al tianguis.
Sin embargo, Antonio sigue apostando por su negocio, con la esperanza de que el regreso de los jornaleros migrantes revitalice la economía y le permita seguir ofreciendo a la comunidad herramientas y artículos que les ayuden a mejorar sus hogares temporales.
En tiempos marcados por la incertidumbre y la violencia que aleja a muchos clientes de las calles, historias como la de Antonio Rafael Ponce Avitia recuerdan que la resiliencia, el trabajo honrado y el ingenio siguen siendo la mejor herramienta para salir adelante y aportar, desde el esfuerzo diario, a la paz comunitaria.