Aprender a decir gracias: una lección diaria en las escuelas japonesas
Las escuelas japonesas refuerzan en sus alumnos el hábito de saludar con respeto y agradecer todos los días, como parte esencial de los valores tradicionales japoneses.


En Japón, cuando un niño va a la escuela, no solo lleva libros y lápices en su mochila. Lleva también la disposición de aprender a ser una mejor persona. Para la cultura japonesa, la educación del corazón es tan importante como la educación de la mente.
Por eso, valores como el respeto, la gratitud y la responsabilidad no son solo carteles en la pared, sino acciones que se practican todos los días, desde el primer hasta el último momento de la jornada escolar.
Estas costumbres, que pueden parecer curiosas para quienes no las conocen, son la base sobre la cual Japón construye una sociedad ordenada y amable. Son lecciones simples pero muy poderosas que acompañan a los estudiantes por el resto de sus vidas.
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1. El Saludo: El Primer Paso para el Respeto
Imagínate llegar a la escuela por la mañana y ver al director y a los maestros en la puerta, saludando a cada niño que entra. Esto es normal en Japón.
El saludo, o aisatsu, es la primera lección del día. Es una regla fundamental que enseña a los niños a reconocer y valorar a los demás. Los componentes clave de esta práctica son:
- Consistencia diaria: Se saluda en momentos específicos y sin excepción. Los estudiantes dicen Ohayou gozaimasu (buenos días) por la mañana, saludan al empezar y terminar cada clase, y se despiden con Sayounara al final del día.
- El ejemplo de los adultos: Los maestros y el director son los primeros en poner el ejemplo, saludando a cada estudiante de forma personal. Esto crea un ciclo de respeto mutuo.
- El lenguaje del cuerpo: Cada saludo verbal va acompañado de una inclinación de cabeza, un gesto llamado ojigi. Este acto no verbal es una poderosa lección de humildad y demuestra que todos merecen ser tratados con dignidad.
- Un hábito para la vida: La práctica constante hace que saludar se convierta en un reflejo natural. Los niños crecen y se convierten en adultos que saludan de esta forma en sus trabajos, en sus comunidades y en cualquier interacción social.
2. La Comida: Una Lección de Gratitud Profunda
La hora del almuerzo, conocida como kyushoku, es mucho más que un simple descanso para comer. Es un aula más donde se aprende sobre cooperación y agradecimiento. El proceso entero es una lección en sí misma.
- Servir en equipo: En lugar de hacer una fila, son los propios estudiantes quienes se organizan para servir la comida. Vistiendo batas y gorros blancos, reparten las bandejas a sus compañeros, fomentando la igualdad y el trabajo en equipo.
- La pausa de gratitud: Justo antes de comer, toda la clase se detiene. Juntan sus manos y dicen al unísono: Itadakimasu.
- Un "gracias" con significado: Esta palabra es un agradecimiento que lo abarca todo. Con ella, se da las gracias a los cocineros, a los agricultores, a la naturaleza, e incluso se reconoce la vida de las plantas y animales que están en su plato. Les enseña a no dar nada por sentado.
- Cerrar con agradecimiento: Al terminar de comer, y después de haber dejado el plato vacío, vuelven a dar las gracias con la frase Gochisousama deshita, reconociendo el esfuerzo y el valor nutricional de la comida que recibieron.
3. Cuidar lo Tuyo: Limpieza y Responsabilidad Colectiva
Una de las mayores sorpresas del sistema escolar japonés es la hora de la limpieza, o o-soji. Lejos de ser un castigo, esta actividad diaria es vista como una parte fundamental de la educación del carácter de un niño. Este principio de responsabilidad se manifiesta de varias formas.
- La limpieza es tarea de todos: Durante unos 20 minutos cada día, los estudiantes limpian su propio espacio. No hay personal de limpieza para las aulas, pasillos o incluso los baños.
- Organización y cooperación: Los alumnos se dividen en pequeños grupos (han) y cada uno tiene una tarea asignada: barrer, trapear, limpiar las ventanas o borrar las pizarras. Esto les enseña a colaborar por un objetivo común.
- Lección de humildad y valor: Al hacer este trabajo ellos mismos, aprenden a valorar el esfuerzo físico y a no considerar la limpieza como una tarea inferior. También desarrollan un mayor respeto por su entorno, pues es menos probable que ensucies un lugar que tú mismo tienes que limpiar.
- El uniforme como símbolo: Esta responsabilidad también se refleja en su apariencia personal. El uniforme escolar debe estar siempre limpio y ordenado. Es una forma de mostrar respeto por la institución que representan y por ellos mismos.

El modelo educativo japonés nos recuerda que los valores se aprenden mejor a través de la acción y la repetición. Saludar, agradecer y limpiar no requieren grandes inversiones de dinero, pero sí constancia y compromiso.
Al integrar estas sencillas prácticas en la rutina diaria, las escuelas de Japón no solo forman buenos estudiantes, sino que moldean a ciudadanos conscientes, respetuosos y listos para cooperar en la construcción de una sociedad mejor.