Con su tiendita, encontró un motivo para salir adelante y un punto de encuentro para sus vecinos.
En la esquina de Cima del Xocotl, en Alturas del Sur, se escucha el ir y venir de los vecinos que llegan por un refresco, un kilo de azúcar o simplemente a saludar a Doña Caro, como todos la conocen.
Su nombre es Carolina Parra Parra, tiene 45 años y una energía que contagia. “Yo nada más estudié la primaria, pero gracias a Dios aquí voy saliendo con mi negocio”, dice para Tus Buenas Noticias con una sonrisa sincera.
Un emprendimiento que llena de orgullo
La tiendita apenas abrió el 4 de enero de este año, pero ya es parte de la vida cotidiana del fraccionamiento. Doña Caro sabe que no es la única que vende abarrotes en la zona, pero asegura que sus clientes la han recibido muy bien.
“Dicen que doy buenos precios, que la gente está a gusto conmigo”, cuenta orgullosa mientras acomoda las latas en el estante.
El camino no ha sido fácil. Originaria de Badiraguato, dejó atrás su tierra porque “allá está muy bonito, pero no hay trabajo, y uno se sale buscando la vida”.
Con su esposo y su hijo se vino a Culiacán, donde han trabajado duro en el comercio. Primero ayudó en otra tienda familiar y ahora, con esfuerzo y fe, abrió la suya propia.
Los desafíos comunes para los emprendedores
“Sí me dio miedo animarme a emprender, porque a cómo están las cosas… pero gracias a Dios me ha estado yendo bien”, confiesa. En su negocio ofrece de todo: refrescos, cremería, productos de lata y lo necesario para la despensa de cada casa.
La tienda no solo significa ingresos, también le ha dado un lugar en la comunidad. “Me siento contenta de formar parte de la economía de Alturas”, dice, consciente de que cada compra es más que una transacción: es confianza, apoyo y cercanía entre vecinos.
Hoy, Doña Caro mira hacia atrás y agradece. “Ya voy para ocho años aquí en Alturas… y sí, gracias a Dios, me ha salido mejor aquí en Culiacán”.
Su tiendita no es solo un negocio: es un espacio que refleja la constancia de una mujer que aprendió a buscarse la vida y que ahora se ha ganado, a pulso, el cariño de quienes pasan cada día por su mostrador.