Rebeca Camargo reconstruyó su vida en Loma de Rodriguera tras dejar Tepuchito. Su puesto de burritos y guisos es ejemplo de resiliencia, trabajo honesto y cocina tradicional en el norte de Culiacán, aspectos que sus clientes valoran
Por: Francisco Castro
En la zona norte de Culiacán, por la prolongación Álvaro Obregón —la calle principal de Loma de Rodriguera— se encuentra el puesto de burritos y guisos de Rebeca Camargo Ruiz, un espacio que se ha convertido en punto de referencia para trabajadores, vecinos y clientes de paso durante los últimos seis años.
Su historia es una muestra de resiliencia: después de mantener por dos décadas un restaurante en Tepuchito, debió abandonar ese proyecto a causa de la crisis de seguridad en la región.
Desde entonces, reconstruyó su camino en este sector, donde hoy ofrece comida casera a precios accesibles y con el toque tradicional que aprendió en su juventud.
Qué ofrece hoy
Rebeca trabaja de lunes a domingo, de 6:00 de la mañana a 12:00 del día. Cada jornada prepara tacos y burritos de diversos guisos, además de opciones especiales según el día.
Los domingos, por ejemplo, ofrece mojarra frita; entre semana, la variedad cambia entre bistec ranchero, hígado, trocitos con jamón, machaca, carne con chile colorado y mezclas de papas con chorizo.
Sus burritos económicos —cuatro por 50 pesos, en versiones de machaca o papas con chorizo— son los favoritos de quienes buscan un desayuno accesible. Los tacos de maíz, hechos a mano y servidos con salsa, complementan un menú cotidiano que ha logrado mantenerse gracias al sabor y la constancia.
Quién es Rebeca Camargo
Originaria de Tepuchito, Rebeca adquirió sus conocimientos culinarios en dos frentes: el hogar y la práctica profesional. Antes de emprender en casa, trabajó en la cocina del Hospital Civil, donde aprendió técnicas de conservación, higiene y preparación de platillos como birria y pozole.
Aquella experiencia breve, pero formativa, le dio herramientas para iniciar su propio negocio, que mantuvo activo por más de 20 años en su comunidad.
Hoy, a sus más de seis años de presencia en Loma de Rodriguera, continúa viajando diariamente desde Tepuchito, levantándose a las cuatro de la mañana para llegar puntual y atender a su clientela. Aunque ella es el rostro principal del puesto, recibe apoyo ocasional de empleadas que la ayudan a mantener el ritmo de trabajo.
Cuándo y por qué se trasladó
Fue la violencia en su comunidad lo que obligó a Rebeca a cerrar su restaurante y mover su actividad a Loma de Rodriguera.
Aun así, conserva parte de su clientela de antaño y mantiene viva la tradición culinaria que le ha dado sustento durante más de dos décadas. Reconoce que las ganancias no son grandes, pero son suficientes para sostenerse día a día y llevar un ingreso estable a casa.
Un ejemplo de resiliencia cotidiana
Para Rebeca, la mayor satisfacción de su trabajo es simple: mantenerse autosuficiente y activa. Su constancia, su capacidad de adaptación y su optimismo la han convertido en parte del tejido cotidiano del sector.
En un contexto donde muchos negocios no sobreviven a los cambios sociales y económicos, la historia de Rebeca Camargo es un recordatorio de cómo la resiliencia, el trabajo honesto y la voluntad de salir adelante pueden reconstruir oportunidades, incluso después de los momentos más difíciles.