2021-10-05

Las cocadas de Chelín endulzan la vida de todos en Altata

Desde hace 50 años Chelín aprendió el oficio de manos de su madre. Ahora el legado de hacer cocadas se quedó a ella y a sus hijos.

Desde hace 50 años Chelín aprendió el oficio de manos de su madre. Ahora el legado de hacer cocadas se quedó a ella y a sus hijos.

Las cocadas de Chelín no tienen rival. El delicioso sabor de la leche mezclada con el dulce, el coco rallado y ese toque único, logran que todos los que la prueban desean que su sabor sea duradero.

Hija de padres oriundos de Altata, Consuelo García Salazar es la heredera de una dulce tradición.

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Recuerda que desde pequeña disfrutaba ver a su mamá, la señora Guillermina, que con paciencia dedicaba su tiempo a la elaboración de las cocadas. Mismas que ella y sus hermanitas saldrían a vender en cuanto estuvieran listas las primeras.

A la edad de 10 años, Chelín empezó a hacer las cocadas, para luego, irse al Malecón en donde los turistas la esperaban para deleitarse con ese sabor inigualable.

Con una tierna sonrisa y unas manos siempre dispuestas a trabajar, Chelín ha hecho de la venta de cocadas una manera honrada de vivir.

Aunque la vida no ha sido sencilla, ha logrado sacar adelante a sus tres hijos. Quienes el día de hoy son hombres y mujeres de bien.

“Gracias a mi madre, que además de darme la vida, de ella yo aprendí todo lo que sé y aquí estoy saliendo adelante con mis cocadas”, dice al recordar que fue su mamá la instructora amorosa, quien le enseñó que en esta vida todo es posible mediante el esfuerzo diario y el trabajo constante.

Porque según la Chelín, su mamá toda la vida ha sido un ejemplo de constancia y trabajo, “Mi mamá hacia tacos para vender, mariscos, raspados, atole de pinole, cocadas, y muchas cosas más. Ella siempre estaba trabajando. Y todavía. Se va al Malecón a recoger botes. Esa es ahora su manera de ganarse la vida”, dice con un tono de orgullo al hablar de su madre.

Ese mismo tono que se escucha en su voz cuando habla de su familia y esa herencia que les deja a sus hijos.

Así, como Chelín aprendió viendo a su madre hacer cocadas, ahora ella es quien enseña esta dulce tradición familiar a sus hijos y nietos.

“Aquí en la casa todos han aprendido a hacer cocadas, mis hijos, mis nietos, hasta personas que no son de mi familia, que les he dado la receta. Es que Dios da para todos y por eso yo no soy egoísta. Por eso me va bien yo creo”, dice con certeza.

Así es como Chelín cada día se prepara para salir a ganarse la vida. Con un corazón dispuesto, manos trabajadas y con toda la actitud, sabiendo que tiene las mejores cocadas de Altata. Esas que endulzan el paladar de quienes las prueban.

“Mucha gente me pregunta que sí qué hago para que salgan tan sabrosas mis cocadas. Yo les digo que lo único que hago es hacerlas con amor, sabiendo que quienes se las coman puedan endulzarse el día. Porque si es cierto, son las más sabrosas de aquí”, dice mientras toma entre sus manos uno de los cocos que deberá pelar, quebrar y rallar, para iniciar con el proceso de convertir una simple fruta en un dulce motivo.

Es el manjar que endulza la vida de todos los que prueban las cocadas de Chelín.

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Periódico Tus Buenas Noticias Octubre 2021

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