Escuchar, proteger y empoderar es el llamado en Sinaloa para rescatar a las juventudes de la violencia
Expertos en Culiacán llaman a no criminalizar a los jóvenes y trabajar con ellos en soluciones que los protejan, escuchen y empoderen frente a la violencia.


En medio de un contexto nacional marcado por la violencia y la incertidumbre, diversos actores sociales y educativos se reunieron para dialogar en torno a uno de los sectores más afectados y, a menudo, más ignorados: las juventudes.
El panel “Jóvenes menores de edad en la crisis de inseguridad” fue un espacio de reflexión y propuestas, donde especialistas coincidieron en un mismo punto: es urgente pasar del discurso a la acción, del miedo al acompañamiento, del señalamiento a la escucha.
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Acompañar es mucho mejor que criminalizar
Carlos Juárez, director del Instituto para la Economía y la Paz en México, fue enfático: “Los jóvenes son las víctimas. Les debemos una disculpa por el país que les hemos dejado, por las condiciones que enfrentan y por las instituciones que muchas veces no los cuidan, sino que los criminalizan”.
A su juicio, el Estado mexicano debe replantear su vínculo con la juventud, pues hoy, la principal interacción de los adolescentes con el aparato estatal es con una policía que los persigue o abusa de ellos.
El reclutamiento de menores por parte del crimen organizado, lamentó, ni siquiera está tipificado como delito en el país. “Volteamos a ver a los jóvenes cuando empiezan a generar violencia, cuando cometen delitos. Pero, ¿dónde estábamos antes?”, cuestionó.
Hizo un llamado a crear espacios de atención, de escucha, y a construir “horizontes posibles”, donde los jóvenes puedan desarrollar sus habilidades, aspirar a un proyecto de vida digno y sentirse parte de su comunidad.
La escuela como espacio de pertenencia
Desde la experiencia en el aula, Perla Anahí Zavala, directora de la secundaria Emilia Obeso López, subrayó la importancia de entender lo que mueve a los adolescentes:
“Buscan pertenecer, buscan estatus, y si un grupo delictivo les ofrece eso, lo van a tomar”. Por ello, considera fundamental la labor de organizaciones como SUMA IAP, que trabaja con programas de liderazgo juvenil enfocados en la paz.
Zavala señaló que la educación debe ir más allá del aprendizaje académico. “Antes que aprendizaje, valores. Y antes que valores, seguridad”.
Para ella, enseñarles a los jóvenes empatía, solución de conflictos y el valor de la vida es el primer paso para prevenir que sean seducidos por entornos violentos. “Hay otras formas de pertenecer, pero tenemos que mostrárselas”, concluyó.
Escuchar, no imponer
Iván Vázquez, director de SUMA IAP, compartió que su experiencia trabajando con jóvenes ha sido una lección de humildad: “Hay que aprender a escuchar. A los 12 años, ya están buscando identidad, pertenencia y reconocimiento social. Si no se los damos en entornos saludables, lo buscarán donde sea”.
Alertó sobre los riesgos de confundir el miedo con el respeto, especialmente en contextos como el de Culiacán, donde el temor a grupos violentos puede normalizarse como una forma de autoridad.
“Hay que permitirles explorar su individualidad, fortalecer su autoestima, y reconocer lo que pueden aportar a la paz”.
Vázquez también hizo una crítica al adultocentrismo con el que muchas veces se abordan las problemáticas juveniles: “Seguimos queriendo controlarlos sin escucharlos, sin dejarlos fallar. Pero si no cambiamos nosotros, vamos a seguir fallándoles”.
Propuso como claves la inspiración, el empoderamiento y una relación basada en el respeto mutuo.
El panel concluyó con una idea compartida por todos: los jóvenes no pueden seguir siendo una nota al pie de página en las conversaciones sobre seguridad. Necesitan ser el centro de las políticas públicas, de las estrategias de paz y de las decisiones comunitarias.
Como lo resumió Carlos Juárez: “Un solo homicidio juvenil es el fracaso de toda una sociedad. Podemos hacer las cosas mejor. Y tenemos que empezar ya”.