Don Pancho, el taquero de Catedral que lleva 50 años sirviendo tacos con historia
Desde los 13 años, ha vivido entre comales y tortillas. Con 50 años como taquero y su puesto de tacos a un costado de Catedral, se ha convertido en parte del paisaje cotidiano de Culiacán.

Si alguna vez has pasado por la plazuela de Catedral, justo por la calle Hidalgo, es probable que hayas visto a un señor tranquilo, con mandil puesto y una sonrisa en la cara, despachando tacos sin parar.

Él es Francisco Javier Gámez Maldonado, pero todos lo conocen simplemente como Don Pancho, el taquero de confianza de cientos de personas que encuentran en su “Taquería Catedral” más que una comida: una tradición.
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Conoce los tacos de 15 pesos
“Aquí ya tengo dos años en este punto, y estoy muy bien, trabajando, todavía me deja trabajar”, cuenta con sencillez para Tus Buenas Noticias. Pero lo cierto es que su historia no empieza aquí, sino hace 50 años, cuando apenas tenía 13.
“Desde la secundaria empecé a vender tacos, estudié en la Emilia Obeso, siempre he vivido aquí por la Recursos Hidráulicos. Un señor me invitó a trabajar y me dijo jugando: “El que se mete de taquero, nunca se sale”... y aquí me quedé”, recuerda entre risas.
El inicio de una tradición en la ciudad

Su primer comal lo trabajó en la esquina de Donato Guerra y Riva Palacio, con un señor de nombre Ramiro, apodado Don Canon, en una carreta de tacos de carne asada con cebo y manteca. “Era con carbón, no con gas, porque era muy caro… en aquellos tiempos era otra cosa”, relata.
Desde entonces, Don Pancho ha recorrido el centro de Culiacán taqueando por todas partes. Tuvo varios negocios, algunos cerraron por la pandemia o por los altibajos de la vida. Pero nunca dejó de vender tacos. “Con esto saqué adelante a mis hijos y a mi familia. Siempre he vivido de esto”, dice con orgullo.
Su hijo, también llamado Francisco, no siguió la tradición. “No le gustó esto. Estudió en el Conalep, le agarró el rollo a la computadora y ahí está trabajando”, cuenta. En cambio, su hija Ilse se dedicó a ser ama de casa.
Tacos sencillos y deliciosos

Consciente de su edad y buscando una forma de seguir trabajando sin desgastarse, Don Pancho optó por un modelo sencillo: tacos de asada de puerco, quesadillas, sin guacamole ni pepino, solo con salsas… y a 15 pesos cada uno.
“Con el precio te dice todo. La gente viene bien a gusto. Vendo volumen. Ganas poquito, pero ganas”, explica. “He escuchado que ya hay otros como yo, en otras partes, vendiendo tacos en 15 pesos también, y así bien cómodo”.
Su taquería abre de 7:00 de la mañana a 5:00 de la tarde, y aunque el ritmo puede ser cansado, dice que vale la pena. “Es muy cansado, porque si vendes de noche, trabajas todo el día preparando para trabajar de noche”, comenta. Pero él ya encontró su ritmo.
Su pensión como taquero
Lo que pocos saben es que Don Pancho también logró algo inusual en su gremio: se pensionó como taquero. “Antes los taqueros no daban seguro, pero me tocó la suerte de trabajar con un señor que me dio seguro cuando iba a nacer mi hijo”, comparte.
Ese patrón, de unos tacos de cabeza por Donato Guerra y Francisco Villa, inició su trámite, y así Pancho alcanzó las semanas necesarias para pensionarse.
“No me dan mucho, pero esperaba menos. Ahí está mi apoyo, para cualquier urgencia o necesidad”, cuenta. Eso sí, aclara: su verdadero sustento sigue siendo el taco diario. “De aquí salen los gastos. Sí sale. Aceptable”.
Más allá de vender tacos, Don Pancho también escucha. “Conoces mucha gente, la gente te cuenta sus problemas… de fútbol, de películas. Tenemos que platicar con todo el mundo, aunque no haya visto la novela, les digo que sí la vi, para que haya conversación”, dice con una sonrisa.
Y entre charla y taco, ha ganado el reconocimiento de sus clientes por su rapidez y versatilidad: “Sé trabajar de todo, asada, tripa, adobada, del que me pongan”, dice con orgullo.
Su amor por el trabajo lo distingue
Aunque su historia está llena de cambios, hay algo que siempre se ha mantenido: su amor por el trabajo y su fe en el taco bien hecho. “Yo pensé que no era posible, eso de quedarse… pero aquí estamos. La mayoría de los que conozco se quedan de taquero”, dice convencido.
“Si no vendes, aquí comes. Eso es lo bueno”, dice entre risas.
En un mundo donde todo cambia, Don Pancho permanece. Con sus tacos de a 15 pesos, su actitud amable y su sazón de años, se ha ganado un lugar entre la gente del Centro de Culiacán.
Y si un día pasas por Catedral, no lo pienses mucho: párate en su puesto, pídele dos con salsa y escucha una historia. Porque en cada taco, va un pedazo de vida.
“El que se mete de taquero, nunca se sale... y aquí me quedé”.