Sergio Emilio, el pequeño arquero de grandes sueños que entrena para atajar el futuro
Con solo 8 años, Sergio Emilio entrena con disciplina en Culiacán para cumplir su sueño de ser portero profesional. Su pasión lo impulsa a diario


A sus 8 años, Sergio Emilio Oropeza Toledo ya tiene claro lo que quiere ser de grande: portero profesional.
Con guantes en mano, mirada decidida y una energía que contagia, este pequeño culiacanense se forma con disciplina en el Centro de Entrenamiento y Formación Especializado en Porteros Omar Rocha (CEFEPOR), en Riberas del Humaya.

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Actualmente, Emilio juega para el equipo Monterrey en Universidad 94 y formó parte de un selectivo que disputó la Copa Mazatlán. Pero su historia comenzó mucho antes, cuando apenas tenía cuatro años y jugaba como delantero en un equipo del Club León en Tijuana.
Sergio Emilio inicia a los 6 años su aventura en la portería
“Desde el inicio decía que quería ser portero”, cuenta su mamá, Alejandra Toledo, quien junto con su esposo Sergio Oropeza, han sido el principal apoyo de Emilio. Fue a los seis años cuando finalmente se colocó bajo los tres palos, y desde entonces no ha dejado de entrenar.
Su evolución ha sido constante, y aunque han cambiado de entrenadores, hace seis meses encontraron en el profesor Omar Rocha el espacio ideal para pulir su talento. “Ha mejorado mucho sus técnicas”, afirma Alejandra, orgullosa.
Sergio Emilio ha participado en torneos estatales y nacionales. Entre sus logros, destaca la Copa Estatal en Los Mochis, donde su equipo se coronó campeón; la Apple Cup en Chihuahua, donde llegaron a cuartos de final; y la Copa Mazatlán, en la que alcanzaron la final, quedando subcampeones.

El futbol es aprendizaje para Sergio Emilio
Aunque su posición implica presión y responsabilidad, Sergio disfruta cada momento.
“Le encantan los penales, despejar de aire... lo vive con emoción”, comparte su mamá. Al principio, las derrotas lo hacían llorar, pero hoy entiende que el fútbol también es aprendizaje. “Le hemos enseñado que lo importante es divertirse”, dice.
Fuera de la cancha, Sergio Emilio es inquieto, alegre y siempre está buscando un balón, ya sea en la cochera de su casa, en la escuela o jugando FIFA. Comparte su vida con su hermana menor, Emma, y con su padre, también aficionado al fútbol.
Alejandra confiesa que ser mamá de un portero no es fácil, “es el héroe y el villano”, pero también es testigo del carácter que su hijo ha formado.
Con pasión, humildad y ganas de mejorar, Sergio Emilio sueña alto y entrena cada día para hacer realidad lo que ya late en su corazón: ser portero profesional.