Piñatas Eliza se ha convertido en una tradición familiar navideña por más de 10 años en La Conquista

Desde hace más de 10 años, Piñatas Eliza llena de color la Navidad en La Conquista con un emprendimiento familiar artesanal que fortalece la unión y la economía del hogar en la capital sinaloense

Por: Victoria Herrera

Cada diciembre, Elizamar Leyva vuelve a ensuciarse las manos de engrudo y papel para levantar un negocio que, aunque es temporal, forma parte de la vida de su familia desde hace más de una década. No hubo cursos ni enseñanzas formales: el aprendizaje llegó observando y atreviéndose.

“Primero una vecina vendía piñatas y viendo cómo trabajaba, así aprendimos. Nadie nos enseñó, fue poco a poco”, relata. En ese entonces vivían en la colonia Solidaridad y, desde ahí, comenzó un camino que hoy suma alrededor de diez años.

Un proceso 100% artesanal

La elaboración de piñatas es únicamente por temporada decembrina. “Nada más trabajamos en diciembre. Es cuando hay venta fuerte”, explica Elizamar, quien el resto del año no se dedica a las piñatas.

Para su familia, diciembre representa un apoyo económico necesario para su hogar. “No es que nos hagamos ricos, pero sí se necesita”.

El proceso es completamente artesanal, hecho con periódico, engrudo y papel de colores, y cada pieza requiere tiempo y paciencia. “El cono es lo que más trabajo lleva: se dibuja, se recorta, se forra y se arma”, comenta.

Este esfuerzo es totalmente familiar. Sus hijas, Leslie, Abril y Sulet, participan en la elaboración y decoración de las piñatas, mientras que su sobrino Eduardo se encarga de la venta.

“Empezó desde que yo estaba chiquito, apenas iba en la primaria”, cuenta Eduardo, hoy con 20 años, quien creció dentro del emprendimiento familiar. “Estoy aquí desde las 8 de la mañana hasta las 6 de la tarde”.

Las piñatas que ofrecen son las tradicionales de seis y siete picos, con distintos tamaños y precios accesibles, además de modelos pequeños para decoración. Por ahora no exhiben tantas piezas. “La venta fuerte empieza del 20 en adelante”, explica Eduardo, mientras ganan visibilidad.

El negocio se instala del 10 al 24 de diciembre y regresa el 30 y 31, por las compras de Año Nuevo. Para Eduardo, apoyar a su familia es motivo de orgullo.

“Me gusta echar la mano para que ellas se enfoquen en la producción”.

Entre conos, papel y trabajo compartido, Elizamar, sus hijas y Eduardo mantienen viva una tradición navideña, que cada diciembre llena de color, esperanza y unión familiar a la temporada. Su esfuerzo temporal fortalece los lazos familiares y alegra los días de su comunidad.