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Raíces del béisbol en Culiacán

La Afición al Béisbol, forjadora de tejido social e identidad deportiva.

25 agosto, 2022
Raíces del béisbol en Culiacán

Por Jaime Félix Pico

La pasión por el béisbol tiene raíces muy profundas, una gran historia en esta ciudad de Culiacán, que trasciende a toda la región del Noroeste de México.

Acercarnos a su historia nos revela el por qué hoy existe una gran afición que adoptó al Béisbol como su deporte, además, su entretenimiento favorito, a grado tal, que hoy nos confiere identidad cultural y deportiva a los culiacanenses, sinaloenses, sonorenses, baja californianos y jaliscienses.

En Culiacán el Béisbol fluye por la sangre de la población y se conoce, a lo largo y ancho del estado, desde Choix hasta Escuinapa, desde hace poco más de 100 años. Las primeras noticias sobre el llamado Rey de los Deportes empezaron a llegar en la segunda mitad del siglo XIX.

Existen evidencias para asegurar que lo introdujeron los norteamericanos y obreros chinos migrantes que trabajaban en los ingenios azucareros, las minas, la agricultura y en la construcción del ferrocarril Sudpacífico. Vinieron a México atraídos por el pujante desarrollo económico modernizador que impulsó a fines del siglo XIX el gobierno de Porfirio Díaz.

Los cronistas e historiadores registran uno de los primeros juegos de béisbol escenificados en esta región noroeste en el puerto de Guaymas en el año de 1877.

Su práctica fue interrumpida por el movimiento revolucionario que estalló en 1910; fue hasta la década de los años 20´s del siglo pasado que los culiacanenses rescatan al béisbol para convertirlo en su deporte y entretenimiento favorito.

En el año de 1921, en Culiacán, el entonces Rector del Colegio Civil Rosales, hoy Universidad Autónoma de Sinaloa, Dr. Bernardo J. Gastélum, ordena al Ingeniero Eliseo Leizaola Salazar la construcción de un estadio deportivo, para que la juventud estudiosa practicara este deporte.

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De acuerdo a lo expresado por el entonces secretario de Educación Pública, Licenciado José Vasconcelos, en una de sus frecuentes visitas a Culiacán, se dice que lo declaró como el primer estadio deportivo construido en México.

Lo llamaron Estadio Universitario y ese escenario fue el que dio impulsó el surgimiento del béisbol amateur en Sinaloa y luego el profesionalismo.

A principios de la década de los 40’s, se organizaron juegos de exhibición de gran aceptación en la incipiente afición y se jugaba contra equipos de Mazatlán y algunas veces contra novenas de otras ciudades del vecino país del norte. Así empezó a gestarse la eterna rivalidad deportiva entre equipos de Culiacán y del puerto de Mazatlán, a la que hace referencia don Agustín en su libro “Tacuarineros y Venados, hasta que la muerte los separe”.

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En este estadio, en octubre de 1945, se inició el primer circuito profesional de beisbol denominado Liga de la Costa del Pacífico, antecedente inmediato de la actual Liga Mexicana del Pacífico. Durante tres temporadas operó como el estadio de “Los Tacuarineros de Culiacán”, equipo profesional de beisbol representativo de la ciudad, que antecede a los hoy famosos “Tomateros de Culiacán”.

ESFUERZO PIONERO: NACE UNA LIGA PROFESIONAL

En el principio destacan como promotores deportivos en el deporte amateur, Antonio Zazueta Villa, conocido como “Pachuco Villa”, don Enrique Peña Bátiz, el "Gallo de Oro" y con don Teodoro Mariscal Morales de Mazatlán, éstos tres últimos  en el año de 1945, en medio de la algarabía por la terminación de la segunda guerra mundial tuvieron la idea de formar una liga de béisbol profesional de invierno.

Enrique Peña Bátiz y Teodoro Mariscal se lanzaron a las plazas beisboleras del norte, en una gira promocional de convencimiento que culminó en la ciudad de Hermosillo, Sonora, logrando incorporar al naciente circuito las plazas de Mazatlán, Culiacán, Guaymas y Hermosillo.

En Hermosillo figuraron como directivos: Fernando M. Ortiz y Juan Chávez Echegoyen; en Guaymas, Florencio Zaragoza Maytorena; Teodoro Mariscal en Mazatlán, Enrique Peña Bátiz en Culiacán, quien contó con el apoyo siempre solidario de don Alfonzo Zaragoza Maytorena, empresario que gozaba de gran reconocimiento social por su perfil altruista al lado de su esposa, doña Matilde de     Zaragoza

Así nació la Liga de la Costa del Pacífico, con un rol de juegos en invierno, conformada por novenas profesionales de las dos capitales y los dos puertos más importantes de la región noroeste de México; dos equipos de Sinaloa y dos de Sonora.

El sábado 27 de octubre del año 1945, en el Estadio Universitario de Culiacán, a las tres en punto de la tarde, se cantó por primera vez el “playbol” y dio inicio la primera temporada de béisbol organizado profesional en el noroeste de México, con un juego inaugural entre los “Ostioneros” de Guaymas y los “Tacuarineros” de Culiacán. Simultáneamente en la capital sonorense jugaban los "Venados" de Mazatlán contra los "Queliteros" de Hermosillo.

En esta edición todo era primera vez: primeras blanquedas, primeros jonrones, primer campeón bateador; en resumen, empezaron a hojearse las primeras páginas de la historia de la Liga de la Costa del Pacífico, donde se escribieron hazañas deportivas algunas de ellas todavía no superadas, protagonizadas por peloteros que por su alto desempeño, pasión deportiva, se ganaron un lugar en el Salón de los Inmortales del Béisbol mexicano y en Estados Unidos.

EL PRIMER CLUB DE BÉISBOL PROFESIONAL DE CULIACÁN

El 23 de octubre de 1945, se constituye legalmente el Club de Béisbol “Deportes de Culiacán S. A.” con 50 accionistas aportando mil pesos por acción. El equipo fue bautizado como “Tacuarineros”, uniforme color guinda a propuesta de don Héctor Peña Bátiz (hermano de Enrique) quien lo sugirió por ser el color del Instituto Politécnico Nacional, en honor a su tío, el Ing. Juan de Dios Bátiz Paredes, ilustre Sinaloense, promotor fundador de esta institución educativa.

Mucha gente aportó ideas y esfuerzos desde otras trincheras. Don Agustín D. Valdez, Rafael Reyes Nájera “Fray Nano”, Roy Campos Patterson, Antonio Pineda “Toñico”, desde la radio comercial y la prensa escrita.

Peloteros oriundos de Culiacán se iniciaron en el profesionalismo y llegaron a jugar con los “Tacuarineros” en la Liga de la Costa del Pacifico: Carlos “Caliquin” Gómez, Gilberto "Gilillo" Villarreal y Homobono de la Rocha.   Aficionados de cepa como Carlos “Choqui” López Alvarado, quien fungió como ampáyer en la primera temporada; Enrique Sánchez Alonso “Negrumo”, compositor de la canción “Culiacán” cuya fanfarrea de inicio se convirtió en grito de guerra de la afición.

LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADIO GRAL ÁNGEL FLORES Y EL SURGIMIENTO DE UNA GRAN AFICIÓN 

Los protagonistas de este gran esfuerzo deportivo fueron un grupo de empresarios que aportaron su dinero y esfuerzo para encender la mecha y mantener a sus clubes a lo largo de trece temporadas que duró esta liga, que cerró el telón en febrero de 1958, después de trece temporadas.

Esfuerzo secundado por las aportaciones económicas que espontáneamente hizo la afición para construir un estadio de béisbol en la capital sinaloense, se le impuso el nombre de Estadio Gral. Ángel Flores, hasta la fecha está en el imaginario del pueblo culiche en la narrativa de don Agustín de Valdez “esta tarde el Ángel Flores a reventar”.

Su construcción tiene anécdotas dignas de contarse: la donación del terreno por su entonces propietario, don Jorge Almada Salido, cabeza de una familia emprendedora y altruista; la decisión del Ayuntamiento de Culiacán que impuso una cuota de diez centavos Pro Estadio por cada boleto de admisión a los cines.

Posteriormente impuso una cuota de $1.25 pesos por  cartón de cerveza vendido en el estadio; el gobernador del estado, autorizó la cantidad de 5 mil pesos mensuales por el tiempo que duró la construcción; el Ayuntamiento presidido por Roberto Hernández donó la cantidad de 15 mil pesos y la afición se avocó a organizar fiestas y bailes para recaudar fondos para la obra.

Justo es mencionar la enorme contribución que hicieron empresarios y profesionistas encabezados por don Alfonso J. Zaragoza Maytorena, don Manuel Félix León y Max Hach, ellos integraron el Comité Pro Construcción del Estadio.

El nombre que se le impuso fue a propuesta del Gobernador Pablo Macías Valenzuela en honor a uno de los más  preclaros revolucionarios sinaloenses, el Gral. Ángel Flores, su jefe político. En el acto de inauguración estuvo el secretario general de Gobierno, Lic. Saúl Aguilar Pico, quien lanzó la primera bola.

El estadio Ángel Flores se inauguró en noviembre de 1948, en un encuentro entre los “Tacuarineros” de Culiacán y los “Trigueros” de Ciudad Obregón. Desde entonces ha sido la casa de los Guindas; dos veces remodelado antes de la construcción del actual estadio, considerado el más moderno y confortable de Latinoamérica.

BEISBOL Y SOCIEDAD

El Rey de los Deportes constituyo la diversión de todos los estratos sociales, incluyendo mujeres, quienes fueron testigos de las hazañas de los peloteros; con coraje y pundonor se entregaban con profesionalismo en el campo de juego, logrando jugadas espectaculares, algunas de ellas todavía recordadas por la afición “Culichi”.

El acercamiento de los jugadores con las damitas de Culiacán, hizo posible algunas uniones matrimoniales; estos enlaces tuvieron la aceptación de la sociedad y favoreció al arraigo del béisbol en la ciudad.

El comercio organizado creció con el beisbol y durante la temporada los  aparadores lucían motivos alusivos a los equipos que visitaban la capital sinaloense.

Las tribunas del Ángel Flores, repletas de aficionados, se cimbraban cuando la banda sinaloense tocaba las alegres notas de la música regional, especialmente cuando las trompetas iniciaban la canción “Culiacán” del afamado compositor Enrique Sánchez Alonso “El Negrumo”, la cual ha trascendido hasta quedar como el himno de la ciudad.

La forma de promocionar el beisbol origino un singular estilo de publicidad que hasta hoy perdura: la creación de las famosas “Palmetas” de Tovar, las cuales eran colocadas estratégicamente en las esquinas del centro de la ciudad para anunciar la próxima serie.

El ingenioso rotulista y caricaturista, oriundo de Mazatlán, Gaudencio Tovar fue el creador de jocosas representaciones, enfatizando las rivalidades y rasgos de identidad de las novenas, para regocijo de los habitantes.

La radio fue el principal medio de difusión del beisbol hacia toda la región Noroeste de México. Escuchar los encuentros a través de las radiodifusoras locales XECQ, XESA y XEBL fue una costumbre que se arraigó en las familias, y gracias a ella se pudo conocer de las incidencias durante el desarrollo de los partidos en las plazas foráneas beisboleras.

Don Agustín D. Valdez se convirtió en un ícono de la crónica deportiva;  con su característica voz y un estilo ágil y ameno transmitía con pasión los pormenores de cada encuentro,  jugada por jugada, despertando la imaginación e interés de los radioescuchas, convirtiéndose en la voz oficial del equipo Culiacán por casi 60 años, hasta ser entronizado en el año 1991 en el salón de la Fama del beisbol mexicano.

 El Rey de los deportes desde entonces se enraizó entre los habitantes de Culiacán llegando a formar parte de la personalidad y léxico de los habitantes de la Perla del Humaya.

FIN DE LA LIGA, TRECE TEMPORADAS Y TRES CAMPEONATOS DE CULIACÁN

La Liga de la Costa del Pacifico duró trece temporadas concluyendo al término de la temporada 1957-58, por causa de los recurrentes problemas económicos que enfrentaban los Clubes.

En el caso del Club Culiacán, la mesa directiva encabezada por don Manuel Félix, don Luis Flores Sarmiento y Alfonso Yáñez, “tiró la toalla” al no aceptar un impuesto por ingresos al estadio que pretendió imponer el Municipio. Al salirse Culiacán, la liga se desestabilizó y obligo al Presidente de la misma, don Alfonso Robinson Bours Monteverde a dejar las cosas por la paz, pues el equipo guinda había sido el más estable de los clubes participantes en la misma.

Participaron en ella, plazas de Sinaloa representadas por: Culiacán, Mazatlán y Los Mochis; de Sonora: Navojoa, Cd. Obregón, Guaymas y Hermosillo; de Baja California, Tijuana y de Jalisco, Guadalajara.

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