A sus 59 años, Yoli Grave combina su experiencia como profesionista con un nuevo emprendimiento: el chilorio casero “Mami Monchi”.
A sus 59 años, Elvia Yolanda Grave, conocida como Yoli, decidió dar un giro a su vida.
Tras décadas de trabajo administrativo en la Universidad Autónoma de Sinaloa, donde empezó como trabajadora social y consolidó su carrera profesional, se abrió a un sueño que llevaba años guardado en la memoria de su infancia: emprender con el chilorio casero de su madre, la señora Monchi.
“Hace dos años empecé con tres kilos de chilorio y gracias a Dios se vendieron todos”, cuenta con orgullo para Tus Buenas Noticias.
La receta, herencia de su mamá "Monchi"
La receta es un legado familiar que Yoli guarda con cariño, ajustando cada preparación para que tenga menos grasa y sea saludable, como recuerda de su mamá:
“Mi mamá me enseñó todo lo que sé, siempre fue un ejemplo de trabajo, ya que desde niña trabajó, por eso sus hijas somos trabajadoras y ahora yo puedo compartirlo con los demás”, reconoce.
Pero el camino no fue sencillo. La pérdida de sus padres marcó profundamente a Yoli: primero su papá, de manera inesperada, y luego su mamá, tras años de enfermedades que le siguieron después del fallecimiento de su esposo.
“Mi mamá me preparó para todo, y aún hoy siento su ausencia”, dice con una voz cargada de nostalgia.
A pesar de estas pérdidas, encontró en su familia un pilar sólido: tres hijos profesionistas, y su esposo quienes la impulsaron a atreverse y seguir adelante.
El empujón definitivo vino de su hijo mayor. “Estábamos sentados en el comedor y me dijo: ‘Mamá, deberías hacer chilorio, a ver qué tal’, y así empezó todo”, recuerda con una sonrisa.
Con entusiasmo y paciencia, Yoli compró los ingredientes y comenzó a vender poco a poco, primero entre vecinos y compañeros de trabajo, luego en bazares locales.
Homenaje a la mujer que la enseñó a cocinar
Cada recipiente que entrega lleva el nombre de su mamá: “Mami Monchi”, un homenaje a la mujer que le enseñó que la cocina podía ser un acto de amor y legado.
Su emprendimiento no solo la conecta con su pasado, sino que también la mantiene activa y motivada.
Mientras administra su trabajo en la universidad, Yoli dedica tardes enteras a preparar y envasar el chilorio, asegurándose de cuidar cada detalle de higiene y sabor.
“Me tomo muy en serio la salud de mi familia y de quienes consumen mi chilorio”, comenta. Su compromiso ha sido reconocido por los clientes, quienes destacan la calidad y el sabor auténtico de su producto.
Además de vender su chilorio, Yoli disfruta mantenerse activa y cuidar su bienestar.
Practica Zumba diariamente, participa en bazares con otras emprendedoras de Culiacán y comparte tiempo con sus vecinos y amigos.
“Me gusta estar en movimiento, mantenerme ocupada y aprender cosas nuevas, me da vida”, dice entre risas.
Su rutina combina disciplina, pasión por la cocina y la alegría que la caracteriza, demostrando que nunca es tarde para reinventarse.
Ejemplo de resiliencia y valores
Su historia es también un ejemplo de resiliencia y transmisión de valores. Yoli no solo conserva la receta de su mamá, sino la enseñanza de que los sueños pueden retomarse en cualquier momento de la vida.
“Lo que mi mamá me dejó es mucho más que una receta: es valentía y amor, y eso es lo que quiero compartir con todos”, concluye.
Hoy, Yoli Grave se perfila como un referente de fuerza, dedicación y pasión.
Su chilorio casero “Mami Monchi” no solo deleita paladares, sino que también cuenta una historia de familia, memoria y emprendimiento, inspirando a quienes, como ella, buscan dar un paso más para cumplir sus sueños, sin importar la edad ni los obstáculos.