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Con dedicación, María repara calzado y renueva pasos para la vida

Desde hace algunos años la vecina de la Toledo adoptó el oficio de zapatera, entrega su servicio a tus pies y la llena de satisfacción.

31 octubre, 2022
Con dedicación, María repara calzado y renueva pasos para la vida

María Hernández es una mujer que dedica sus días al oficio de zapatera. A sus 50 años, se ha empoderado como restauradora de calzado más que como comerciante. Es una consejera, que dejando a veces de lado su ganancia, cada día ve la necesidad ajena y decide según el calzado si conviene o no hacer el arreglo.

Al ser buena en su oficio, pronto se ha convertido en una suerte de artesana rodeada de clavos y martillos. Ese característico olor a cuero y pegamento, es, en el que María se ha visto rodeada de un tiempo a la fecha.

Los golpes de la vida, la trajeron desde Tamaulipas a Sinaloa. Aquí, salir adelante, no le fue sencillo, pero ese deseo de proveer para sus dos hijos, la motivó para ejercer el oficio que mejor podía. Era cocinera. La sazón, herencia de familia era su fortaleza.

Sin embargo, le llegó un golpe de suerte. Jamás imaginó que las redes sociales le abrieran las puertas de la felicidad. Navegando en internet conoció a un buen hombre con el que se relacionó y al que unió su vida.

Su querido Francisco Javier, era justo el hombre bueno que María buscaba. Pero más que eso su esposo se convirtió en su maestro artesano.

“Mi esposo tiene muchos años de zapatero. Se dedica a arreglar calzado, pero también tiene otro oficio, arregla abanicos, licuadoras y todos los aparatos eléctricos. Sin querer, llegué a este lugar donde cambiaría mi vida”, reconoce con alegría.

El sueño de María estaba por cristalizarse. Francisco Javier era lo que esperaba, un hombre trabajador, responsable y además el maestro que le mostraría una forma diferente de trabajar.

En su reparadora de calzado, su esposo pasaba las horas trabajando y ella lo acompañaba viendo pacientemente cada uno de los pasos que se requerían para hacer los diferentes trabajos que ahí se realizan.

Aprendió y empezó a ayudarlo a hacer trabajitos pequeños que luego se convirtieron en costuras, cambios de suela, pegar y parchar calzado.

Ahora, su esposo se dedica de lleno a la reparación de electrodomésticos, mientras ella es la nueva zapatera de la Toledo.

“Yo soy la zapatera”, dice entre risas, así como si le fuera casi imposible poder creer sus propias palabras al mencionar su nuevo oficio.

Recordando que hace tan solo dos años, dedicaba su vida al oficio de cocinera y ahora a clavar y pegar zapatos.

María asegura que ser zapatera es un trabajo sencillo, pero que lo fundamental es hacer su trabajo con amor.

“Este es un trabajo muy fácil, pero eso sí, hay que hacerlo con amor, porque si usted tiene un oficio que no le gusta, no lo va a hacer bien. Hay que encontrarle el amor a todo lo que hagas para que salga bien. Por eso a la gente le gusta mi trabajo, porque yo amo lo que hago”, dice con profunda satisfacción.

Ahí, en su reparadora de calzado ubicada sobre la Calzada de Las Torres, casi esquina con 21 de Marzo, en la Toledo, María pasa sus días pegando, cociendo, parchando, descociendo, cambiando suelas, poniendo tapitas y cambiando de color al calzado.

Pero no solo a los zapatos les renueva la vida, ella misma renueva sus ilusiones cada día que descubre que es una buena restauradora.

Conocer a su esposo le cambió la vida. Asegura que le devolvió el aliento y el deseo de seguir adelante.

Entre lágrimas y con la voz entrecortada reconoce que tuvo suerte de encontrase con Francisco Javier.

“Tenía mucho tiempo sola y quería un buen hombre y me llegó. Francisco es lo que yo necesitaba en la vida. Ahora soy feliz”, reconoce.

Con esta enmienda su vida, tiene color. Con dedicación hace su trabajo, pero con ese mismo empeño se motiva para progresar día con día.

En esta era de lo “desechable” María reconoce el valor de cuidar y reparar. Así como repara zapatos, ha tomado su tiempo y con dedicación y la ayuda de su esposo ha empezado a reparar su corazón.

“Este oficio me da felicidad y también me da para comer. Muchas veces no sé cómo lo hago, pero siempre nos da para salir adelante”, dice con una mirada esperanzadora.

Ahí en la Toledo, en su “Reparadora de calzado Trujillo” María trabaja con fervor, le pone corazón al trabajo, ese mismo impulso acrecienta sus latidos para dar su mejor esfuerzo. Con regocijo dice “Yo soy la zapatera”. Reparando calzado renueva pasos para la vida…

 

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