Historia, cultura y naturaleza se entrelazan en un parque emblemático de Tláhuac
Un parque con árboles de 500 años y secretos prehispánicos


En la alcaldía de Tláhuac, al sureste de la Ciudad de México, se encuentra el Parque de los Olivos, un espacio que resguarda árboles plantados hace casi 500 años por frailes franciscanos.
En la actualidad, este sitio se ha convertido en un pulmón verde y un punto de encuentro comunitario que entrelaza cultura, historia y ecología urbana.
Un parque con raíces coloniales
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El Parque de los Olivos toma su nombre de los olivos sembrados en 1531 por Fray Martín de Valencia, uno de los primeros misioneros franciscanos en la Nueva España.
Estos árboles fueron traídos desde el Viejo Mundo para probar cultivos europeos en tierras mexicanas.
A pesar de una prohibición virreinal que restringía el cultivo de olivo para proteger los intereses económicos de España, los ejemplares de Tláhuac sobrevivieron gracias a su ubicación en terrenos eclesiásticos. Actualmente, se conservan alrededor de 50 olivos centenarios, varios de ellos con más de cuatro siglos de vida.

Naturaleza, cultura y comunidad en un solo espacio
Además de su riqueza histórica, el parque es hoy un espacio ecológico y recreativo con áreas verdes, canchas deportivas y ciclopistas. También se han hallado vestigios arqueológicos en los alrededores, lo que añade una dimensión prehispánica al sitio.
Para los habitantes de Tláhuac, este parque es un símbolo de identidad, un lugar donde conviven generaciones entre la sombra de árboles centenarios, el canto de las aves locales y la memoria de siglos pasados.

Un oasis urbano para pasear, ejercitarse y convivir
El Parque de los Olivos también se ha consolidado como un espacio ideal para realizar actividades al aire libre. Desde correr o andar en bicicleta por sus senderos, hasta practicar yoga o leer bajo la sombra de los árboles, el parque ofrece tranquilidad y contacto con la naturaleza en medio del entorno urbano.
Vecinos y visitantes acuden a diario a ejercitarse o simplemente caminar y es común ver familias paseando con sus mascotas, lo que ha convertido el parque en un punto de encuentro para la comunidad pet friendly.
La amplitud del espacio, la vegetación y el ambiente seguro lo vuelven un lugar apto para el esparcimiento familiar y la convivencia responsable con animales de compañía.

Educación ambiental que siembre conciencia en nuevas generaciones
Más allá de su belleza natural y valor histórico, el Parque de los Olivos se ha convertido en un espacio para formar ciudadanía ambientalmente responsable. A través de jornadas de reforestación y talleres ecológicos, el parque busca acercar a niños, jóvenes y adultos al cuidado del medio ambiente.
Este enfoque participativo fortalece el sentido de pertenencia entre los vecinos, quienes se involucran directamente en la conservación activa del espacio, respetando las áreas verdes y promoviendo buenas prácticas entre los visitantes.
De esta manera, el Parque de los Olivos no solo resguarda el pasado, sino que educa para el futuro, sembrando valores ecológicos en cada generación.

¿Qué pasaría si más espacios urbanos recuperaran y valoraran su historia como lo ha hecho el Parque de los Olivos? Tal vez lograríamos ciudades más conscientes de su pasado, comprometidas con su presente y sembrando el futuro desde sus propias raíces.