Cristóbal Colón; así fue como emprendió su viaje al Mar Tenebroso, conocido hoy como Océano Atlántico

Durante la segunda mitad del siglo XIV, Europa mantenía una importante relación comercial con varias naciones de oriente, así que los viajeros solían recorrer largas distancias a través de continente asiático para intercambiar metales, piedras preciosas especies y otras mercancías. Sin embargo, con la intención de extender la religión musulmana, los árabes cerraron esta ruta comercial en el siglo XV y los países europeos se vieron forzados a buscar nuevos caminos para llegar a la India como ellos llamaban a tal zona.

Los navegantes de Portugal se concentraron en llegar a las lejanas tierras rodeando el continente africano y su rey, Juan Pablo segundo apoyaba gustoso a los aventureros que se atrevían a intentar tal hazaña. En virtud a ello, en 1484 el navegante genovés Cristóbal Colón se presentó ante el monarca portugués para plantearle una nueva alternativa

Al igual que otros geógrafos del momento, Cristóbal Colón, creía que la Tierra era redonda y pequeña. Basado en esa idea, supuso que si viajaba hacia occidente (es decir en sentido contrario a como se había hecho hasta ese momento, daría vuelta al mundo y llegaría a Cata y China y Cipango (Japón). El rey de Portugal puso este proyecto a consideración de los sabios de su corte, quienes los rechazaron y le recomendaron dar falsas esperanzas a Colón para desalentarlo y al mismo tiempo impedir que buscar apoyo en otros países. Esta estrategia sufrió efecto durante algún tiempo hasta que Colón conoció una carta en la cual el cosmógrafo Paolo Toscanelli apoyaba su teoría.

Tras comprender que no recibiría ayuda de Portugal, Colón emprendió un viaje a Francia, junto con su hijo Diego para exponer su proyecto al monarca de ese país. En el camino atravesó ciertas regiones de Castilla y se detuvo en el monasterio de La Rabia. Cuando dio a conocer sus ideas a los monjes, fray Juan Pérez ex -confesor de la reina, lo convenció de presentar su plan a los reyes de España Isabel y Fernando. Los católicos. Así, con carta de recomendación escrita por el religioso, Colón llegó a la corte española en 1485.

En esa época la corona estaba en guerra contra los musulmanes a quienes trataban de expulsar de la península Ibérica, por lo que disponían de pocos recursos para apoyar la propuesta de Colón. Aún así la reina ordenó que varios sabios y científicos estudiaran y dictaminaron que si debían ayudarlo. El grupo consideró que el proyecto era demasiado arriesgado y recomendó a la reina no colaborar con el aventurero, ella acató el dictamen, pero le pidió a Colón que permaneciera en su corte. El navegante acepto y durante los siguientes siete años se integró a la corte, mientras contactaba a otras personas interesadas en emprender el fantástico viaje, entre los cuales se encontraban los hermanos Pinzón.

En enero de 1942 los ejércitos españoles vencieron a los musulmanes, así que la reina Isabel pudo ocuparte de otros asuntos y tras otra intervención de fray Juan Pérez, ésta accedió a financiar la expedición de Colón. El 17 de abril de 1492 se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe, mediante los cuales se otorgaba al navegante el título de almirante, virrey y gobernador de las tierras que descubriera y se le concedía el 10 por ciento de las riquezas que obtuviera.

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Para realizar su travesía, el genovés recibió dos carabelas: La Niña y la Pinta y la Santa María (popularmente son conocidas como las tres carabelas), las dos primeras fueron denominadas así en honor a los armadores que facilitaron (de apellidos Niño y Pinto) eran barcos ligeros, largos y estrechos con cascos resistentes y apropiados para adentrarse en mar abierto. Por su parte la Santa María, se llamaba originalmente La Gallega, pero fue rebautizada por Colón, pensaba que por lo menos una de ellas llevará un nombre devoto, se trataba de una embarcación más lenta que las carabelas, de mayor tamaño, ancha y diseñada para transporte de carga.

Resuelto la cuestión del financiamiento, surgió un nuevo inconveniente, la gente común creía que la tierra era plana y no cualquiera se atrevía a navegar sin tener la seguridad de que regresaría a casa. Así la aventura de Colón no era atractiva para muchos marineros, sin embargo los hermanos Pinzón lograron convencer a algunos de los mejores navegantes de la época para que los apoyara, el resto de la tripulación se conformó de criminales, pues cuando el rey Fernando vio que nadie quería embarcarse ordenó que se perdonarán las condenas a aquellos que aceptaran ir al viaje.

Por fin el 3 de agosto de 1492, el Puerto de Palos de la Frontera vio zarpar a la Niña, la Pinta y la Santa María. A bordo iban Colón y alrededor de 100 hombres más. Todos ellos se enfrentaron por primera vez al entonces conocido como Mar Tenebroso (Hoy Océano Atlántico) y marchaban hacía un mundo desconocido.

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