Mary Rendón, la artesana que mantiene viva la tradición de las piñatas en el corazón de Mazatlán

María Del Socorro Rendón Lizárraga tiene uno de los emprendimientos más entrañables del centro histórico de Mazatlán. “Las Mil Piñatas” 55 años de tradición y alegría en el puerto brindando color a innumerables celebraciones familiares.

Por: Eunice Arredondo

Ubicado en la calle Guillermo Nelson #1909, a unas cuadras del Palacio Municipal y la Catedral, “Las Mil Piñatas” tiene 55 años de vida y a pesar de los desafíos que ha enfrentado a lo largo de ese tiempo, la piñatería se mantiene como una de las preferidas de los mazatlecos.

En una pequeña casa que les dio su patrón Mary y su esposo iniciaron muy jóvenes su negocio, luego de trabajar en la tintorería Imperial, que se ubicaba cerca del domicilio, ahí ellos se conocieron, se enamoraron, decidieron casarse e iniciar su familia.

Mary es originaria de Los Cerritos, municipio de Concordia, Sinaloa, pero llegó al puerto con sus papás y hermanos cuando tenía 12 años; su esposo, originario de Jalisco también llegó a Mazatlán en busca de oportunidades para vivir mejor.

“Yo llegué a Mazatlán de 12 años se vinieron mis papás del rancho y estábamos chicos todos, yo lo conocí (a su esposo) aquí en Mazatlán, aquí a la vuelta era la tintorería Imperial, él trabajaba en la lavandería y yo era cajera. Ahí nos conocimos y nos casamos, el patrón nos dijo que nos viniéramos a esta casa que estaba desocupada todo esto estaba solo y ahora está lleno de gente”, recuerda.

A sus 17 años Mary se casó y a los 20 tuvo a sus primeros dos hijos varones, luego, a sus 28 años fue mamá de su única hija.

De la tintorería a la piñatería: un viaje de amor y creatividad

Desde que ella y su esposo dejaron de trabajar en la tintorería que se mudó de ubicación, juntos decidieron poner una piñatería, pues él en su pueblo de Jalisco ya tenía ese oficio, incluso se vestía de payasito para entregar las piñatas a los niños.

Su esposo le enseñó a Mary la técnica para hacer piñatas, ella recuerda que en su niñez su mamá les hacía piñatas en el rancho, pero eran diferentes a las que ellos empezaron a vender en “Las Mil Piñatas”.

“Mi mamá nos hacía piñatas en el rancho, pero de esas tinajas grandes, le ponían papelitos de China y ahí nos echaban galletas de animalitos porque no había dulces”, señala.

Mary cuenta que en su casita empezaron a hacer piñatas para venderlas al público o entregarlas a una dulcería que estaba cerca, por la calle Melchor Ocampo, donde hoy se encuentra una papelería.

Dice que cuando recién registraron su negocio Hacienda las cobraba un peso de impuestos y los materiales como el periódico también eran muy baratos, lo que les permitía tener mucha producción y buenas ganancias.

Con su habilidad y creatividad para hacer piñatas, la pareja pronto empezó a tener éxito con su emprendimiento y cada vez más familias y dulcerías se convirtieron en sus clientes.

“Empezamos a hacer piñatitas y a entregar a las dulcerías, estaba la Dulcería Mi Fiesta y otras de aquí del centro, luego empezamos a entregar a las Dulcerías Don Juan y ya venían por muchas piñatas la gente nos buscaba porque les dábamos barato”, dice con nostalgia.

La artesanía de las piñatas: un arte que se transmite de generación en generación

Mary recuerda que los dueños de las dulcerías les compraban piñatas por decenas, eso los obligó a contratar a personas que los ayudaran en la producción, pues había quienes armaban los moldes y otros que vestían las piñatas para agilizar el trabajo.

De esas personas muchas aprendieron bien el oficio y ahora tienen sus propias piñaterías en las colonias de Mazatlán.

“Me compraban muchas piñatas se llevaban unos 10 otros 15-20 y éramos muchos los que estábamos trabajando aquí teníamos gente que nos ayudaba, hacíamos 15-20 piñatas diarias”, señala.

Desde que iniciaron, Mary y su esposo hacían las piñatas de los personajes más gustados por los niños de esa época.

Recuerda que Cepillín, Mafafa, Patas Verdes, las princesas de Disney, Piolín, Donald, Daysi, Mickey Mouse y Minnie eran de las más pedidas junto con las de súper héroes como Supermán, Batman y Robbin.

La buena racha también trajo consigo situaciones complicadas, su esposo tuvo problemas de salud muy joven, falleció cuando Mary tenía apenas 36 años y sus hijos eran adolescentes, por lo que ella se tuvo que hacer cargo de la familia y el negocio desde entonces.

“Yo me quedé trabajando en la piñatería y saqué adelante a los muchachos, los metí a estudiar la secundaria y mi hija sí estudió hasta la universidad, es licenciada en administración de empresas”, platica.

El hijo mayor de Mary también falleció muy joven, por lo que ahora solo la acompañan un hijo y una hija quienes un tiempo la ayudaron a hacer piñatas y luego empezaron a trabajar por su cuenta en otras actividades, aunque su hija la apoya todavía en temporadas altas como la Navidad.

“Mi hija es muy creativa ella hace muchas piñatas que ve en el internet agarra las ideas y las hace, ella pone la creatividad y yo tengo la habilidad por tantos años haciendo piñatas”, asegura.

Mary se mantiene activa a sus 71 años de edad. Aunque sus hijos le piden que deje de trabajar ella siente que el trabajo en la piñatería es una terapia.

Todos los días llega temprano a la que fue su casa muchos años, abre el negocio, ahí desayuna y come mientras hace piñatas y atiende a los clientes, a las 7:00 pm cierra y se va a la casa de su hija donde vive ahora.

“Aquí viví con mis hijos nada más que ahorita ya me voy con mi hija porque como ya ellos se casaron no me quieren dejar sola. Mientras yo pueda voy a seguir trabajando, aquí sigo haciendo felices a niños, adultos y de todo, porque vienen muchachas y muchachos también a llevar piñatas”, dice convencida.

Mary continúa haciendo entre tres y cuatro piñatas por día, con la misma técnica que su esposo le enseñó hace 55 años.

“Nosotros trabajamos con la piñata de periódico mucha gente ya no lo hace, puro cartón. Los tamborcitos los arman con grapas o les ponen cinta, pero ya no utilizan el periódico porque antes era barato, ahora está a más de 20 pesos el kilo”, explica.

En “Las Mil Piñatas” continúan con la tradición del engrudo haciendo la piñata más “maciza”, con moldes se hacen diferentes figuras, con ayuda del engrudo empapelan los tambores y las piñatas se visten con papel de China o papel Crepé.

Ahora la gente pide figuras distintas de video juegos como Minecraft o Roblox, princesas de Disney más actuales y otros superhéroes.

Preparándose para la Navidad: la temporada que renueva la ilusión en “Las Mil Piñatas”

Desde agosto Mary se prepara para la temporada Navideña, aunque hace más de un año las ventas cayeron por la inseguridad que se vive en Sinaloa, tiene la esperanza de que este mes la actividad mejore para cerrar bien el año.

“Ahorita como ya estamos en la temporada de Navidad ya están el Santa, la botita, el mono de nieve y las estrellas. Estamos esperanzados con esta temporada, pero ya no es como antes que llevaban muchas piñatas ahora la gente ya se la piensa hasta para hacer una fiesta por la inseguridad”, dice mostrando las piñatas.

A lo largo de 55 años, María Del Socorro Rendón Lizárraga ha tejido una historia de perseverancia y creatividad en el corazón de Mazatlán.

Su piñatería, “Las Mil Piñatas”, no solo ha mantenido viva una tradición artesanal, sino que también ha sido un pilar en la comunidad, brindando alegría y color a innumerables celebraciones familiares.

A pesar de los desafíos, como la pérdida de su esposo y la incertidumbre económica, Mary continúa trabajando con pasión y dedicación, demostrando que el amor por su oficio y su compromiso con la felicidad de los niños son más fuertes que cualquier adversidad.

En esta temporada navideña, Mary espera recuperar parte de la vitalidad de su negocio, confiando en que la comunidad valorará la tradición y el esfuerzo que hay detrás de cada piñata que se hace en “Las Mil Piñatas”.