Hackea tu cerebro. La pregunta y la narrativa
La pregunta es y ha sido el motor de toda sociedad, ciencia, innovación y economía por las respuestas que se han producido. No hay solución sin la pregunta que la antecede. Sin problematizar el presente
Si pasamos por la vida sin hacernos preguntas, muy probablemente vivimos cierto grado de esclavitud mental, como diría Bob Marley.
Andamos por aquí y por allá, aceptando ideas, hechos y situaciones, pero sobre todo, actuando bajo esas creencias.
En el artículo pasado comentamos, a manera de metáfora, que nuestro cerebro es una especie de computadora que se “programa” con lo que escuchamos, vemos, sentimos, olfateamos y saboreamos repetidamente en el entorno.
Por medio de lo que se conoce sinapsis neuronal, esas repeticiones generan huellas o “archivos” (ideas, pensamientos, información) en nuestro cerebro, y de ahí se derivan conductas, hábitos y costumbres personales y colectivas.
Lo expusimos a propósito de la repetida exposición de los punteros (y lo que está detrás de ellos) que circulan por la ciudad con aceptación de los gobiernos y la sociedad. Quizá al inicio es resignación o impotencia, pero el resultado final es la aceptación de su presencia que los hace invisibles y los normaliza.
Por fortuna, nuestro cerebro no es una computadora electrónica. Como humanos podemos superar la perspectiva si lo “hackeamos” con preguntas. Si practicamos el pensamiento crítico.
¿Repetición? Preguntas, preguntas y preguntas
Creo que al inicio de la humanidad, la pregunta fue de las primeras herramientas intelectuales del ser humano. ¿Cómo conseguir comida? ¿Cómo resguardarse del clima? ¿Dónde me refugio? ¿Cómo resolver este problema? ¿Qué es esta planta?
La pregunta es y ha sido el motor de toda sociedad, ciencia, innovación y economía por las respuestas que se han producido. No hay solución sin la pregunta que la antecede. Sin problematizar el presente.
Y como se dice en el periodismo, no hay pregunta tonta. Así que ante punteros, narcos, corrupción y cualquier otra repetida situación negativa en el entorno, o ya normalizada, el primer paso para superarla es el pensamiento crítico.
Es desarrollar esta habilidad de hacerse preguntas: analizar, evaluar y formar juicios, pero basados en evidencia y razonamiento lógico, en lugar de aceptar información de manera pasiva o sin cuestionamiento.
El hábito del pensamiento crítico
El pensamiento crítico es un hábito mental que se caracteriza por la exploración exhaustiva de cuestiones, ideas y artefactos antes de aceptar o formular una opinión o conclusión, define la American Association of Colleges and Universities.
No se necesita ser intelectual o leer mucho para adquirir el pensamiento crítico. Hay personas que son asiduas lectoras y defienden como dogmas lo que leen, es decir, sin cuestionar.
Si tiene cerebro puede adquirir el hábito del pensamiento crítico. En la literatura se cuentan cerca de 10 principios fundamentales de esta forma de andar por la vida. Comentamos sólo 3.
Autonomía, que es la capacidad de pensar de manera independiente y no depender exclusivamente de la autoridad o la opinión popular para tomar decisiones.
Justicia, es decir, evitar sesgos y prejuicios al analizar información. Es crucial ser justo y objetivo, considerando todas las evidencias antes de llegar a una conclusión.
Humildad Intelectual. Es la socrática “yo solo sé que no sé nada”. Consiste en reconocer las limitaciones de nuestro propio conocimiento y estar dispuestos a admitir cuando no sabemos algo o cuando estamos equivocados.
¿Y después qué? La narrativa
¿Pero después de problematizar el presente, qué sigue? Aquí es donde nos atoramos.
Hay situaciones sociales que llegamos a cuestionarlas, pero no alcanzamos a problematizarlas haciendo las preguntas correctas ni atinamos a dar con la solución, o no le imprimimos la energía suficiente.
Nos ha faltado una narrativa poderosa que “hackee” nuestros cerebros y nos inventive a un modo de vida mejor, alejado de la ilegalidad.
“Las narrativas”, escribe el profesor de Ciencias Cognitivas y autor Fritz Breithaupt, “hacen la oferta de un final para la resolución de una crisis. En consecuencia, hablamos aquí́ de la narrativa como un relato necesario y colectivamente eficaz que contribuye por sí misma a la resolución o transformación de una crisis”.
¿Qué podría ser tan eficaz para cambiar nuestra actual narrativa que normaliza la ilegalidad y la impunidad?
Esa es la gran tarea pendiente... desde hace mucho.