En Barrancos también hay tierra fértil y un huerto urbano que da buenos frutos

Con la ayuda de Parques Alegres, se logró un huerto urbano y otros beneficios para la comunidad.

Por: Jacqueline Sánchez Osuna

En medio del concreto, entre andadores y canchas, florece un espacio que nadie imaginó tan lleno de vida. Se trata de un huerto urbano en el corazón de Barrancos II, justo sobre el andador Solidaridad.

Lo que alguna vez fue un terreno baldío, con basura, maleza y sin uso, hoy es un oasis productivo que ofrece legumbres, frutales y hierbas aromáticas al servicio de los vecinos.

Un comité con ayuda de Parques Alegres

El huerto urbano en el andador Solidariad en Barrancos II tiene diferentes frutos como chile chiltepín.

El cambio comenzó cuando, con el apoyo de Parques Alegres, los propios vecinos formaron un comité para rescatar ese espacio que había sido planeado para uso deportivo, pero que por años quedó abandonado. La respuesta fue inmediata: limpieza, acondicionamiento y muchas manos sembrando con esperanza.

El corazón de este proyecto tiene nombre: don Rosendo, un vecino comprometido que se ha ganado el respeto y la admiración de todos por su dedicación diaria al cuidado del huerto.

"Aquí admiramos mucho a don Rosendo, porque gracias a él este lugar está tan bien. Él le da mantenimiento, riega, siembra, cuida y hasta nos comparte lo que cosecha", comentan vecinos que a diario pasan por el andador.

Un cambio en la visión de la comunidad

Los nopales también forman parte del huerto urbano.

El cambio no es solo visual. Hoy, los niños del sector ya no ven un lote descuidado, sino árboles frutales y plantas que crecen al ritmo del compromiso vecinal.

En el huerto hay de todo: mangos, naranjos, ciruelos, almendros, pepino blanco y verde, calabaza criolla, cacahuate, albaca, chile chiltepín y, según la temporada, tomates y distintas variedades de chile.

"Está muy bien que tengamos este huerto urbano aquí, es señal de que sí se puede tener un huerto en un espacio pequeño de tierra", comentó un vecino mientras señalaba con orgullo los surcos verdes que han transformado la vista del andador.

Este huerto no solo es un espacio de cultivo: es un símbolo de lo que se puede lograr con organización comunitaria, apoyo institucional y voluntad de los vecinos.

En Barrancos II, ya no se habla de un terreno olvidado, sino de un lugar que da frutos y que inspira a otros a hacer lo mismo en sus colonias.

Porque como bien dice don Rosendo: "Donde otros ven tierra seca, uno puede ver comida y vida… si se sabe cuidar".