Socorro López impulsa Snack Mi Ángel desde su hogar en Zona Dorada 2. Con snacks y galletas caseras, este pequeño emprendimiento familiar demuestra que la constancia y el apoyo local también construyen esperanza
Por: Francisco Castro
Frente a su casa, a la altura de Puerto Málaga, en Zona Dorada 2, Socorro Guadalupe López Ramírez ha convertido una acera común en un punto de encuentro para sabores sencillos y esfuerzo diario.
Con apenas un mes de haber iniciado su estanquillo, la joven de 30 años demuestra que los pequeños negocios también construyen grandes historias.
Su proyecto se llama Snack Mi Ángel, un nombre que encierra un motivo profundamente personal y que se ha transformado en una fuente de motivación para sostener a su familia, conformada por su esposo, Omar Acosta, y su hijo de nueve años.
Emprender desde casa para salir adelante
La decisión de comenzar a vender no fue casual. “Para tener una ayuda económicamente”, resume Socorro con honestidad. Su jornada inicia después de cumplir con su empleo formal en el Conalep, y de las 4 de la tarde a las 10 de la noche abre su espacio de venta frente a su hogar.
Aunque va empezando, ya ha notado que algunos productos tienen mayor aceptación. Entre lo más solicitado destacan los cevichurros y las fresas con crema, dos de los favoritos de quienes pasan por la zona. Hay días de muchas ventas y otros más tranquilos, pero la constancia se ha convertido en su principal aliada.
Galletas con sello casero
Además de los snacks, Socorro descubrió otro talento: la repostería. Hace aproximadamente dos meses, una amiga le enseñó a preparar galletas rellenas de cajeta. Al principio las hizo como centro de mesa para el cumpleaños de su hijo, pero la respuesta positiva la animó a ofrecerlas también en su trabajo.
Hoy elabora estas galletas por pedido, dos veces por semana, en un horno eléctrico desde su casa. Son pequeñas, redondas, rellenas de cajeta y se entregan en cajitas transparentes con 15 piezas, a un precio accesible. Incluso ya comenzó a surtir en un abarrote, marcando el inicio de una pequeña red de distribución barrial.
Un esfuerzo compartido
El emprendimiento no lo vive sola. Su esposo colabora en la entrega de los pedidos y la acompaña en las tareas logísticas. La familia, que hace tres años llegó a Zona Dorada 2, ha encontrado en este negocio una forma de arraigarse y generar comunidad.
Originarios de la comunidad La Cofradía, en Navolato, hoy ven en este rincón de la ciudad un espacio para crecer. Aunque viven en casa rentada y enfrentan retos diarios, mantienen una visión optimista.
Mirar hacia adelante con sabor y constancia
Los precios accesibles de sus productos buscan apoyar también a su comunidad: cevichurros desde 25 y 40 pesos, chimichangas desde 20 pesos, tostilocos, fresas con crema y, próximamente, esquites en vaso y bolsa.
Socorro sabe que el camino apenas comienza, pero también sabe que cada cliente es una oportunidad. Su mensaje es simple: apoyar los pequeños negocios es fortalecer a las familias.