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Margarita Castaños vende ilusiones y alegrías en la Verbena de Navolato

Hace 35 años atiende en su puesto de dulces y juguetes rebosando el gusto de los niños en Navidad.

29 diciembre, 2022
Margarita Castaños vende ilusiones y alegrías en la Verbena de Navolato

La Verbena de Navolato es toda una tradición. Desde hace más de 40 años los navolatenses se dispusieron a vender productos alusivos a la época navideña.

Ahí, por invitación de una amiga comerciante, llegó Margarita Castaños Ibarra, quien vendía prendas de vestir en el tianguis de la ciudad.

Magui, se armó de valor y se fue a probar suerte. Con una pequeña hija de brazos y otros dos hijos más, hizo todos los preparativos y se instaló junto a los otros comerciantes que tenían sus puestos de dulces y juguetes tradicionales.

“Yo estoy aquí en la verbena desde hace 35 años. Empecé por la invitación de una amiga. Había poquitas personas vendiendo en la verbena y necesitaban que creciera, así que me invitó. En ese tiempo era más como un negocio familiar”, recuerda con cariño.

Aunque la Verbena se encuentra instalada actualmente en la Plazuela Vicente Guerrero, anteriormente estaba en otro lado. Donde está la techumbre, había unas canchas. Ahí, se establecían los puestecitos de la antigua verbena.

“Eran muy poquitos puestos los que nos poníamos ahí, pero si te das cuenta. Hoy somos más de 106 puestos. Hemos crecido con el paso de los años”, reconoce la emprendedora mujer.

En aquellos tiempos, Magui empezó vendiendo dulces cubiertos, o cristalizados como: biznagas, membrillo y ate. Posteriormente, fue agregando más productos a su nuevo negocio.

“Lo que vendía eran los dulces típicos. Todos vendíamos los mismo. Dulces cubiertos y mandarinas. Después se me ocurrió meter juguetes y me empezó a ir mejor en la venta”, reconoce.

En la Verbena de Navolato Margarita es toda una tradición con su puesto de juguetes y dulces.

Recuerda como es que los niños llegaban entusiasmados a ver todos los juguetes que, en aquellos tiempos, según recuerda Margarita, eran: yoyos y trompos de madera, baleros, canicas, pontenis y algunas pelotitas de plástico.

A diferencia de aquellos tiempos. Los niños siguen llegando con sus ojitos llenos de ilusión, pero ya no buscan los mismos juguetitos básicos. Ahora buscan juguetes electrónicos que hagan sonidos y que contengan luces. “Entre más tecnológicos mejor”, dice Magui.

Con esa visión de atender el gusto de los niños de la nueva generación, que buscan novedosos regalos navideños, Magui viaja a la Ciudad de México y Guadalajara, para traer las mejores opciones para sus clientes.

Al llegar de regreso con todos los nuevos juguetes para la venta, se arma la fiesta. Su hermana y sobrino, son los que se encargan de ayudarla en la venta durante cada temporada.

Con nostalgia, Magui recuerda cómo es que sus tres hijos crecieron ahí en el puesto. Sin las comodidades de una casa, pero con la alegría de permanecer al lado de su mamá.

“Mis niños y mi sobrino crecieron aquí. Cuando yo empecé traía a una de mis hijas de brazo. Aquí estábamos día y noche. El puesto era nuestra casa”, recuerda Margarita.

Y es que los tiempos no eran los mismos. Sus niños tenían que comer, jugar y dormir ahí entre los dulces y juguetes.

“Aquí vivíamos las 24 horas del día. Nos quedábamos todos como un mes y medio. Aquí hacíamos nuestra vida lo más normal posible, con tal de cuidar nuestro puesto y poder vender”, dice.

Ahora, Magui y su familia, ya pueden ir a descansar a casa después de un día de trabajo. Entre todos los “verbeneros” pagan un velador, que es el encargado de cuidar los puestos y evitar que haya robos al comercio.

Lo que sí es seguro para Margarita, es que ya no es la misma Verbena de hace 30 años. Asegura que ahora hay más variedad.

“Lo que te puedo decir es que no es la misma Verbena de hace 30 años. Antes vendíamos menos. Antes era puro dulce. Todos los puestos eran dulces. Ahora hay más variedad. Juguetes, ropa, zapatos y mucho que comer”, dice entre risas.

Entre los recuerdos de Magui están las familias enteras que iban de paseo a la Verbena. A divertirse en los juegos mecánicos que instalaban al pie de la escalinata de la Parroquia de San Francisco de Asís.

“Antes había juegos mecánicos y todo era una fiesta. Las familias venían completitas, desde el más chiquito hasta el más grande. Ahora si vienen, pero no es igual”, dice con añoro.

Y es que asegura que lo más común en estos días es ver a los abuelos que llevan de la mano a sus nietos, a mostrarles cuáles eran los juguetes con los que de niños se divertían, y es entonces, como continúa para los jugueteros la venta de baleros, pontenis, canicas y carritos de madera.

Hoy, Margarita forma parte de una tradición en Navolato, con sus juguetes tradicionales y dulces típicos vive en la memoria del Navolato del ayer. Ese que se niega a morir a pesar de la llegada de las nuevas tecnologías, luces de colores y sonidos estridentes.

Para Margarita trabajar en la Verbena es un orgullo que le permitió salir adelante con su familia y dejando en los niños un dulce recuerdo navideño. Cambian los tiempos, pero en la verbena de Navolato Margarita  mantiene encendida la navidad llevando ilusiones y alegrías a los niños de todo tiempo.

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