Sabores de Culiacán: la historia de dos hermanas que emprendieron para sacar adelante a sus hijos
En Culiacán, las hermanas Teresita y Laura Carrillo emprendieron un negocio de baguettes y jugos para apoyar a su familia; una historia de esfuerzo, unión y sabor.


En un rincón del bullicioso corredor turístico que conecta Culiacán con Imala, justo a un costado del vivero Flor de Dalia, se encuentra un pequeño pero persistente negocio familiar que ha ido tomando forma con trabajo, ingenio y determinación.
Se trata de Buena Vida, Jugos & Baguettes, un puesto de alimentos saludables que fundaron hace casi un año las hermanas Teresita Guadalupe y Laura Elisa Carrillo, de 26 y 23 años respectivamente, ambas madres jóvenes decididas a mejorar la calidad de vida de sus familias.

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El nacimiento de Buena Vida, Jugos y Baguettes
Todo comenzó con una simple mesa, una hielera, una lona y muchas ganas. “Nos poníamos en la banqueta, con lo que teníamos. Si llovía, agarrábamos la lona con la mano”, recuerda Teresita, madre de un niño de cinco años y residente de Portabelo.
La idea surgió de una moda pasajera que vieron en redes sociales, pero la necesidad las impulsó a transformar esa chispa en una fuente constante de ingresos para contribuir al gasto familiar.
Aunque al principio fue otra hermana, Abigail, quien acompañó a Teresita en el arranque del negocio, con el paso del tiempo Laura Elisa, madre de dos niñas pequeñas, se integró de lleno al emprendimiento.
Desde entonces, las hermanas han hecho frente a todo tipo de retos: desde días de ventas bajas hasta la visita de inspectores municipales que, a pesar de no poder ofrecer un permiso formal con el argumento de que se trata de una zona federal, insisten en obstaculizar su operación.

Combinan su emprendimiento con las labores del hogar
Pero ellas no se rinden. Con horarios que inician a las cinco de la mañana para preparar ingredientes, ir al mercado de abastos y dejar listas las comidas del día, trabajan de lunes a sábado, de siete de la mañana a una del mediodía, para poder atender a sus hijos.
Teresita cocina desde casa la cochinita pibil y otros ingredientes, mientras que Laura mantiene el servicio en el puesto, que ya cuenta con una carpa y un pequeño carrito adaptado.
Hoy, su menú se ha diversificado. Aparte de los baguettes —el de pollo es el favorito de sus clientes—, ofrecen sándwiches, tortas, ensaladas, escamochas, yogurt con fruta y jugos naturales. El jugo más popular: el antianemia, una mezcla de zanahoria, betabel y naranja.
Su clientela se compone principalmente de trabajadores, maestros, estudiantes y vecinos que ya las identifican y recomiendan.

Dos jóvenes mamás luchonas
El esfuerzo de estas jóvenes emprendedoras no solo se traduce en ingresos: también ha sembrado una semilla de orgullo y autonomía. “Me gusta ver que la gente vuelve, que nos recomiendan. Eso nos motiva a seguir”, afirma Teresita.
Además, durante fechas especiales como el 14 de febrero, ofrecen desayunos sorpresa y arreglos que ellas mismas preparan, aprovechando su habilidad para las ventas ocasionales.
A pesar de las dificultades, las hermanas Carrillo han logrado algo invaluable: construir, con sus propias manos, un espacio digno y honesto desde donde sostener a sus familias.
Su historia es un recordatorio de que el emprendimiento no siempre empieza con grandes inversiones, sino con el deseo genuino de salir adelante. En la humildad hay grandes satisfacciones. Mejor es un trabajo honrado que llorar con los que se equivocan.