"La señora de las ciruelas": jornalera con una vida de lucha y emprendimiento en Villa Juárez
María Serapio Rojas, jornalera agrícola migrante que convirtió su esfuerzo en solares, donde siembre verduras y cosecha frutos

María Serapio Rojas es conocida en junio como la señora de las ciruelas, pero su historia va mucho más allá de un apodo en el tianguis. Originaria de Tlaxiaco, Oaxaca, llegó a Villa Juárez hace casi 50 años siendo apenas una joven recién casada.
Hoy, convertida en una referente de esfuerzo y visión, puede contar con orgullo que logró comprar solares y levantó su casa gracias al trabajo agrícola y al comercio informal.
“Aquí hay trabajo, allá no”
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“La vida me trajo para acá y aquí me quedé, porque en mi pueblo no hay manera de vivir. Si llueve, hay milpa, si no, no hay nada. Aquí no, cualquier cosita que tú vendas, ganas tu peso”, explica María.
Ella ha sido testigo de cómo muchas familias de su comunidad migraron también hacia Sinaloa, Ensenada, San Quintín e incluso al otro lado de la frontera.
Casi medio siglo en el surco
Comenzó a trabajar desde los 10 años y no paró hasta hace apenas cuatro. Cosechó tomate, pepino, ejote y chile, siempre en el campo.
“Nunca me gustó trabajar en los empaques, me gustaba más el surco, porque sacaba de 3 a 5 tareas diarias”, comparte su orgullo para Tus Buenas Noticias.
Esa tenacidad la define: “Soy muy luchona. Trabajaba de jornalera y aparte vendía cocas, pan y Sabritas. Por eso me hice de solares y propiedades”.
Tianguis, esquina y creatividad
Hoy, aunque vive con discapacidad y aún no recibe la pensión del Bienestar porque no cumple la edad, María sigue activa. Los domingos se instala en una esquina del tianguis y vende todo: hierbabuena, epazote, hierba santa, arrayanes, nopales y ciruelas en temporada.
También transforma su casa en punto de venta por las tardes y noches: ofrece elotes, tostiesquites, cevichurros, y nunca le falta clientela. En el comercio ha encontrado su nueva forma de vida.
“Nomás me recargo yo en el puesto y vendo, porque uno tiene formas, Cuando uno tiene amor en lo que hace, se encariña la gente”, asegura.
Un ejemplo de resiliencia
Aunque ya no trabaja en el campo, María sigue sacando frutos de lo que sembró con sudor durante décadas. Sus solares ahora son huertos y sus palabras, ejemplo.
“Si no hubiera aprovechado ese tiempo, no tuviera nada”, reflexiona.
Raíces que florecen lejos de casa
La historia de María Serapio Rojas es la de miles de migrantes que dejaron su tierra no por gusto, sino por necesidad y lo transformaron todo con trabajo. En su recorrido por Sinaloa encontró trabajo, dignidad y un nuevo hogar.
Su vida nos recuerda que la migración también siembra resiliencia, que el esfuerzo cotidiano puede germinar en paz y que en cada esquina de Villa Juárez hay mujeres que, como ella, hacen de su lucha silenciosa una fuente constante de vida y esperanza