Doña Lupita ha sido el corazón de la cenaduría El Portal de Julia por más de 18 años en Culiacán

Doña Lupita ha mantenido por más de 18 años la tradición culinaria de El Portal de Doña Julia en Culiacán y ha convertido su sazón en un símbolo de hogar, constancia y esfuerzo

Por: Victoria Herrera

Desde hace casi dos décadas, el sazón y temple de Doña Lupita Noriega sostienen El Portal de Doña Julia, una cenaduría por el boulevard Universitarios en el sector Las Américas, donde la comida casera se convierte en refugio, memoria y encuentro. Su historia comenzó desde la necesidad, pero también desde la pasión.

Desde los 28 años me quedé sola con mis cuatro hijos, por lo que necesitaba trabajar, me dieron la oportunidad en una lonchería, mi hermana conocía a la dueña y le pidió una oportunidad para mí, ya que siempre he sido muy trabajadora”, recuerda con orgullo y nostalgia.

El camino no fue sencillo y estuvo marcado por años de aprendizaje y disciplina. Durante 14 años trabajó en una lonchería del mercado Garmendía, aprendiendo de otras cocineras, observando, probando, preguntando siempre con humildad y curiosidad.

“Yo le decía a la señora encargada: ‘¿Qué le echa a eso? ¿Cuánto le echa acá?’ Y ella me dijo: ‘Te voy a enseñar, pero no te voy a estar repitiendo’. Así aprendí de la señora Manuela y estoy muy agradecida porque no fue egoísta conmigo”, mencionó honrando la memoria de su primera maestra.

Esa disciplina la llevó a consolidarse y a llegar a El Portal de Doña Julia a través de un amigo que vio su potencial.

“Llegó el dueño que puso originalmente la cenaduría con el nombre en honor a su abuela, era mi amigo y me ofreció trabajo, en ese entonces yo había puesto una lonchería por mi cuenta pero me salía apenas para los gastos, rápido dije que sí, entregué el local donde estaba y saqué mis cosas.

Lupita comenta que cuando el dueño traspasó el negocio, le preguntaron a quién recomendaba, y dijo que a ella, siendo su talento lo que provocó su permanencia en el negocio.

El sazón del Portal de Doña Julia

Desde entonces, su presencia se volvió indispensable y decisiva para la continuidad del negocio, ya que cuando la segunda dueña ya pensaba en retirarse le ofreció venderle la cenaduría, la cual perdería su toque sin ella.

“Ella ya tiene 72 años y me dijo que si yo no me quedaba con el negocio era preferible cerrarlo, ya que al faltar mi sazón no iba a durar mucho sin mí. Lo pensé y al final me animé”, mencionó.

El Portal de Doña Julia ha enfrentado momentos difíciles, pero no se ha rendido, incluyendo entre los retos más recientes, un incendio amenazó con apagar el esfuerzo de tantos años.

“Hace cuatro meses hubo un incendio. Se hizo un corto y se quemó un poco aquí abajo, pero ese poquito dañó lo demás. Cerramos cuatro meses. Volvimos a abrir el primero de octubre.”

Con trabajo, fe y apoyo, Doña Lupita volvió a levantar su cocina. “Ahorita no veo mucha ganancia, porque para poder entrar pedí fiado, y estoy pagando, pero ahí vamos, liquidando las cuentas, gracias a Dios sí sale, la comida es muy noble, siempre sale.”

A diario, sus manos dan forma a sabores que ya son tradición entre los comensales. El pozole, los chiles rellenos, el menudo y el asado se sirven con generosidad y paciencia con lo cual ha logrado mantener a sus clientes por muchos años.

Su aprendizaje no se detiene y sigue perfeccionando cada detalle, pues con orgullo cuenta que también se ha hecho experta en las aguas frescas que acompañan sus platillos.

“Yo antes no me encargaba de las aguas. Me enseñaron cómo se hacen: cuántos gramos de té, cómo cocer la jamaica, cómo colar. También hago la horchata. Antes no sabía, ahora sí y deben de quedar muy bien porque siempre se acaban”, menciona con alegría.

De acuerdo a la emprendedora, todos los días atienden desde las 11 de la mañana y a las nueve y media de la noche levantan todo debido a la situación de la ciudad. Sin embargo, añade que más adelante ya que liquiden las deudas esperan descansar al menos un día a la semana.

Los precios se mantienen accesibles por respeto a una clientela de toda la vida. “La pieza de taco, tostada y gordita está en 45, el asado, el pozole y el menudo cuestan 130. Las tortas 80 y las ahogadas 85. Las aguas de medio litro están en 25 y las de litro 35.”

Más allá de los platillos, en El Portal de Doña Julia se sirve una historia de constancia y amor por el oficio de la cocina casera y una historia de resiliencia familiar donde incluso sus hijas ya forman parte del negocio.

“Aprendí porque me gusta estar aquí, me gusta mi trabajo, me gusta lo que hago”, dice mientras acomoda los ingredientes del día siguiente.

A casi 34 años de haber iniciado su camino en la cocina, Doña Lupita sigue firme frente al fogón, orgullosa de su oficio y agradecida por el calor que la rodea en su pequeño local por el Blvd. Universitarios frente al Centro de Ciencias.

Su cenaduría no solo alimenta el cuerpo, sino también la memoria colectiva de quienes encuentran en su mesa el sabor de casa. En cada plato hay una historia, en cada gesto un legado.

En El Portal de Doña Julia, el corazón late al ritmo del hervor del pozole, el sabor de los antojitos mexicanos preferidos por todos, y Doña Lupita sigue, como siempre cocinando con amor, las manos y el alma. Buen provecho.

Los platillos principales

  • Pozole

  • Menudo

  • Asado

  • Chiles rellenos

  • Tacos

  • Tostadas

  • Gorditas

  • Tortas

  • Tortas ahogadas