Burritos “El Chito” un menú accesible en Mazatlán: sabor y satisfacción para la comunidad, en la Flores Magón
De la decoración a la cocina, la historia emprendedora de Gina y Jesús


Desde hace ocho meses la familia conformada por Gina, Jesús y su hija Yumiko emprendió un nuevo negocio, Burritos “El Chito”, pensado como una solución para quienes transitan por las principales avenidas del sur de Mazatlán desde temprano y buscan algo para desayunar.
Gina y Jesús tienen 14 años juntos, ella tiene alma emprendedora, le gustan las ventas y hace ocho años inició su propia empresa de decoraciones y taquizas para eventos, sin tener mucho recurso para invertir decidió tomar el riesgo y empezar.
“Tenemos un negocio de decoraciones y taquizas para eventos, teníamos la semana libre y mi esposo me dijo que si poníamos algo entre semana y él fue el de la idea de poner los burritos. Nos ha ido muy bien gracias a Dios nos consumen estudiantes, personas que trabajan en empresas, proveedores que andan buscando algo práctico que no tienen mucho tiempo para comer, llegan y nos compran”, dice Gina orgullosa.
Burritos “El Chito” tiene dos puntos de venta, uno en la avenida Clouthier, a las afueras de la escuela primaria Francisco González Bocanegra, en la colonia Flores Magón y otro en la avenida Óscar Pérez Escobosa, frente al parque lineal a la altura de Los Laureles.
De lunes a viernes se instalan listos para trabajar desde las 6:30 de la mañana y generalmente antes de las 10:00 am terminan la venta.
Los paquetes de burritos llevan tres piezas, uno de machaca, uno de chorizo con papa y otro de frijoles puercos por sesenta pesos, con una botella de agua de jamaica de medio litro de regalo.
“Es un precio al alcance de muchas personas y es algo completo con su agua y su salsita, el que cocina es mi esposo y tiene muy buen sazón”, asegura.
Aunque las últimas semanas por las vacaciones y el regreso a clases la venta no ha sido la mejor, Gina confía en que el trabajo y entusiasmo que le imprimen todos los días a su negocio les dará buenos frutos.
“Ahorita no se ha estado vendiendo tanto, es una temporada baja de ventas, pero normalmente vendemos entre 20 y 25 paquetes al día en cada puesto”, explica.
La pasión por emprender: lecciones de vida para la nueva generación
Aunque Gina y su esposo han aprendido el camino para emprender, al principio no fue sencillo. Ella recuerda que antes de su negocio de decoraciones hizo varios intentos sin éxito, pero no quitó el dedo del renglón.
“Yo emprendí muchas cosas, empecé a vender ropa, tuve una tienda, pero no era algo que me gustara entonces lo dejaba a medias. Con los burritos tenemos 8 meses y nos ha ido bien entonces ya estamos pensando qué más se puede vender en este punto, estoy afuera de una escuela y mi esposo está cerca de una universidad ya está pensando en hacer también tortas, sí somos de estar siempre pensando en qué más hacer, no duermo por estar pensando en qué vender” dice entusiasmada.
Cuando su emprendimiento de decoraciones nació Gina le insistía a Jesús que dejara su empleo para poner un negocio. Y en dos años el propio crecimiento de la empresa obligó a su esposo a renunciar para apoyarla, desde entonces trabajan en equipo para hacer crecer el patrimonio familiar.
“Pienso que es mejor ser tu propio jefe, echarle ganas y poco a poco salir adelante. Yo no me veo en 50 años trabaje y trabaje, yo quiero hacer un patrimonio. Bendito Dios tenemos ya nuestra casita, pero yo le quiero dejar algo a mi hija”, expresa con seguridad.
Yumiko la hija de Gina ayuda en los dos negocios, a sus 18 años ya está pensando en emprender ella también, sus papás le han inculcado el amor al trabajo y la han visto crecer en la cultura del esfuerzo, su mejor consejo para ella es que tome los riesgos necesarios y trabaje para alcanzar sus metas.
“Si tienes esa posibilidad y te gustan las ventas adelante, si tu vendes comida no hay pierde, si te queda algo o no hubo venta la familia ya tiene qué comer, mientas tengas disposición y dedicación a tu emprendimiento todo va a salir bien”, asegura Gina.
Y aunque ha habido momentos complicados el apoyo en familia ha sido el mayor impulso para que los sueños de esta familia se vayan convirtiendo en realidad.
“Cuando uno toma la decisión y la familia te apoya no es tan complicado, aunque hay momentos difíciles porque a veces no hay venta o tienes que mover el poco dinero que tienes. Yo en las decoraciones empecé sin nada, no tenía un puntero y a como iba rentando las cosas iba comprando más, yo les diría a los jóvenes que le echen ganas, que se arriesguen, todo riesgo tiene su recompensa, que se animen a invertir en un negocio propio”, dice Gina.
Construyendo un futuro, valores y esperanza para la comunidad
El emprendimiento de Burritos “El Chito” llegó a la familia de Gina y Jesús en un momento adecuado para que ambos busquen cumplir otros objetivos.
Desde hace tiempo la pareja trabaja con un grupo de jóvenes que se congregan en una iglesia cristiana, en su misma colonia, la Flores Magón.
“Ya queremos dejar las decoraciones porque nos congregamos en una iglesia donde trabajamos mucho con jóvenes y queremos más tiempo los fines de semana para ellos”, asegura Gina.
Aunque las decoraciones y taquizas para eventos les han permitido vivir los últimos años, ahora es momento de hacer crecer los burritos “El Chito” para dedicarse a una tarea más grande para su comunidad.
“A los jóvenes les enseñamos valores y estamos enfocados en un programa que se llama enfrentando la realidad en el que les explicamos las consecuencias que pueden tener si tienen vicios, cuando no quieren estudiar y pierden las oportunidades que les dan sus padres. Vamos a centros de rehabilitación, hospitales, apoyamos a personas en situación de calle”, explica.
Más que un negocio: un compromiso con los jóvenes del sector Flores Magón.
En un entorno donde los desafíos parecen interminables, la historia de Gina, Jesús y Yumiko es un ejemplo de esperanza y perseverancia. A través de su emprendimiento, Burritos “El Chito”, no solo fortalecen el sustento para su familia, sino que también han tejido un lazo con su comunidad, ofreciendo alimento y apoyo a quienes más lo necesitan.
Gina, con su espíritu indomable, nos recuerda que cada obstáculo es una oportunidad disfrazada. Su anhelo de dejar un legado para su hija refleja el compromiso de construir un futuro mejor, no solo para su familia, sino para todos aquellos que los rodean.
Al integrar su labor emprendedora con su deseo de servir a los jóvenes de su colonia, han encontrado un propósito que va más allá de las ventas diarias.
Así, Burritos “El Chito” se convierte en más que un simple negocio; es un vehículo de cambio, un espacio que permite a una familia sembrar valores y cultivar el deseo de superación. En cada venta hay una historia de esfuerzo, amor y dedicación que inspira a otros a soñar en grande y a nunca rendirse.
La familia de Gina y Jesús nos invita a reflexionar: cuando la pasión se une al propósito, los sueños pueden transformarse en realidades tangibles.