APRENDER A DECIR “POSITIVAMENTE” QUE NO
Decir que “no” nunca ha sido fácil para mí. De hecho, es de las cosas que más me ha costado aprender como emprendedor y como persona.
Los directivos y dueños que no saben decir que “no” generan caos, dispersión y malentendidos. Como líderes, aprender a decir “no” es fundamental.
En las empresas hay decisiones que fácilmente podemos tomar con la razón, pero no con la emoción. No podemos aprobar un ascenso a alguien que se lo ha ganado por su esfuerzo, porque no podemos superpoblarnos de gerentes y directivos. O a veces, no tenemos el margen suficiente para subir sueldos a quienes realmente se lo ha ganado. Quisiéramos pagar más, pero el modelo de negocio no da para más en ese momento.
Ahí es donde se complica decir que no. Aunque estas decisiones se entiendan intelectualmente, pero no emocionalmente. Una de las tareas más difíciles del director es: decir “positivamente” que no y evitar desmotivar a su gente.
Esto es lo importante: liderar es dominar el arte de decir “positivamente” que no. Y la mejor forma de transformar un “no” en algo positivo es darle propósito, sin truncar el crecimiento, la iniciativa ni la motivación de la persona.
Esta es una de las tareas más difíciles y fundamentales del liderazgo. Lo reconozco y me ha pasado. Y lo que me ayudó a saber decir que no positivamente fue la claridad estratégica, más que la planeación estratégica. Cuando entendí mi propósito y tuve claro hacia dónde y con quién quería ir, decir “no” dejó de dolerme.
Pero cuando no tenía dirección ni propósito, decir que no era muy desgastante. Cuando sabes lo que quieres y tu proyecto es claro y consistente, los “no” que debes decir se vuelven más fáciles y razonables.
Cada “no” que das, es un acto de enfoque y liderazgo. Si un director no es capaz de decir que “no”, vivirá un estrés infernal, llevará a su empresa a situaciones insostenibles y le será imposible enfocarse. Si la emoción le gana a la razón cada vez que sabes que tienes que decir que no, te estarás dando un balazo en tu mismo pie.
No hace falta hacer cursos ni devorar libros de autoayuda para aprender a decir “positivamente” que no. Hay cosas que solo se aprenden viviéndolas. Aprender a decir positivamente que no, definitivamente es un arte.
