Carmen Alicia enseña con el corazón a hornear pan, esperanza y bondad en Culiacán
En la colonia Amado Nervo preparar pan se convirtió en mucho más que una receta: fue una lección de vida: manos unidas transforman lo ordinario en extraordinario


Culiacán, Sinaloa.- El calor de un horno y el aroma del pan recién hecho se convirtieron en la chispa de una historia de unión en la colonia Amado Nervo. Allí, enseñar y aprender fue mucho más que una receta: fue sembrar esperanza, fortalecer el espíritu y descubrir que, al compartir lo que sabemos, también tejemos lazos que alimentan el corazón.

Carmen Alicia enseña que el pan verdadero se hornea con bondad
Con la sencillez y nobleza que la caracterizan, Carmen Alicia Ocampo Olguín abrió las puertas de su hogar y de su corazón a Fundación Nidos, para enseñar a un grupo de mujeres el arte de elaborar pan de mujer.
Un saber que lleva años practicando con pasión y cariño, y que ahora decidió compartir como un regalo de vida.
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Las participantes, llenas de entusiasmo, aprendieron cada detalle: desde los ingredientes como lo son la harina, el agua, la sal y la levadura, hasta el mágico proceso de amasar con paciencia y dejar reposar la mezcla.

Mientras el horno se calentaba, entre charlas y risas fue creciendo algo más que el pan: el espíritu de amistad y gratitud.
El momento más esperado llegó gracias al apoyo de Francisco Trujillo, esposo de Carmen Alicia, quien ayudó a hornear las piezas de pan, para luego darles el toque final.
Muy pronto, el aroma inconfundible del manjar recién hecho se extendió por las calles de Amado Nervo, como un mensaje de unión y generosidad que la comunidad entera podía sentir.

Entre las alumnas, Marielena López Aguilar, expresó con emoción su agradecimiento: “Gracias a Fundación Nidos y a Carmen Alicia por esta oportunidad. No solo aprendimos a hacer pan, aprendimos que compartir lo que sabemos nos hace mejores como personas”.
Y así, entre el calor del horno y el aroma del pan recién hecho, quedó una certeza: la receta más valiosa no está en un cuaderno, sino en el corazón de quien enseña con bondad.
Porque al compartir el pan, también se comparte la vida, y en cada mordida se saborea la certeza de que la comunidad unida siempre puede crear algo invaluable y eterno.