Maestra, madre y escritora, Bibiana transforma las vivencias de su comunidad en Barrancos en historias llenas de empatía y esperanza.
Entre los andadores de Barrancos, donde la vida transcurre entre saludos de vecinos, risas de niños y el sonido de la música de las bocinas de vecinos, Bibiana Hernández Escobedo, encontró en la escritura una forma de sanar, de resistir y de contar lo que muchos no se detienen a mirar: las cosas buenas que también suceden en Barrancos.
“Desde siempre me ha gustado leer. En mi casa, de niña, no había muchos libros. Yo crecí en un pueblo de Nayarit llamado Tecuala, y lo primero que conocí fueron los libros de texto gratuito. Me gustaba tanto leer que para septiembre ya los había leído todos”, cuenta entre risas para Tus Buenas Noticias.
Su encuentro con el mundo de las letras
A los 13 años, una vecina le prestó su primer libro “de verdad”, y ese descubrimiento le cambió la vida.
“Ahí entendí que existía un mundo de historias, que había más allá de las lecturas escolares. Desde entonces no dejé de leer todo lo que llegaba a mis manos, hasta la sección amarilla”, dice entre risas.
Bibiana tiene 37 años, es madre de dos hijos, Yoany, de 11 años, y Azael, de 15. Maestra de Ofimática en la Secundaria Técnica 75, y autora de “Hacinado”, una novela publicada por la Editorial de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Detrás de su logro, hay años de esfuerzo, noches de desvelo y una historia de vida marcada por la resiliencia.
Descubrió la generosidad de la gente de Barrancos
“Cuando llegué a Culiacán con mi esposo y mis hijos, todo era nuevo. Nos instalamos en los alrededores de Barrancos y empecé a trabajar como maestra de la ETI 75. Pero al poco tiempo, llegó la pandemia y mi esposo falleció. Fue muy duro”, recuerda con la voz entrecortada.
“Sin embargo, algo que me ha marcado profundamente es el apoyo que recibí de mis vecinos. La gente de Barrancos me ayudó mucho. Me sentí acompañada, arropada, y eso es algo que nunca se olvida”, reconoce con humildad.
De esas vivencias nació “Hacinado”, una novela ambientada precisamente en un andador de Barrancos. En ella, tres vecinos viven historias distintas pero conectadas por la cercanía, el reflejo del otro y la necesidad de comunidad.
“La novela habla de eso, de cómo, aunque no siempre nos llevemos bien con los vecinos, compartimos el mismo espacio, y si algo bueno o malo sucede, nos afecta a todos. Es un llamado a permanecer unidos, a no perder la empatía”, explica.
Un camino de descubrimiento literario
El proceso de escritura fue, para ella, un camino de descubrimiento.
“Estaba yendo a terapia y como parte del proceso me puse a escribir. Cada sesión mi terapeuta me preguntaba cómo iba mi novela. También tomé un taller con el maestro Elmer Mendoza, así que tenía guía emocional y literaria al mismo tiempo. No fue un trabajo de sufrimiento, sino de sanación”, dice con serenidad.
Cuando vio su libro impreso por primera vez, no pudo contener las lágrimas.
“No lo podía creer. Al principio dudaba mucho de mí. Pensaba: ‘esto no es bueno, no está a la altura de lo que admiro’. Pero cuando lo tuve en las manos entendí que todo el esfuerzo, todas las puertas tocadas, valieron la pena”, reconoce.
“Hacinado” no habla del narco, ni del miedo, ni de la violencia, temas comunes en los retratos de Culiacán.
“Eso fue algo que me di cuenta después. No fue intencional, simplemente no me salió. Creo que porque yo veía otra cosa: gente trabajadora, solidaria, que se levanta temprano, que lucha por salir adelante. Esos son los verdaderos protagonistas de Barrancos, y merecen ser contados”, confiesa.
La escritura es una forma de educar
Para Bibiana, escribir no es solo un acto creativo, sino también una forma de resistir y educar. En sus clases, trata de transmitir a sus alumnos ese amor por las palabras.
“A veces les platico lo que estoy leyendo o lo que estoy escribiendo. Quiero que entiendan que la lectura no es aburrida, que puede transformar la manera en que ven el mundo. Mis hijos ya lo saben, aunque no sean tan lectores como yo”, dice entre risas.
A pesar del tiempo limitado que tiene entre el trabajo, la casa y la maternidad, Bibiana encuentra siempre un momento para escribir.
“Cuando algo te apasiona, te das la chance sí o sí. Escribir me da paz, me da energía para todo lo demás. Y aunque no sea famosa ni publique todos mis textos, esto es lo que me gusta y aquí me quedo”.
Con humildad, reconoce que aún no ha escrito “el libro perfecto”, pero no le preocupa. “Si mi vida se acaba y no llego a escribir ese libro ideal, igual me sentiré satisfecha, porque el camino mismo es lo que me hace feliz”.
Hoy, Bibiana se siente orgullosa de decir que es de Barrancos. “No nací aquí, pero soy de Barrancos. Y cada vez que escucho que alguien habla mal del lugar, yo les digo: yo vivo allá, y ahí también pasan cosas buenas”, dice con confianza.
Porque en los andadores, como en su vida, hay historias de esfuerzo, de comunidad y de esperanza. Y mientras existan escritoras como ella, que se atreven a contarlas, Barrancos seguirá siendo un lugar con mucho que aportar.
“La gente de Barrancos trabaja, lucha, se apoya. Merece ser contada por lo que realmente es: una comunidad que sale adelante todos los días”, dice con convicción.
Al final, no hay lugar pequeño cuando se escribe desde el corazón. Porque no importa de dónde vengas, sino lo que haces con lo que te toca vivir.