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Educador ejemplar: Maestro Mario Rivera y su legado educativo en Navolato

Mario Rivera, un maestro que ha marcado la diferencia con su entrega y amor por enseñar. Muchas generaciones han dado fruto del aprendizaje adquirido en las aulas con su maestro.

23 noviembre, 2025
Durante 42 años, el maestro Mario Rivera dedicó su vida a la enseñanza, y hoy, dedica su tiempo a la música, otra de sus pasiones.
Durante 42 años, el maestro Mario Rivera dedicó su vida a la enseñanza, y hoy, dedica su tiempo a la música, otra de sus pasiones.

“Yo siento que no soy merecedor de este tipo de reconocimientos”, dice con humildad el maestro Mario Rivera, un hombre de voz pausada y sonrisa franca, nacido y criado en el barrio El Suspiro, en pleno corazón de Navolato.

Tiene 69 años, pero su entusiasmo al hablar de sus alumnos, la música y el fútbol hace pensar que conserva el espíritu joven de aquellos días en que comenzó a dar clases por vocación, no por obligación.

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Un forjador de mentes y espíritus

El maestro Mario Rivera, un hombre con un gran corazón para la enseñanza.
El maestro Mario Rivera, un hombre con un gran corazón para la enseñanza.

Durante 42 años, el maestro Mario formó generaciones completas en las aulas universitarias.

Ingeniero civil de profesión, egresado de la Universidad Autónoma de Sinaloa, dedicó gran parte de su vida a enseñar matemáticas y física, dos materias que para muchos resultan difíciles, pero que con él se volvían comprensibles y hasta interesantes.

“Lo que pasa es que cuando uno realiza una labor con amor, con gusto, con esa pasión que uno es capaz de brindar… el trabajo no se convierte en trabajo”, comenta para Tus Buenas Noticias, con esa convicción que solo tienen quienes aman lo que hacen.


Cuenta que en sus años de estudiante, ir y venir de Navolato a Culiacán no era tarea fácil. “Hubo ocasiones en que nos quedamos a dormir en la gasolinera del Valle porque en la noche nadie nos quiso dar raite”, recuerda entre risas.

Su visión era más grande que las dificultades

A pesar de las dificultades, nunca pensó en rendirse. Sabía que el esfuerzo lo llevaría a cumplir su meta de ser ingeniero, y más tarde, a descubrir su verdadera vocación: la docencia.

Además de enseñar, el maestro Mario fue entrenador de fútbol en la universidad. “Desde muy chiquillo practiqué el fútbol”, dice con orgullo.

En la cancha, al igual que en el aula, fomentó la disciplina y el compañerismo. Muchos de sus exalumnos aún lo recuerdan como el maestro que sabía explicar con paciencia y, al mismo tiempo, animaba a salir a jugar con alegría.

Músico de corazón apasionado

Pero su historia no termina ahí. Mario Rivera también es músico, una pasión que lo ha acompañado toda la vida y que comparte con amigos y familiares en reuniones donde la guitarra nunca falta.

“Cuando no es por el deporte, es por la docencia o por la música”, dice con sencillez. “He hecho muchos amigos, mucha gente me conoce. Siento que Dios me ha dado más, mucho más de lo que me merezco”.

De su familia habla con orgullo. Tiene cuatro hijos, cada uno con su propio camino. “Uno es médico y tiene dos especialidades, otro es arquitecto, y una de mis hijas estudió comunicación y ahora trabaja en Puerto Vallarta. Ella dice que vive felizmente soltera”, comenta entre risas.

Un educador que deja huella en Navolato

El maestro Mario representa a esos educadores que han dejado huella en Navolato, no por buscar aplausos, sino por enseñar con el alma. Por eso, aunque él diga que no es merecedor de reconocimientos, basta escuchar sus palabras para saber que sí lo es.

Porque cuarenta y dos generaciones lo recuerdan con respeto y cariño, porque en cada clase sembró valores, y porque su historia demuestra que el verdadero legado de un maestro no está en los títulos, sino en las vidas que transforma.

Porque cuando se trabaja con amor, el tiempo pasa como si nada, y cuando menos piensas, ya enseñaste toda una vida, así como el maestro Mario Rivera.

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