Coco Cajeta: El dulce con el que Jorge Veytia renació tras un infarto en Culiacán

Después de un infarto cerebral, Jorge Veytia Machado renació con Coco Cajeta, un dulce artesanal que simboliza fe, familia y nuevas oportunidades

Por: Francisco Castro

A veces, las segundas oportunidades no llegan en envoltorios dorados ni con promesas de éxito inmediato. A veces, llegan tras una sacudida profunda, un antes y un después que redefine el rumbo de la vida

Para Jorge Arturo Veytia Machado, creador del emprendimiento Coco Cajeta, esa segunda oportunidad vino después de un infarto cerebral que le paralizó medio cuerpo y le arrebató la vista durante tres meses.

Luego de sufrir un infarto cerebral que le paralizó la mitad del cuerpo, Jorge Arturo Veytia demuestra que los nuevos comienzos pueden tener sabor a coco y a esperanza.

“Ese episodio me cambió por completo la perspectiva de la vida”, confiesa. “Perdí la vista, no podía moverme… pero mi familia me echó a andar de nuevo. Dios me dio la oportunidad de seguir aquí, y quise aprovecharla”.

Así nació Kinoko, la pequeña distribuidora familiar desde la que Jorge, su esposa y su hija producen y comercializan Coco Cajeta, un dulce artesanal hecho a base de coco y cajeta, cien por ciento natural y orgullosamente culichi.

Un negocio nacido en casa

El proyecto, que comenzó en la cochera de su casa, en el fraccionamiento Prados del Sol 2, surgió más por necesidad que por ambición. Tras el problema de salud, Jorge no pudo reincorporarse al negocio familiar donde trabajaba.

Le recomendaron reducir el estrés, pero no podía quedarse de brazos cruzados. “Tenía que buscar cómo seguir activo, cómo generar. Y así fue como mi familia y yo decidimos emprender desde casa”, relata para Tus Buenas Noticias.

Con el apoyo de su esposa —quien también elabora el producto— y su hija, quien eligió el nombre de la marca, Jorge se lanzó a experimentar con ingredientes, empaques y presentaciones. 

“El producto es totalmente natural. Lo empacamos con atmósfera modificada, como las botanas que no llevan conservadores. En lugar de oxígeno, el empaque contiene nitrógeno, lo que ayuda a conservarlo más tiempo”, explica con entusiasmo.

El resultado es un dulce de 100 gramos con sabor auténtico y una textura cremosa que ha comenzado a conquistar a los consumidores locales.

A la fecha, Coco Cajeta ya se encuentra en tiendas como Casa Ley, Huerta Verde y Chata, y pronto podría llegar a Oxxo y La Más Querida, con quienes mantienen pláticas avanzadas.

A quienes tienen una idea rondando en la cabeza, pero aún no se animan a emprender, Jorge les aconseja que se acerquen, que busquen apoyo, pues hay dependencias, universidades y programas que pueden ayudar.

Del golpe al impulso

Antes del emprendimiento, Jorge acumulaba años de experiencia empresarial. Actualmente, es presidente de la Sección Dos de la Canaco Culiacán, lo que le ha permitido comprender los desafíos y oportunidades del sector emprendedor local. Sin embargo, como él mismo admite, la experiencia no siempre garantiza el camino libre.

“Tocar puertas no es fácil. Aunque tengas contactos o trayectoria, a veces los empresarios establecidos no te las abren. Hay mucho discurso sobre apoyar al emprendedor local, pero en la práctica cuesta trabajo encontrar ese respaldo”, lamenta.

Aun así, no se ha rendido. Su estrategia ha sido acercarse tanto a grandes cadenas como a tiendas de barrio y negocios locales, a quienes agradece el apoyo por abrirle espacio en sus estantes.

De la prueba y error al sabor perfecto

El camino no ha sido dulce todo el tiempo. Jorge y su familia han enfrentado los típicos tropiezos del emprendedor artesanal: perfeccionar la receta, ajustar costos, cuidar la durabilidad del producto y sortear la burocracia para ingresar a nuevos puntos de venta.

“Todo ha sido a prueba y error”, admite. “Al principio la receta llevaba nuez, pero vimos que afectaba la durabilidad. Tuvimos que ir modificando poco a poco hasta encontrar el punto exacto. Eso nos ha enseñado mucho sobre resistencia y adaptación”.

Más allá del aprendizaje técnico, lo que Jorge valora es la enseñanza emocional: la oportunidad de compartir el proceso con su esposa e hija.

“La satisfacción más grande es que ellas vean cómo nacen los negocios, cómo se construyen desde cero. Lo que antes veía yo en empresas de mis padres y abuelos, ahora ellas lo viven conmigo”.

Una nueva forma de vivir

El infarto cerebral que sufrió hace dos años marcó un antes y un después. Le dejó secuelas físicas, pero también un profundo cambio interior.

“Todavía me quedan limitaciones, pero aprendí a verlas como algo secundario. Hoy todo lo hago con más ganas. Lo veo como una segunda, tercera y hasta cuarta oportunidad de vida”, afirma con serenidad para Tus Buenas Noticias.

Su rutina cambió: ahora dedica las mañanas a la producción, el empaquetado y la distribución local. Las tardes las reserva para la planeación, los pedidos y, cuando el cuerpo lo permite, las visitas a nuevos comercios.

“Me canso más rápido, no puedo andar mucho para arriba y para abajo, pero desde casa todo es posible”, comenta con una sonrisa.

De Culiacán para el mundo

Aunque el negocio nació en casa, su visión es amplia. Jorge quiere que Coco Cajeta se consolide como un producto representativo de Culiacán, con el sello artesanal y la identidad local bien marcados. 

“Por lo pronto, quiero que se conozca en Culiacán, que la gente sepa que es un producto hecho aquí, con calidad y con corazón. Luego, Dios dirá hasta dónde nos lleva”, asegura.

Su meta a dos años es clara: tener empleados, profesionalizar la operación y expandir la producción. “Si el negocio crece, la casa se convertirá en la fábrica y nosotros nos mudaremos. Ya lo platicamos en familia. La idea es crecer sin perder el toque familiar”, comparte.

Con una maestría en Mindfulness, Jorge ha aprendido a manejar la mente con la misma paciencia con la que elabora su producto estrella: paso a paso, sin prisa, pero sin pausa.

Su historia recuerda que de las crisis también nacen proyectos con alma, y que los dulces más memorables —como su Coco Cajeta— son los que se preparan con gratitud, fe y familia.

Su historia no solo es de resiliencia, también de inspiración.