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La historia de Daniel Gastélum: un joven sinaloense que lucha contra las adicciones y busca inspirar a otros

Un testimonio crudo sobre la infancia rota, las adicciones y la esperanza de superación en Sinaloa

17 agosto, 2025
Daniel Gastélum compartió en un podcast su lucha contra las adicciones y su deseo de inspirar a otros jóvenes sinaloenses.
Daniel Gastélum compartió en un podcast su lucha contra las adicciones y su deseo de inspirar a otros jóvenes sinaloenses.

Daniel Eduardo Gastélum Félix, de 30 años, es originario de Estación Naranjo, en el municipio de Sinaloa de Leyva. Su vida, marcada por la separación de sus padres y la ausencia de su madre, lo llevó a enfrentar una infancia compleja junto a su hermano mayor, bajo el cuidado de su padre.

Desde pequeño conoció las carencias materiales y emocionales. A los cinco años probó por primera vez un cigarro, y a los 12 ya había tenido contacto con el alcohol y la marihuana. “A esa edad uno no dimensiona el daño que esas decisiones pueden traer después”, confesó.

En entrevista para el podcast ¿No pasa nada?, Daniel compartió sin reservas cómo las adicciones fueron tomando terreno en su vida y cómo, pese a las caídas, mantiene firme la esperanza de superar sus errores y servir de ejemplo a los demás.

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Entre la infancia rota y el deseo de ayudar a los demás

Daniel creció con el anhelo de convertirse en bombero para ayudar a otros. Sin embargo, su adolescencia se vio marcada por amistades que lo acercaron cada vez más al consumo de sustancias. Lo que comenzó como curiosidad y experimentación, pronto se convirtió en una dependencia.

Al obtener una beca en la Universidad Autónoma de Chapingo, en el Estado de México, parecía que su vida tomaría otro rumbo. Pero ahí, además de estudiar ingeniería bioquímica, también se involucró en la venta y distribución de drogas. Fue un giro que lo alejó de su objetivo académico y personal.

A los 19 años probó por primera vez el cristal, una sustancia que lo arrastró a episodios de aislamiento, pérdidas familiares y descontrol.

“La droga te roba tus sueños, tu identidad, hasta la ropa que usas. Recuerdo que me cambiaba de ropa para que no me reconocieran en la calle, porque me daba vergüenza que me vieran así”, narró con voz entrecortada.


El costo de las adicciones

La etapa más dura para Daniel fueron los internamientos forzados. Reconoce que no siempre estaba dispuesto a rehabilitarse y que las recaídas eran constantes.

“Ningún adicto quiere seguir drogándose, pero cuando no encuentras herramientas, ni apoyo real, el círculo se repite”, explicó.


Perdió la oportunidad de terminar sus estudios universitarios y vio desmoronarse sus aspiraciones de tener una vida estable. Pasó noches enteras en panteones, días caminando solo en los montes y periodos de rechazo social que lo hicieron tocar fondo.

Sin embargo, sostiene que, a pesar de todo, no ha renunciado a luchar.

“A veces piensan que los drogadictos queremos estar así, pero no es cierto. La droga es como un grillete que te ata y no te suelta fácil. Yo sigo peleando para dejarla atrás y para que mi testimonio sirva a otros”, afirmó.


Una historia que busca prevenir

El podcast ¿No pasa nada?, donde Daniel relató su historia, busca visibilizar las realidades de miles de jóvenes que atraviesan situaciones similares en Sinaloa y en todo México. El consumo de drogas como el cristal ha crecido de manera alarmante en los últimos años, especialmente en comunidades rurales y sectores urbanos marginados.

La historia de Daniel refleja cómo la prevención y el apoyo familiar son claves en la lucha contra las drogas
La historia de Daniel refleja cómo la prevención y el apoyo familiar son claves en la lucha contra las drogas

Daniel considera que la clave para enfrentar esta problemática está en la empatía, la prevención y la reunificación familiar.

“El mejor regalo que puede recibir un adicto es volver a su casa, reencontrarse con su familia. Eso es lo que más te puede salvar”, señaló.


También envió un mensaje directo a los jóvenes:Yo les diría que no prueben nada. Ni por curiosidad, ni por quedar bien con los amigos. Porque una sola decisión puede cambiarles la vida entera”.

El llamado a la sociedad

Más allá de su experiencia personal, Daniel insiste en que la lucha contra las adicciones no debe recaer solo en quienes las padecen. Familiares, autoridades y la sociedad en general tienen un papel fundamental.

“A veces basta con escuchar, con no juzgar. El señalamiento duele y empuja más al consumo. Lo que hace falta es apoyo real, programas de reinserción y, sobre todo, que la gente entienda que todos merecemos una segunda oportunidad”, expresó.


Su testimonio refleja una realidad cruda, pero también esperanzadora. Daniel no se considera un caso perdido, sino un joven que, a pesar de los tropiezos, aún conserva el deseo de cumplir su sueño original: ayudar a los demás.

“Hoy mi objetivo es ser un ejemplo, aunque sea desde mis errores. Si con mi historia puedo evitar que otro joven se pierda, todo este dolor habrá valido la pena”, concluyó.


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