La historia de Oliver, un niño que sobrevivió a un accidente casi imposible, se convirtió en un ejemplo de fuerza y esperanza. Tras dos cirugías de alto riesgo para reconectar su columna, hoy continúa recuperándose rodeado del amor de su familia
Por: Raúl Durán
Con tan sólo 2 años de edad, Oliver Staub se convirtió en la prueba de que hasta lo que parece imposible para la medicina puede volverse realidad de una forma casi milagrosa, ya que logró sobrevivir contra todo pronóstico, cuando toda esperanza parecía perdida.
El 17 de abril, durante unas vacaciones en México, Oliver y su familia sufrieron un aparatoso accidente cuando la minivan donde viajaban fue impactada por un camión blindado, donde él resultó gravemente herido.
El choque fue de tal magnitud que la cabeza del niño se desprendió de su columna vertebral. Había que reunir su médula espinal, lo que a todas luces era prácticamente imposible para los médicos.
En un pronóstico devastador, los especialistas le dijeron a sus padres, Laura y Stefan, que el cuello de su hijo estaba roto, que era cuadrapléjico, con muerte cerebral y que perdería la vida en cuestión de días.
Durante tres meses, Oliver luchó por su vida con una voluntad inquebrantable. Después de someterse a dos arriesgadas cirugías de médula espinal en julio en el Hospital Infantil Comer del University of Chicago Medicine, las cuales resultaron un éxito.
“¿Ver a alguien sobrevivir a una lesión como esta? Nada similar se ha documentado antes en la neurocirugía o en lesiones medulares”, afirmó el Dr. Mohamad Bydon, presidente del Departamento de Neurocirugía del hospital.
El equipo de cirujanos liderado por el Dr. Mohamad no pensaron que Oliver podría volver a moverse alguna vez. Ahora el niño puede hablar, reír, sonreír, mover los dedos de sus manos y sus pies, y ha comenzado a respirar por sí mismo.
“Tenía lo que llamamos disociación atlantooccipital de su columna, que significa la separación interna de su cabeza y su columna, así como un desgarro completo de su médula espinal, lo que significa que había sido cortada a la mitad. Tuvo una fractura total de su columna cervical y sus elementos posteriores”, explicó Bydon en entrevista con la periodista Greta Van Susteren.
Una ayuda inesperada
Este milagro fue precedido de una serie de acontecimientos que sorprendieron a la familia de Oliver, que incluyó el apoyo del futbolista alemán Toni Kroos y publicaciones virales en Instagram, claves para financiar las operaciones.
Convencidos por un amigo, los padres de Oliver escribieron a la Fundación Toni Kross, la organización benéfica del futbolista alemán que ayuda a niños gravemente enfermos.
Laura y Stefan pensaban que la posibilidad de recibir ayuda era lejana, pero dos días después sonó su teléfono a media noche. Era Claudia Bartz, directora de la fundación, quien había visto la historia de Oliver en Instagram y se sintió tan conmovida que decidió que la fundación se haría cargo de los costos de la cirugía y el traslado del niño a Chicago.
La historia de Oliver se volvió viral en Alemania. Pronto, personas desconocidas de todo el mundo organizaron colectas y oraciones colectivas para enviar donaciones y mensajes de apoyo a la familia del niño.
“Lo que estoy viendo aquí es milagroso. Lo llamamos ‘El efecto Oliver’. Esto va más allá de nosotros”, comentó la madre, expresando su gratitud por la ayuda recibida.
El día que lo cambió todo
Eran las 2:50 de la tarde del jueves 17 de abril de 2025 cuando ocurrió el accidente que cambiaría la vida de Oliver y su familia. Viajaban en una minivan sobre una carretera en Zihuatanejo, Guerrero, cuando fueron impactados por un camión blindado que se trasladaba a 100 km/h.
Laura sufrió golpes en la cabeza y un brazo roto, por lo que tuvo amnesia y solo recuerda lo ocurrido antes del choque, mientras que los hermanos de Oliver, unos gemelos de 5 años, Sebastián y Julián, apenas sufrieron algunas cortadas en la frente, y el padre, Estefan, resultó con las costillas rotas.
El más grave fue el pequeño Oliver, a quien en un principio habían dado por muerto al ver que no respiraba. Una pareja de médicos que se encontraba en el sitio lo valoró y vieron que tenía signos vitales, aunque muy débiles, por lo que le aplicaron RCP.
Los tíos de Oliver, quienes viajaban en caravana en otro auto, fueron guiados por el médico a la clínica del IMSS más cercana. Al llegar al hospital, el niño fue intubado, pero al no contar con área de terapia intensiva pediátrica en la clínica, tuvieron que trasladarlo en una ambulancia aérea a Toluca, y de ahí en ambulancia a un hospital particular en Santa Fe, Ciudad de México.
Al llegar al hospital en CDMX, Oliver fue atendido por un equipo de especialistas. El pronóstico no era nada esperanzador. El niño se encontraba en un estado muy crítico y pensaron que perdería la vida en algunas horas.
Un neurocirujano le practicó una descomprensión de cervicales para intubarlo, y luego fue ingresado a terapia intensiva, donde continuó con medicamentos para el corazón y un ventilador para mantener sus niveles de oxígeno, ya que tampoco podía respirar por su cuenta.
Contra todo pronóstico, pasaron tres días y Oliver presentaba mejoras drásticas. Al cuarto o quinto día, decidieron despertarlo, y tal fue su sorpresa al percatarse de que abría los ojos, podía interactuar y hasta reír, una muestra de que seguía luchando por su vida.
Fue gracias a las donaciones y el financiamiento de la fundación del futbolista alemán que lograron trasladar a Oliver en un avión médico desde México hasta el Hospital Infantil Comer en Chicago en julio, donde el Dr. Mohamad Bydon le realizó la primera cirugía junto con un equipo de cirujanos de UChicago Medicine.
El procedimiento, sumamente riesgoso para un niño de 2 años, implicó reconstruir la columna vertebral de Oliver, reparar su médula espinal y estabilizar la parte posterior de su cabeza al cuello a través de varillas y tornillos de titanio.
Dos días después realizaron la segunda cirugía, la cual permitió estabilizar la parte frontal de la médula espinal y reparar una hernia medular.
Tras la angustia de los primeros 5 días, donde incluso el corazón de Oliver se detuvo un momento y presentó inflamación cerebral, comenzó a mostrar signos de mejora y sonrió. Un mes después, pudo agarrar la mano de su madre, empujar a alguien y reconocer la sensación de necesitar orinar.
Lo más impresionante, de acuerdo con el Dr. Bydon, es que pudo ser capaz de respirar por sí mismo, por lo que finalmente fue dado de alta el 15 de agosto.
Nueva esperanza en el futuro
La familia de Oliver, cuyos padres decidieron vender su casa y renunciar a sus trabajos en Alemania, decidió mudarse a México para estar cerca de la familia de Laura, con esperanzas renovadas en el futuro.
Después de las operaciones y su recuperación, Oliver comenzó a tomar fisioterapia regular y medicamentos para controlar la inflamación. Los doctores esperan poder retirarle el collar cervical en aproximadamente 6 meses.
En la primavera de 2026, Oliver y sus padres deberán regresar al hospital en Chicago para nuevos ensayos clínicos de terapia con células madre, con el fin de mejorar las funciones físicas del niño.
El caso de Oliver cambió por completo la vida del pequeño y su familia, y es un ejemplo milagroso para los médicos, quienes habían pronosticado una muerte segura y nunca habían visto una recuperación de este tipo. También es una muestra de que la esperanza es lo último que debemos perder, y que con ayuda de los otros siempre es posible sortear los obstáculos que se nos presentan.