La magia de Zimapán vive en su gente y sus calles
En cada rincón de Zimapán hay algo por descubrir: calles llenas de historia, tradiciones mineras y artesanos que hacen de este Pueblo Mágico un destino único

En el corazón de Zimapán, Hidalgo, se respira una calma que envuelve. Ahí, entre risas de niños en la plaza y los aromas del mercado, se encuentra Don Miguel Hernández, un artesano que mantiene viva la historia minera del pueblo con pequeñas joyas hechas a mano.
Su trabajo y sus palabras nos recuerdan por qué vale la pena conocer este rincón hidalguense.
Zimapán es de esos lugares que invitan a caminar despacio. Las calles empedradas, las fachadas antiguas y las letras coloridas del Pueblo Mágico son apenas el inicio de un paseo lleno de historia y encanto.
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Don Miguel, manos que cuentan historias
En un pequeño puesto, junto al mercado, nos recibe Don Miguel Hernández, de 64 años. Con una sonrisa serena y voz pausada, nos muestra sus artesanías: llaveros y colgadores con vagoncitos de madera llenos de pequeños minerales, como los que aún se extraen de las minas de la región.
“Yo nací aquí, y aquí sigo”, dice mientras acomoda cuidadosamente sus piezas. “De niño mi papá me llevaba a las minas. Yo aprendí a distinguir las piedras y quise que la gente que nos visita también pudiera llevarse un recuerdo de lo que somos”.
Nos cuenta que lo que más disfruta de vivir aquí es la tranquilidad y la cercanía entre todos. Cuando se le pregunta qué recomienda hacer a quienes visitan Zimapán por primera vez, no duda: "Caminar, hablar con la gente, comer en el mercado… Eso es lo que hace que uno realmente conozca Zimapán".
Para todos los gustos y edades
Además de sus artesanos, Zimapán ofrece un ambiente que se disfruta a cualquier edad: niños corriendo por la plaza, familias paseando, parejas tomándose fotos junto a las letras del pueblo, turistas probando las nieves y las gorditas. Aquí, la vida pasa despacio y con calma, y eso es parte de su magia.
La calidad de vida se siente en los pequeños gestos: en el saludo de los vecinos, en el aroma de las cocinas tradicionales, en las conversaciones que surgen sin planearlo.

¿Por qué vale la pena conocerlo?
Zimapán es mucho más que un bonito escenario para fotos. Es un pueblo con historia, con gente que te abre las puertas y comparte su día a día con quienes llegan.
“Lo bonito no es solo lo que ven”, nos dice Don Miguel con una media sonrisa, “sino lo que se llevan aquí dentro”.
Si vives en Hidalgo o vienes de paso, no esperes más: el mejor día para conocer Zimapán es hoy. Aquí siempre hay algo nuevo por descubrir… y alguien dispuesto a contártelo.