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Una espiral cuesta abajo y una vida de carencias regalan las drogas

12 septiembre, 2022
Una espiral cuesta abajo y una vida de carencias regalan las drogas

Vivir una vida por el carril de 180 puede arrancar con risas pero el final podría ser una desgracia. Así es el mundo de las drogas, una decisión que te lleva por la vía rápida, y si tienes suerte, el tocar fondo se convierte en la oportunidad para reconstruir tu vida. Para Mauricio Curiel, llegar al “Escuadrón de la Muerte” fue la señal que tanto anheló para renovar su ser.

Durante convivencias de adultos, los niños podrían verse expuestos a ingerir bebidas alcohólicas. Para Mauricio Curiel, una primera comunión se convirtió en su primer encuentro con el alcohol; y una copa sirvió para dejarlo noqueado a los ocho años.

Pero con 8 años, ¿qué pesar podría sufrir un niño? Mauricio no se queja de escasez económica, pues su familia no pasó momentos de carencia. Tener vacaciones, escuela, buena ropa, fueron posibles gracias a los esfuerzos de su padre. Sin embargo, el trabajar día y noche, provocó que no se pudieran construir lazos entre padre e hijo.

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La falta de aprobación y la guía de la figura paterna, creó en Mauricio un vacío que quiso llenar bebiendo licor. Si bien, su primer encuentro fue a los 8 años, para los 12 años ya había agarrado “callo” y lo había convertido en su amigo fiel.

Brindar por la vida se convirtió en una constante para saciar su vacío de atención; acto que fue sustituido por sustancias como los hongos, el peyote, hachís, y la goma de opio para incrementar la intensidad y olvidar el dolor.

Así fue como Mauricio quiso vivir la intensidad del carril de 180 de la vida, y en el trayecto fue perdiendo su dignidad y cuidado personal. Con tan solo 15 años, no era un joven que soñaba con ser futbolista, maestro o empresario; sus esfuerzos y decisiones estaban dirigidas a conseguir droga y fue capaz de robar, mentir, estafar y hasta prostituirse para conseguir la dosis deseada.

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“Es una espiral cuesta abajo. Tan sencillo que no me di cuenta en qué momento iba descendiendo (...) Lo más común pasa a ser normal, donde yo vivía era normal ser adicto; vivir de esa manera. Hoy entiendo que no vivía, sobrevivía de esa manera”, confesó con desánimo Mauricio.

Los días llenos de drogas siguieron en la vida de este hombre varios años después. Pero una visita a un bar, cambió su vida, pues al llegar le pidió al mesero que le fiara un trago, y como era su conocido, este le dijo “te lo voy a dar pero vieras que mal te ves ya c*brón”, fue la patada en el alma que le mostró la luz, afirmó Mauricio.

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Con esas palabras, Mauricio decidió no arrastrarse más para consumir y apostó por la vida que podía tener en un futuro. El tocar fondo lo ayudó a aceptar que se equivocó. En esa pausa se perdonó, y reflexionó sobre lo inútil que había resultado marcar su vida y la de otros. Fue el primer paso para dejar atrás el “escuadrón de la muerte” (vivir en la calle).

No ha sido un camino fácil pero la decisión estuvo en él. Después del fracaso, Mauricio es un ejemplo de perseverancia y éxito para levantarse. Porque él decidió ingresar a un programa de rehabilitación cuando tenía 24 años y, hasta la fecha, no lo ha dejado.

A sus 52 años, Mauricio es otro. Es un adicto en recuperación que logró reintegrarse a la sociedad y cada día lucha por no recaer. ¿Cómo lo hizo? Él decidió que quería una vida diferente, y comenzó a construir nuevos sueños con su familia; quienes son la estrella guía en su caminar. Es muy fácil iniciarse en las adicciones, si no puedes dejarlas te dejarán sin vida.

*Una producción de Malala Academia.

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