¿Cómo fue el día de la coronación de la Reina Isabel II?

Fue un 2 de junio de 1953 que la joven Elizabeth Alexandra Mary sería proclamada soberana del Reino Unido

Por: Juan Méndez

Cuando su padre Jorge VI se convirtió en el rey en 1936, Isabelle II fue designada heredera. Ella iniciaría a ser conocida por el pueblo durante la Segunda Guerra Mundial por su participación en programas de radio para animar a los niños refugiados en Londres y por unirse al Servicio Territorial Auxiliar, una rama femenina del ejército que se encargaba principalmente de tareas de enfermería y mecánica.

Sin embargo, la salud de Jorge VI se deterioró después de la guerra, falleciendo el 6 de febrero de 1951 a los 56 años mientras dormía a causa de una trombosis que sufrió como resultado de un cáncer de pulmón. La princesa Isabel se encontraba en un viaje en Kenia durante ese tiempo, por lo que fue su esposo, el príncipe Felipe de Edimburgo, quien le informó sobre la muerte de su padre mientras los dos regresaban a Inglaterra.

Isabelle II, de tan solo 25 años de edad, era la nueva Reina del Reino Unido, sin saber que su reinado duraría más de seis décadas.

La primera coronación en ser televisada  

Aunque Isabel se volvió la reina al instante del fallecimiento de su padre, su coronación fue 16 meses después, puesto que tras la muerte de un soberano viene un periodo de luto oficial. La coronación se retrasó hasta que el 2 de junio de 1953 se fijó como fecha oficial.

Esta fue la primera vez que una coronación real se retransmitió por televisión, lo que llevó a que se realizaran ensayos varios días antes.  Aunque varios miembros de la realeza no estaban de acuerdo con llevar el evento a la televisión, como era por deseo expreso de Isabelle la retransmisión se llevó a cabo, permitiendo al pueblo británico acercarse a la vida de la realeza. Se estima que unos 27 millones de personas siguieron la ceremonia por televisión, mientras que más de 10 millones lo hicieron por radio. 

 
 
 
 
 
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La ceremonia

El evento comenzó con un desfile que incluía a varios jefes de estado y nobles, tanto británicos como extranjeros, partiendo del Palacio de Buckingham para atravesar las calles de Londres hasta llegar a la abadía de Westminster, el sitio de las coronaciones inglesas y británicas desde la coronación de Harold II en 1066. A pesar de las lluvias, se calcula que asistieron aproximadamente tres millones de personas a lo largo de la ruta del desfile para aclamar a la nueva reina.

La reina Isabelle llegó a la abadía de Westminster a las 11:00 AM en el icónico Gold State Coach, el carruaje de la familia real desde los tiempos de Jorge IV. Llevaba puesta un vestido de seda blanco, bordado con los emblemas de los países de la Mancomunidad, y el Manto del Estado, hecho de terciopelo y armiño.

 
 
 
 
 
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Ya en el altar, la Reina prestó el Juramento de la Corona, jurando mantener la justicia y el cumplimiento de las leyes en sus dominios, así como defender la fe anglicana. Después, Isabel se sentó en el trono del altar, donde los obispos le entregaron los objetos religiosos (la Biblia, una patena y un cáliz) y los símbolos del poder real: la corona de San Eduardo, las espadas y cetros ceremoniales y el orbe real. Cuando el arzobispo de Canterbury bendijo la corona y se la colocó a la Reina, la congregación la homenajeo al grito de: “¡Dios salve a la reina Isabel!” y “¡Larga vida a la reina Isabel!”

Al finalizar la ceremonia, la Familia Real y sus invitados iniciaron su regreso al Palacio de Buckingham, por un recorrido que duró 45 minutos y se extendió por 3 kilómetros. Al llegar al palacio, y como marca la tradición, la nueva reina y su esposo salieron al balcón a saludar a la multitud que exclamaba “¡Queremos ver a la reina!”

Legado

La coronación de la Reina Isaballe II marcó el inicio del segundo reinado más largo del Reino Unido, y uno de los más emblemáticos de la historia. Su reinado atestiguo la disolución gradual del poder del Imperio Británico, además de eventos trágicos como la muerte de la Princesa Diana en 1997. Aún con todos esto sucesos, la Reina permaneció firme, diligente y diplomática durante todo su reinado, ganandose un lugar especial no solo en la historia del mundo, sino también en la cultura popular.

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