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Silvia Pesqueira, convirtió el dolor en dulzura y los sueños en deliciosas recetas con "Mis Ángeles" en Culiacán

Desde hace más de una década, Silvia Pesqueira Orduño comparte esperanza y fe a través de “Mis Ángeles” en Culiacán, la pastelería donde cada creación cuenta una historia de fortaleza y nuevos comienzos, reflejo de su propio camino de lucha y transformación

29 junio, 2025
Entre harina, fe y amor, Silvia mezcló lágrimas y sueños; en cada postre encontró la fuerza para dar vida a “Mis Ángeles”. Foto: Juan Madrigal
Entre harina, fe y amor, Silvia mezcló lágrimas y sueños; en cada postre encontró la fuerza para dar vida a “Mis Ángeles”. Foto: Juan Madrigal

Culiacán, Sinaloa. Para muchas personas, el arte culinario es solo un pasatiempo. Para Silvia Pesqueira Orduño, la pastelería se convirtió en su tabla de salvación. En los momentos más difíciles de su vida.

“Fue mi mejor terapia, me salvó la vida”, confesó con la voz entrecortada, mientras una lágrima tímida recorre su mejilla al recordar aquella etapa difícil en la que, con las manos temblorosas, no sabía siquiera cómo encender un horno.

Entre harinas y aromas dulces, Silvia descubrió algo más que recetas: encontró una poderosa forma de reconstruirse a sí misma, pastel a pastel, rebanada a rebanada.

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Silvia Pesqueira: maestra que hornea sueños, libertad, esperanza y fe en cada creación de “Mis Ángeles”. Foto: Juan Madrigal
Silvia Pesqueira: maestra que hornea sueños, libertad, esperanza y fe en cada creación de “Mis Ángeles”. Foto: Juan Madrigal

Silvia Pesqueira Orduño: la mujer que horneó su esperanza en medio de la tormenta

Una juventud interrumpida y un giro inesperado. Originaria de Nogales, Sonora, Silvia se casó y fue madre a los 17 años. Su destino la llevó hasta Culiacán, tierra natal de su ahora exesposo.

Se dedicó de lleno al cuidado de su familia, dejando a un lado sus propios sueños. Sin embargo, en 2009, las cosas comenzaron a tornarse difíciles. Migró junto a su familia a Los Mochis, donde la situación, especialmente con su pareja, se volvió insostenible.

Fue entonces cuando inició a cuestionarse cómo sobrevivir si decidía separarse. “Nunca había trabajado y tenía a mis cuatro hijas: Ingrid, Aylin, Michelle y Victoria, mis motores, mis pilares”, recordó con emoción. Hoy, sus nietas Mia Daleysa, Aklexa y Nicoles, junto a sus padres, Ramona y Jorge, completan ese círculo de amor y gratitud que la sostiene.


Un volante, una oportunidad para Silvia

Un día, como caído del cielo, llegó a su casa un volante de Casserole, anunciando un curso de repostería. “Lo realicé con esfuerzo y coraje, pensando que debía aprender algo que pudiera hacer desde casa sin descuidar a mis hijas”.

El poder sanador de postres y pasteles: cómo Silvia Pesqueira convirtió su pasión en un refugio y un legado.  Foto: Juan Madrigal
El poder sanador de postres y pasteles: cómo Silvia Pesqueira convirtió su pasión en un refugio y un legado. Foto: Juan Madrigal

Así comenzó su formación, que continuó con estudios en el instituto ICNOR de Los Mochis, donde conoció a la maestra “Guille”, quien hasta la fecha la sigue alentando.

“No sabía ni prender el horno. Mi colega y amiga Alicia, con quien estudié, aún me lo recuerda con cariño, nos reímos mucho de eso”, dice Silvia entre risas.


El dinero escaseaba, pero la pasión la impulsaba. Vendía las rebanadas de sus prácticas en un parque cercano a su domicilio, y lo que no lograba vender, lo compartía con sus hijas, quienes esperaban con emoción lo que mamá había horneado con mucho amor.

Silvia horneó su libertad y esperanza en cada pastel

Decisiones valientes y ángeles en el camino. Al terminar su segundo curso profesional, Silvia tomó una de las decisiones más difíciles, pero la mejor: separarse de su pareja. El camino no fue sencillo, pero encontró consuelo en su nueva pasión.

Silvia Pesqueira con Mis Ángeles, ha convertido la repostería y pastelería en un refugio de esperanza, donde cada manjar inspira a creer que siempre es posible volver a empezar. Foto: Juan Madrigal
Silvia Pesqueira con Mis Ángeles, ha convertido la repostería y pastelería en un refugio de esperanza, donde cada manjar inspira a creer que siempre es posible volver a empezar. Foto: Juan Madrigal

Intentó volver a Nogales, pero no halló las oportunidades que buscaba, así que regresó a Culiacán, donde una vez más empezó de cero. Y donde encontró a grandes ángeles que, con gestos de amor y solidaridad han iluminado su sendero.

Como Monseñor Raúl Blanco Curiel (QEPD) quien le brindó a Silvia consejos sabios y llenos de amor, que dejaron una huella profunda en su vida. Antes de fallecer, le entregó palabras que se convirtieron en su guía y fortaleza.

“Para mí, el Padre Blanco fue un ángel terrenal y hoy espiritual. Sus últimas palabras, que me dedicó horas antes de morir, me acompañan siempre: ‘Se fuerte, se valiente, estate tranquila, pero sobre todo nunca pierdas la fe.”


También Lety, su vecina y amiga en Los Mochis, le tendió la mano y hasta la fecha le brinda apoyo constante con palabras que acarician el alma y la animan a seguir adelante.

Mis Ángeles: La pastelería que nació de la valentía y el amor de una admirable mujer sonorense en Culiacán.  Foto: Juan Madrigal
Mis Ángeles: La pastelería que nació de la valentía y el amor de una admirable mujer sonorense en Culiacán. Foto: Juan Madrigal

Además, Brisa, su amiga y ahora comadre, creyó tanto en ella que no solo fue su primer clienta con un pedido de bollitos, sino que también le compró los ingredientes y le prestó su horno, decidida a que Silvia no abandonara sus sueños.

Y Consuelo, como enviada del destino, reparó su estufa justo en el momento importante. Gracias a ellas, nació su primer pedido… y con él, el primer paso firme hacia su independencia y su nueva historia de vida.

Publicidad llena de esperanza

Silvia recuerda con una sonrisa los primeros pasos de su emprendimiento, cuando su entusiasmo superaba cualquier obstáculo. En aquellos días, sin recursos, su amiga María le diseñó sus primeras tarjetas de presentación y se las imprimió en hojas comunes.

El poder sanador de postres y pasteles: cómo Silvia Pesqueira convirtió su pasión en un refugio y un legado.  Foto: Juan Madrigal
El poder sanador de postres y pasteles: cómo Silvia Pesqueira convirtió su pasión en un refugio y un legado. Foto: Juan Madrigal

Pesqueira Orduño las recortaba con paciencia y cariño, y luego las pegaba discretamente en los asientos de los camiones de la ruta San Miguel.

“Lo hacía con nervios, pero también con esperanza”, reveló. Aquel gesto sencillo se transformó en semilla de algo más grande: el deseo profundo de construir un servicio con el corazón, desde lo más humilde, pero lleno de propósito.

Una vez, mientras viajaba en uno de esos mismos camiones, escuchó a dos chicas hablar con entusiasmo de “Mis Ángeles”, su marca, sin saber que ella estaba justo frente a ellas. “Me sentí tan orgullosa, ese momento me confirmó que estaba en el camino correcto”, recordó con emoción.

María, más que una amiga, se volvió una aliada incansable. Con cada recomendación, ayudó a que el nombre de “Mis Ángeles” resonara entre amigos y familiares. Su apoyo constante fue una chispa que mantuvo viva la fe de Silvia.

De no saber encender un horno a enseñar repostería: el camino de superación e inspiración de Silvia Pesqueira Orduño. Foto: Juan Madrigal
De no saber encender un horno a enseñar repostería: el camino de superación e inspiración de Silvia Pesqueira Orduño. Foto: Juan Madrigal

Y cómo olvidar a Katia, entrañable amiga de María, ambas enfermeras y mujeres de gran corazón. Katia no solo se convirtió en clienta frecuente, sino también en otro ángel en su camino, recomendando sus pasteles con la firme convicción de que el amor puesto en cada uno merecía llegar a más personas.

Que decir de Fabiola, maestra de vocación quien, con gestos llenos de ternura, le compraba decoraciones para que los pasteles que hacía Silvia lucieran aún más hermosos, pero, sobre todo, para que no dejara de creer en sí misma.

“Cada palabra y apoyo constante fueron un recordatorio de que siempre hay personas dispuestas a reconocer ese brillo que a veces uno mismo olvida o que otros intentan opacar”, dijo Silvia con profundo agradecimiento en el corazón.


Entre sus recetas favoritas hay dos que siempre han sido sus ángeles guardianes: el pastel tres leches, preparado con el método tradicional de las abuelas y un toque especial de zanahoria y las galletas de mantequilla, que tienen una historia muy especial.

Con cada pastel o postre, Silvia comparte fe, alegría, amor y valentía. Foto: Juan Madrigal
Con cada pastel o postre, Silvia comparte fe, alegría, amor y valentía. Foto: Juan Madrigal

Otro reto que endulzó su camino

Silvia confesó para Tus Buenas Noticias que cuando su amiga Paty le pidió hacer galletas decoradas de novio y novia para la boda de su hija. Aunque nunca había trabajado en eso, aceptó el reto con humildad y determinación.

“Ella confió en mí y eso me dio la fuerza para intentarlo. Las galletas fueron un éxito y desde entonces esta receta es mi estrella. Además, hago kits para que los niños decoren en casa, lo que me llena de satisfacción porque no solo endulzan mi vida, sino la de mis clientes y sus familias”, manifestó Silvia, quien convierte cada reto en una oportunidad.


Vive de milagro y con más fuerza que nunca

Silvia no solo ha vencido obstáculos externos, sino también una de las batallas más duras que puede enfrentar una persona: la de su propia vida. Hace seis años, por dedicarse por completo al trabajo y olvidarse de sí misma, su salud colapsó y estuvo al borde de la muerte.

Cuando la vida dolía, el azúcar y la harina fue la medicina de Silvia Pesqueira. Foto: Juan Madrigal
Cuando la vida dolía, el azúcar y la harina fue la medicina de Silvia Pesqueira. Foto: Juan Madrigal

“Estoy viva de puro milagro”, dice con el corazón en la mano, recordando ese momento en el que la vida le cobró factura.

Incluso en la oscuridad más profunda, Silvia encontró ángeles que la cuidaron: su vecina Luz, que acudió a su hijo, el doctor Trini, quien junto con el doctor Partida, la acompañaron con amor y dedicación hasta su recuperación.

Esta dolorosa experiencia transformó la visión de Silvia sobre la vida y el emprendimiento, enseñándole que cuidarse es importante para el éxito. Hoy trabaja con más conciencia, gratitud y fuerza que nunca, aprovechando cada día para honrar la vida y dejar huella con lo que más ama hacer.

Cada pastel que realiza Silvia tiene un mensaje: nunca dejes de creer. Foto: Juan Madrigal
Cada pastel que realiza Silvia tiene un mensaje: nunca dejes de creer. Foto: Juan Madrigal

Además, Silvia tuvo la fortuna de aprender de maestras excepcionales como Elina Benítez Ibarra, quien ha llevado el sabor de la cocina sinaloense más allá de fronteras.

“Elina no solo me enseñó técnicas valiosas, sino que me llenó de confianza, dándome el impulso para dar mis primeros cursos y empezar a compartir mi pasión”, expresó la admirable maestra de pastelería y repostería.


Por estas y muchas otras personas que han marcado su camino, cuando se le pregunta a Silvia cómo describe a la gente de Culiacán o de Sinaloa, no duda en responder con el corazón en la mano: “La verdadera gente de Culiacán es cálida, hospitalaria y generosa”.

Sus palabras están cargadas de emoción, porque sabe que su camino no habría sido posible sin el apoyo desinteresado de quienes le tendieron la mano.

“Siempre tendré gratitud infinita por esta ciudad (Culiacán) y estado (Sinaloa) que me abrazaron cuando más lo necesitaba”, afirmó Silvia con un tono firme y el alma agradecida


¿Por qué pastelería “Mis Ángeles”?

“Decidí llamar así a mi pastelería en honor a todas esas personas que me ayudaron en momentos difíciles: mis hijas, mis amigas, mis clientes, mis maestras y cada alma generosa que apareció cuando más lo necesitaba”, explicó Silvia con una voz llena de orgullo y emoción.


“Siempre tendré gratitud infinita por esta ciudad (Culiacán) y estado (Sinaloa) que me abrazaron cuando más lo necesitaba”, afirmó Silvia con un tono firme y el alma agradecida.

Silvia enseña con amor lo que un día la salvó. Foto: Juan Madrigal
Silvia enseña con amor lo que un día la salvó. Foto: Juan Madrigal

Silvia no solo hornea sueños, también los inspira. Con el corazón lleno de gratitud por todo lo aprendido, comparte su pasión como maestra en ICATSIN, en coordinación con DIF Sinaloa, desde hace siete años en el Centro de Integración No. 2, que se ubica sobre la Calzada H. Colegio Militar en la colonia Sinaloa.

En ese espacio, donde alguna vez ella buscó respuestas, ahora siembra esperanza enseñando a otras mujeres lo que un día tuvo que aprender desde cero, demostrando que el conocimiento, cuando se comparte, se convierte en un regalo que transforma vidas.

“Me llena el alma ver a otras mujeres aprender algo que les puede cambiar la vida, como lo hizo conmigo”, dice con una sonrisa. Porque para Silvia, empoderar a otras es la forma más dulce de honrar su propio camino.

Silvia hornea con propósito: transformar vidas, empezando por la suya. Foto: Juan Madrigal
Silvia hornea con propósito: transformar vidas, empezando por la suya. Foto: Juan Madrigal

Actualmente, pastelería y repostería “Mis Ángeles” no es solo su fuente de ingresos, es orgullo, refugio y legado de Silvia. Cada pastel que hornea lleva más de una década de trabajo constante, de amor puesto en cada receta y de una historia que se cocina a fuego lento con esperanza.

Sueños que no se detienen para Silvia

La vecina de la colonia Emiliano Zapata anhela acondicionar un espacio, donde pueda impartir cursos a niños y niñas, talleres a más mujeres, donde los hornos no se apaguen nunca, y donde el aroma a esperanza siga flotando en el aire.

“Mis Ángeles”: donde cada pastel cuenta cómo el amor y la fe pueden salvar una vida. Foto: Juan Madrigal
“Mis Ángeles”: donde cada pastel cuenta cómo el amor y la fe pueden salvar una vida. Foto: Juan Madrigal

Para Silvia, preparar un pastel o un postre es mucho más que seguir una receta; asegura que es una oportunidad constante para crecer y superarse. Cada creación lleva un toque especial porque es el mismo cliente quien la personaliza con sus peticiones únicas, y eso convierte cada pastel en una obra de amor y dedicación.

Desde que inició en el mundo de la repostería, asegura que lo ha hecho con la misma pasión y cariño, entendiendo que cada postre es un compromiso lleno de alegría.

“Cada pastel o postre que realizo lo hago con tanto amor y pasión. Amo lo que hago y lo disfruto muchísimo. Significa para mi compromiso, alegría”, dice con el corazón lleno de emoción.


Un mensaje de esperanza de Silvia

“El amor por mis hijas y el deseo de salir adelante me llevaron realizar lo que ahora es mi gran pasión. La necesidad fue la chispa, pero el amor fue el fuego que nunca se apagó”, afirmó con una voz firme y un rostro feliz.


Silvia aconseja a quienes quieren empezar en la repostería que comiencen por lo básico, sin miedo a equivocarse. “Cada error es una oportunidad para aprender”, dice. Les recomienda hornear siempre con el corazón, porque la pasión es el mejor ingrediente y la constancia, la receta clave para crecer y compartir ese dulce talento con el mundo.

El horno de Silvia no solo cuece postres, también cuece ilusiones que alimentan el alma. Foto: Juan Madrigal
El horno de Silvia no solo cuece postres, también cuece ilusiones que alimentan el alma. Foto: Juan Madrigal

Con “Mis Ángeles”, Silvia Pesqueira Orduño, ha creado más que una pastelería: un espacio donde la ilusión se hornea a diario. Cada pastel es una historia de lucha, cada receta una oportunidad, y cada rebanada un acto de amor, que a veces también puede ser una porción de esperanza y hasta puede salvar una vida.

Endulza tu día con pastelería “Mis Ángeles”

Si quieres disfrutar de un delicioso postre o pastel para compartir con amigos o familia, puedes hacer tu pedido en “Mis Ángeles” llamando al 6672 349 036.

Visita las redes sociales de la pastelería y repostería “Mis Ángeles”: en Facebook como Pasteles Mis Ángeles y en Instagram como @pasteles.misangeles.


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